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Diplomacy

El papel de Irán en el mundo: ¿del aislamiento a las alianzas?

Vladimir Putin, Hassan Rouhani, Recep Tayyip Erdoğan

Image Source : Wikimedia Commons

by Revista IDEES

First Published in: May.16,2024

Jun.24, 2024

El aumento de las tensiones en Oriente Próximo con el riesgo de escalada en la confrontación entra Israel e Irán con el conflicto de Gaza como telón de fondo, supone un cambio importante en las reglas no escritas de esta guerra soterrada entre ambos países. Desde la perspectiva de Irán, el cambio de estrategia israelí viola las reglas de conflicto pactadas tácitamente. En particular, elimina la ambigüedad que impedía atribuir la responsabilidad directa de los ataques a uno de los dos bandos, permitiendo a la parte atacada limitar los daños a su imagen y disuadirla de emprender acciones de represalias que comportaran los riesgos de escaladas peligrosas. La respuesta de Irán también ha puesto de manifiesto un cambio en su propia estrategia. Durante años, su posición hacia Israel y los Estados Unidos giraba en torno a lo que se denominaba «paciencia estratégica», un enfoque a largo plazo que implicaba reforzar la influencia de sus proxies en la región. En este sentido, Hezbolá es su principal producto de exportación, su modelo de desestabilización más exitoso en tanto que es mucho más que una milicia en el Líbano, incluso más que un estado dentro del Estado: es un estado por encima del Estado, ya que tiene capacidad para imponer sus propios objetivos estratégicos al Estado libanés. Esta estrategia de paciencia se basaba en la convicción que las redes que, Irán había ido construyendo, le permitían proyectar su poder sin arriesgarse al enfrentamiento directo y sus costes asociados. Pero el predominio actual de figuras políticas conservadoras en Teherán que consideran esta paciencia estratégica como un signo de debilidad ha hecho prevalecer la puesta en marcha de represalias más intensas que de costumbre, aunque siempre por debajo del umbral crítico de un conflicto total. Este cambio estratégico ha sido evidente durante los últimos meses. Así, en enero, Irán atacó objetivos en el norte de Irak y Siria, alegando que estaban relacionados con Israel o el Estado Islámico y pocos días después lanzó ataques en suelo pakistaní, demostrando que la era de la paciencia estratégica ha acabado. Ampliando el foco, este episodio revela los peligros que la tensión prolongada entre ambos países supone para un sistema de seguridad internacional que sufre de la inacción prolongada de los EE. UU. y de la UE respecto de la cuestión palestina y que envenena las relaciones regionales, ya que un conflicto abierto entre Irán e Israel incendiaría todo el Oriente Medio y podría degenerar en una crisis nuclear. Con respecto a Europa, esto comportaría un grave peligro para su seguridad y su economía, ya que podría provocar grandes olas migratorias hacia la Unión Europea, comprometer las rutas comerciales de las que depende su economía y amenazar el suministro de energía. Por lo tanto, la UE debería adoptar una política común para contener los riesgos asociados a estas dinámicas. Eso significa dedicar más esfuerzos para resolver la cuestión de Palestina y reactivar su capacidad de gestión de conflictos, manteniendo abiertos los canales de comunicación con todas las partes implicadas. En último término, es urgente que la UE intervenga de manera decidida y dé apoyo a un diálogo inclusivo en Oriente Medio para minimizar el riesgo de guerra a gran escala, antes no sea demasiado tarde. Estos cambios estratégicos se producen en un contexto de contestación interna creciente en Irán, donde el movimiento ‘Mujer, Vida, Libertad’ ha puesto fin a la idea de que el régimen era reformable y ha generado una situación en que ambas partes se encuentran en un callejón sin salida: por una parte, un régimen que reniega de la mayoría de la sociedad y, por otra, una mayoría popular que reniega del régimen. Por otra parte, estas tensiones explican en buena parte porque el régimen sigue evitando una guerra a gran escala, ya que percibe que se encuentra en una posición de debilidad con una población en rebelión abierta desde hace casi dos años. Además, también se ha incrementado el papel desestabilizador de las minorías étnicas (azeríes, kurdos, árabes, turcomanos, baluchíes) que representan más de la mitad de la población, con su largo historial de agravios, como la represión sistemática, la pobreza, el acceso deficiente a los servicios públicos, la degradación ambiental y la erradicación de sus lenguas y culturas. Así pues, la naturaleza multiétnica de Irán también constituye una parte importante de la política iraní y una fuente de tensiones que casi siempre ha sido omitida en las lecturas hechas desde Occidente. Los expertos occidentales tienden a mirar Irán a través de los ojos de su élite persa, de la misma manera que miraban Rusia desde el punto de vista de Moscú, ignorando estas realidades diferentes y su potencial disruptivo. En cambio, el régimen iraní sí que es plenamente consciente de que, si la mayoría de los persas que dominan la oposición odian el régimen, detestan aún más la posibilidad de perder el control sobre las provincias y Teherán está apelando al sentimiento nacionalista persa para intentar dividir la oposición, afirmando que sólo el gobierno actual puede mantener el control sobre las zonas del país habitadas por las minorías. Habrá que ver pues qué implicaciones políticas, sociales, generacionales tienen estos movimientos en un contexto donde años sanciones por parte de las potencias occidentales han empobrecido a los principales agentes de cambio, concretamente la clase media, altamente educada, de mente abierta y pro-occidental. Unas sanciones que de rebote han sido el principal factor que ha reforzado los vínculos económicos entre Rusia e Irán que comparten objetivos estratégicos como facilitar el comercio bilateral, acelerar la finalización del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC) y reforzar los sistemas bancarios de ambos países para facilitar las transacciones financieras. También cuál será el impacto de la entrada de Irán en los BRICS+, junto con su gran rival regional, Arabia Saudí. En este sentido, Irán ha demostrado su flexibilidad diplomática iniciando desde 2021 un proceso de normalización de relaciones con las grandes potencias de Oriente Próximo, la mayoría de las cuales habían roto sus relaciones diplomáticas con Teherán, a veces desde la misma fundación de la República Islámica. Ante la amenaza que podía suponer la consolidación de los ‘Acuerdos de Abraham’ y la normalización de relaciones entre Israel y el mundo árabe, Irán inició una nueva estrategia diplomática, donde Egipto se ha convertido en uno de los principales objetivos, después de Arabia Saudí y de las monarquías del Golfo. En este sentido, una normalización de las relaciones entre ambos países constituiría una segunda gran victoria diplomática para Irán tras el éxito de su acercamiento a Arabia Saudí. También se debe mencionar que el presidente iraní Ebrahim Raisi ha visitado recientemente Pakistán y Sri Lanka, dos países que han tenido que hacer frente a una de las peores crisis económicas de la región en los últimos años, y que esperan poder beneficiarse de la cooperación con Irán. El viaje de Raisi demuestra al mundo que Irán continúa diplomáticamente activo a pesar de la inestabilidad en Oriente Medio, a la vez que refleja una tendencia geopolítica notable: Irán está incrementando sus vínculos con el sur de Asia con la intención de impulsar una agenda antioccidental y anti-Israel a través del fortalecimiento de las relaciones bilaterales con determinados países de la región, entre los que destacan la India y China. Paralelamente, Irán también busca diversificar alianzas en Latinoamérica mediante una estrategia de ‘soft power’ que le permita posicionarse como una víctima del acoso por parte Occidente y ganar simpatías, apoyo político y estratégico en una región donde a pesar de las diferencias culturales y políticas, regímenes como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela comparten el objetivo de establecer un nuevo orden mundial. En definitiva, el régimen de Teherán está saliendo del aislamiento en el que estaba inmerso desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979, por una parte con el establecimiento de alianzas de circunstancias como la que está tejiendo desde hace unos años con Rusia en los ámbitos militar y económico y, por otra, aprovechando la pérdida de influencia de los Estados Unidos y de Occidente en la región para normalizar sus relaciones con su gran rival regional, Arabia Saudí, y otros actores relevantes como Egipto y las monarquías del Golfo, apostando por ampliar, su influencia internacional mediante su adhesión en los BRICS+, recorriendo así el largo camino que va del aislamiento en las alianzas estratégicas.

First published in :

Generalitat de Cataluña. Departament d'Acció Exterior i Unió Europea. Centre d'Estudis de Temes Contemporanis

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Revista IDEES

IDEES es la revista online sobre temas contemporáneos editada por el Centro de Estudios Contemporáneos, un think tank interno de la Generalitat de Cataluña. La revista aborda los principales desafíos y debates globales contemporáneos a través de la mirada de destacados expertos mundiales. La revista IDEES ofrece una visión amplia de los temas tratados en cada número a través de artículos, conferencias y debates. El objetivo principal es contribuir al debate público para lograr una democracia deliberativa aportando contenidos, diagnósticos y propuestas para informar a la Generalitat de Cataluña y promover el pensamiento crítico entre la ciudadanía. 

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