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¿Vuelve el Terrorismo a Pakistán?
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First Published in: Feb.06,2023
Apr.18, 2023
A principios de esta semana, una explosión suicida rompió la relativa calma que había vuelto a Pakistán en los últimos años. El atentado en una mezquita de la ciudad noroccidental de Peshawar mató a más de 100 personas y dejó atónitos a muchos pakistaníes que pensaban que los días de los horribles atentados suicidas habían quedado atrás.
Aunque el atentado del lunes fue uno de los peores en el país en una década, la explosión no indica necesariamente un retorno del terrorismo, sino más bien una escalada de un problema que nunca ha desaparecido.
Los talibanes paquistaníes, también conocidos como Tehreek-e-Taliban Pakistan (TTP), negaron ser responsables de la explosión del lunes. En su lugar, una facción del TTP, Jamaat-ul-Ahrar, alegó su autoría.
Pero, en muchos sentidos, el deterioro de la seguridad en Pakistán está directamente relacionado con el resurgimiento del TTP y la creciente fragilidad en el vecino Afganistán desde la toma del poder por los talibanes en agosto de 2021.
El gobierno pakistaní había apoyado a los talibanes afganos durante años, pero la relación comenzó a romperse después de que estos ofrecieran refugio a los combatientes del TTP y liberaran de prisión a miles de terroristas tras tomar el poder.
Con la vuelta al poder de los talibanes en Afganistán, el TTP no sólo pareció reforzarse y llenarse de energía, sino que también se acercó al grupo.
El año pasado, los talibanes afganos facilitaron el diálogo entre el gobierno pakistaní y el TTP lo que desembocó en un acuerdo de alto el fuego. Pero en noviembre, el TTP puso fin a la tregua de cinco meses, alegando que el gobierno no había atendido todas sus peticiones, sobre todo la liberación de importantes miembros del TTP.
El resultado ha sido un aumento lento pero constante de los atentados terroristas.
Los actos de terrorismo documentados alcanzaron un máximo de 3.923 en Pakistán en 2013, con más de 2.000 muertos. El número de víctimas mortales descendió a 267 en 2021, pero el año pasado empezó a aumentar de nuevo hasta 365.
Pakistán también registró solo cuatro atentados suicidas en 2021, pero hubo 13 el año pasado y cuatro ya este año. El TTP ha reivindicado la autoría de la mayoría de estos atentados.
Pakistán había logrado enormes avances contra el terrorismo en los últimos 15 años, en gran parte gracias a su importante operación militar "Rah-e-Rast" de 2009 y a la operación "Zarb-e-Azb" de 2014.
El TTP respondió a esta última con un atentado contra una escuela pública del ejército en Peshawar en 2014, en el que murieron más de 130 niños. Esto llevó al ejército a intensificar sus actividades y, para 2017, había derrotado en gran medida al TTP.
Sin embargo, estas operaciones de seguridad solo abordaron los síntomas del problema al desplazar a la mayoría de los combatientes del TTP a cruzar la frontera con Afganistán. Los atentados terroristas en Pakistán disminuyeron, pero el problema no desapareció.
A pesar de la elaboración de un plan antiterrorista denominado Plan de Acción Nacional en 2014, las operaciones de seguridad del Gobierno han tenido un alcance demasiado limitado. No se centran en todos los grupos terroristas, sino que apuntan selectivamente a unos pocos, como el TTP.
La Autoridad Nacional de Lucha contra el Terrorismo ha registrado 78 organizaciones terroristas en Pakistán, pero poco se sabe de lo que está haciendo el gobierno para contrarrestarlas. El Plan de Acción Nacional tampoco presta mucha atención a medidas preventivas como la educación.
No obstante, en Pakistán existe un creciente interés por invertir más en una promocionar una contranarrativa nacional en contra de las ideologías extremistas, como el Paigham-e-Pakistan, que el gobierno desarrolló con la ayuda de cientos de eruditos islámicos.
Además, en los círculos políticos existe un deseo cada vez mayor de abordar las causas profundas del extremismo, incluidos los agravios de los habitantes de la región anteriormente conocida como Áreas Tribales bajo Administración Federal, en la frontera afgana, y de Baluchistán, en el suroeste de Pakistán.
La creciente inseguridad en Baluchistán, por ejemplo, se debe en parte a las inversiones chinas a las que se opone el Ejército de Liberación de Baluchistán. El grupo cree que el gobierno ha explotado los recursos de la región y ha ignorado sus necesidades de desarrollo. Ha dirigido ataques a ciudadanos chinos en numerosos atentados.
Es mucho lo que está en juego para Pakistán, que busca desesperadamente la inversión extranjera. Por ello, el ministro de Planificación, Ahsan Iqbal, ha instado al gobierno a centrarse en atender las preocupaciones socioeconómicas de la población local, en particular de los jóvenes, para que no se inclinen por el extremismo.
Los mismos agravios existen en las antiguas zonas tribales, donde millones de personas han sufrido debido a la negligencia del gobierno.
Hasta 2018, esta región se regía por el famoso Reglamento de Delitos Fronterizos de la época colonial. Esto significaba que no se aplicaban las leyes paquistaníes y que no había tribunales ni partidos políticos locales, lo que permitía prosperar a los grupos armados. La primera vez que los residentes participaron en unas elecciones fue en 2019, más de 70 años después de su independencia.
Cuando el gobierno fusionó las zonas tribales con una provincia vecina en 2018, los residentes creyeron que sus vidas mejorarían. Pero esto coincidió con el resurgimiento del TTP en la región, trayendo nuevas preocupaciones sobre seguridad y estabilidad.
Por ahora, los esfuerzos antiterroristas de Pakistán se centran en gran medida en el TTP, pero el país necesita un enfoque más amplio.
En primer lugar, Pakistán debe poner orden en su propia casa, abordando los problemas actuales de gobierno en las antiguas zonas tribales y en Baluchistán.
En segundo lugar, el gobierno no puede seguir limitando las operaciones antiterroristas a unas pocas zonas. Esto sólo aumentará los agravios de la población local, que sigue sufriendo a causa de los desplazamientos y la falta de poder. Dado que los grupos terroristas se extienden por todo el país, es hora de que el Estado intente adoptar un enfoque más holístico.
Con el TTP, ya está claro que los intentos de diálogo no han funcionado. Solo le ha proporcionado al grupo más legitimidad y tiempo para reclutar y recaudar fondos.
En lugar de jugar a favor de los grupos terroristas, el gobierno debe abordar las causas estructurales del extremismo, como la marginación de millones de personas que viven en zonas periféricas, especialmente jóvenes en estado vulnerable.
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El Dr. Zahid Shahab Ahmed es investigador principal de la Universidad Deakin y se centra en la paz y seguridad en Asia Meridional y Oriente Medio.
Su trabajo examina las repercusiones del sectarismo y el extremismo violento en la paz y la seguridad nacional, regional y mundial. También participa en proyectos educativos y de investigación sobre la lucha contra el extremismo violento.
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