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¿Qué objetivos impulsaron a Rusia en 2014 y 2015 durante la escalada y el conflicto en curso en Ucrania?
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First Published in: Jun.06,2023
Jun.13, 2023
En este artículo hablaremos sobre los objetivos de Rusia en 2014 y 2015, los cuales serán analizados desde las categorías de diplomacia, economía y dirección militar. A lo largo de diferentes períodos de la historia, los líderes del Estado ruso han mostrado consistentemente una profunda fascinación por la región del Mar Negro, especialmente la península de Crimea y su estratégico puerto de Sebastopol. Después de la derrota de Rusia en la Guerra de Crimea en 1856, cuando se vio obligada a cumplir con las condiciones impuestas por Francia e Inglaterra, que incluían la renuncia a su base militar en Sebastopol, Rusia ha buscado persistentemente formas de controlar Crimea y explotar su potencial para dominar la región del Mar Negro. Esta búsqueda continúa hasta el día de hoy. Durante la era de Catalina la Grande, Rusia se apoderó de este territorio de gran importancia estratégica. Sin embargo, en un período posterior, Nikita Jrushchov, líder de la República Socialista Soviética, transfirió esta región a la República Socialista de Ucrania, donde permaneció bajo control ucraniano incluso después de la disolución de la Unión Soviética. Cabe destacar que, para Moscú oficial, el puerto de Sebastopol mantenía una inmensa importancia para sus intereses geopolíticos, ya que estaba controlado mediante un acuerdo firmado con Ucrania en 1997. Este puerto desempeña un papel crucial en el apoyo de la Flota del Mar Negro de Rusia, lo que le permite proyectar poder en la región. Su importancia se destacó durante la guerra Rusia-Georgia de 2008, así como en conflictos anteriores como la guerra de Abjasia, durante los cuales Rusia desplegó sus fuerzas armadas desde el puerto de Sebastopol.
En la península de Crimea, antes de su anexión, había dos ejércitos separados que representaban a Ucrania y Rusia respectivamente. Ambos lados eran percibidos como legítimos por la población local, y no había dudas sobre su legitimidad. Como se mencionó anteriormente, en el siglo XX, Jrushchov transfirió la península de Crimea a la República Socialista de Ucrania. Sin embargo, dado que ambos territorios eran partes integrales de la República Socialista Soviética, la transferencia tenía más importancia simbólica que implicaciones estratégicas. En ese momento, nadie previó el colapso de la URSS y la posterior lucha por un nuevo equilibrio de poder en la región. Dada la considerable población rusa que residía en Crimea, fomentar una cooperación activa con la Federación Rusa tenía una gran importancia. Aprovechando esta situación, Rusia llevó a cabo operaciones encubiertas, incluyendo la infiltración de agentes del Kremlin disfrazados de personal de milicias locales, para recopilar información e influir en el clima local. Además, el Kremlin llevó a cabo una campaña de propaganda destinada a fomentar el escepticismo hacia las autoridades locales y centrales, haciendo así que la población fuera más receptiva a las políticas del Kremlin.
I ndudablemente, el ejército ruso desempeñó un papel sustancial en la anexión de Crimea. Sin embargo, es crucial reconocer el impacto significativo de la propaganda y la agitación rusas mencionadas anteriormente. Los eventos de 2014 sirvieron como un claro recordatorio de que las relaciones y actitudes de Rusia hacia el mundo occidental y los países postsoviéticos no son asuntos aislados o independientes. Al mismo tiempo, la expansión de la Unión Europea y la OTAN hacia las fronteras orientales, acercándose a la cercanía de Rusia, fue percibida por el Kremlin como un desafío y una amenaza, vista como una intrusión en los intereses rusos. A lo largo de la historia, Rusia ha visto consistentemente a Ucrania como una parte intrínseca del mundo eslavo, especialmente en la esfera de influencia rusa. Ha considerado el papel de Ucrania como el de un estado tampón ubicado entre Europa y Rusia. Para impedir la inclinación de Ucrania hacia Occidente, Rusia hizo esfuerzos considerables para redirigir su trayectoria lejos de la Unión Europea, utilizando figuras como Viktor Yanukovych. Posteriormente, tras los destacados eventos de la Revolución del Maidán en 2014, Rusia inició una campaña militar activa. Estas acciones subrayaron la posición central de Ucrania dentro de los intereses del Kremlin, destacando su importancia para los objetivos geopolíticos rusos. Los eventos que se desarrollaron en el corazón de Kiev en 2013, junto con la ola de protestas anterior, se desencadenaron por la negativa del líder prorruso Viktor Yanukovych a firmar el Acuerdo de Asociación de Ucrania con la Unión Europea. Estos incidentes escalonaron en enfrentamientos violentos entre manifestantes y fuerzas de seguridad estatales, sirviendo como un claro recordatorio de la determinación inquebrantable de Rusia de extender su influencia sobre el país. En consecuencia, al "reclutar" a Ucrania en su órbita, Rusia buscó establecer un eje de poder absoluto dentro de su liderazgo, aprovechando la colaboración entre los dos estados. De hecho, los eventos se desarrollaron de manera que Rusia experimentó un importante revés geopolítico. Sin embargo, este revés no disuadió a Rusia de perseguir sus objetivos. En cambio, ejecutó deliberadamente una campaña de dos frentes. El primer objetivo fue la anexión de Crimea, mientras que el segundo implicaba fomentar una serie de protestas en el este de Ucrania, que eventualmente escaló en una rebelión a gran escala. Al adoptar este enfoque, Rusia buscaba afirmar su control sobre Crimea y avivar la agitación en el este de Ucrania, promoviendo aún más sus intereses estratégicos en la región. Todo esto resultó muy fácil para Rusia y logró sus objetivos prácticamente sin resistencia porque, a nivel local, la población local recibió a las fuerzas militares rusas como amigables y las consideró salvadoras.
Si bien las acciones de Putin pueden parecer contradictorias al objetivo de restaurar la Unión Soviética, es evidente que su principal objetivo es mantener el sistema político actual bajo su liderazgo. Los acontecimientos en curso en Ucrania sirven como una demostración de cuán crucial es la estabilidad interna, especialmente para las comunidades de habla rusa. Preservar su poder y liderazgo dentro del marco político existente es de suma importancia para Putin. Vale la pena señalar que la economía rusa ha enfrentado degradación en los últimos años, especialmente después de la crisis financiera de 2008. Anteriormente, Putin disfrutaba de una tasa de popularidad del 80 por ciento y el país experimentaba un crecimiento económico anual del siete por ciento. Sin embargo, la situación actual ha visto una ligera disminución en su popularidad, que ahora se sitúa en alrededor del 60 por ciento. Esta disminución coincidió con una desaceleración en el crecimiento económico, con la economía reduciéndose un 1.4 por ciento al año en 2013. En consecuencia, Rusia, y específicamente Putin, temían que este estancamiento económico no fuera temporal, sino que se convirtiera en un problema sistémico e irreversible.
Rusia se siente amenazada por Occidente. Es particularmente inaceptable para ella que la Unión Europea, y especialmente la OTAN, se expandan más cerca de sus fronteras. La crisis de Ucrania se ha convertido en un juego de suma cero donde el ganador lo obtiene todo y el perdedor no obtiene nada.
En 2010, el presidente ucraniano Yanukovych y el entonces presidente ruso Dmitry Medvedev firmaron el Acuerdo de Járkov, que implicaba un acuerdo de arrendamiento para la Flota del Mar Negro de Rusia en Crimea. Este acuerdo se extendía desde 2017 hasta 2042 e incluía disposiciones como importaciones de gas con descuento por valor de unos 40 mil millones de dólares para Ucrania. El objetivo principal de este movimiento estratégico era salvaguardar la soberanía de la flota rusa en la región, especialmente si Ucrania se alineaba con el mundo occidental. Sin embargo, es importante destacar que las motivaciones de Rusia en los conflictos ucranianos y de Crimea no se centraron únicamente en la estabilización y la desescalada. Más bien, buscaba asegurar su poder naval en la región del Mar Negro y mantener la dominancia sobre la Flota del Mar Negro en Sebastopol. Esto se hizo para mitigar posibles amenazas que podrían socavar la influencia de Rusia en la región.
La región del Mar Negro tiene una influencia económica significativa para Rusia, ya que sirve como una ruta de tránsito crucial para sus exportaciones de energía hacia Europa. Antes de la guerra de 2022, Rusia representaba más del 25 por ciento de las exportaciones de petróleo totales de Europa, y aproximadamente un tercio se transportaba a través de petroleros por el Mar Negro. Además, la región actúa como una puerta de entrada al Medio Oriente, facilitando asociaciones entre Rusia y numerosos países. En consecuencia, el Mar Negro representa un activo económico vital para Rusia.
Al anexar Crimea, Rusia pudo asegurar su poder naval y dominio en el área. Tenía planes adicionales para desarrollar Novorossiysk, uno de sus puertos de envío más grandes e importantes. Además, Rusia tenía ambiciosas aspiraciones para la renovación de su Armada, lo que se consideraría uno de los desarrollos más significativos en el futuro. La implementación de estos planes fortalecería la provisión de Rusia de navegación y mejorarían su control de las líneas marítimas y las comunicaciones en el Mar Negro. Rusia también aumentaría sus ejercicios militares y políticos para ejercer control y prevenir posibles conflictos internos que podrían representar una amenaza.
Al salvaguardar sus intereses económicos y de seguridad en el Mediterráneo, Rusia buscaba mejorar las dinámicas económicas y proteger su economía. En general, estas acciones tenían como objetivo fortalecer la posición e influencia de Rusia en la región del Mar Negro.
Tras la anexión de Crimea, Rusia obtuvo la capacidad de construir y mejorar sus bases en la región del Mar Negro, lo que fortaleció su poder militar sin interferencias por parte de Occidente o Ucrania. La reconstrucción de la Flota del Mar Negro permite a Rusia mantener la soberanía sobre Sebastopol y la región del Mar Negro en general. Esto brinda una oportunidad para que Rusia mejore y modernice su equipo militar, incluyendo misiles costeros, fuerzas terrestres, aeronaves y rutas de tránsito.
Si bien la anexión de Crimea ha otorgado ciertas ventajas a Rusia, también ha creado nuevos riesgos de tensiones y confrontaciones en la región del Mar Negro. Actores regionales y externos se han movilizado en contra de Rusia en respuesta a estos acontecimientos, planteando desafíos y posibles conflictos en el área. Es importante reconocer que la anexión de Crimea no solo ha alterado el panorama geopolítico, sino que también ha generado preocupaciones y oposición por parte de diversos actores involucrados en la región.
La anexión de Crimea ciertamente sirvió para fortalecer la soberanía de Rusia y consolidar su control sobre la Flota del Mar Negro, especialmente en Sebastopol, tal como se establece en el Acuerdo de Járkov. Al obtener el control sobre Crimea, Rusia pudo asegurar y mejorar sus rutas de tránsito para las exportaciones de energía tanto hacia Europa como hacia Asia. Además, la inclusión de Crimea dentro de la Federación Rusa ha reducido la presión y la influencia ejercida por actores externos, especialmente Estados Unidos y la OTAN. Esto ha permitido que Rusia ejerza un mayor control y disminuya la influencia de estas fuerzas externas en la región.
Es ciertamente posible argumentar que la participación y motivaciones de Rusia en Ucrania y Crimea no fueron impulsadas principalmente por el deseo de reducir la inestabilidad o proteger a la población prorrusa dentro de Ucrania. En cambio, la situación de los prorrusos proporcionó una justificación conveniente para que Putin interviniera. Al presentarse como el protector de la población prorrusa y defenderla contra lo que percibía como fuerzas occidentales, Putin logró aumentar su popularidad entre la población rusa. Al mismo tiempo, Rusia buscaba establecerse como un Estado dominante en el ámbito diplomático, mostrando su capacidad para afirmar sus intereses y desafiar la influencia occidental. Por lo tanto, parece que la Rusia de Putin ha perseguido objetivos duales, aprovechando la situación para consolidar el apoyo interno y mejorar su posición en el escenario mundial.
Es acertado reconocer que las grandes potencias buscan asegurar riqueza y recursos, ya que una economía fuerte conduce a un mayor poder militar y capacidades de defensa. En este contexto, el enfoque de Rusia hacia la región del Mar Negro se puede atribuir a su búsqueda de recursos naturales y dominio estratégico, así como el potencial de rutas de tránsito rentables hacia Europa y Asia Central. La anexión de Crimea ha presentado oportunidades para que Rusia fortalezca su economía y expanda su influencia en la región.
Uno de los objetivos económicos clave de Rusia en la región del Mar Negro es controlar rutas de tránsito importantes y las exportaciones de energía hacia Europa, dado su importante aporte al consumo de petróleo europeo, representando más del 25 por ciento. Además, Ucrania desempeña un papel destacado en el mercado mundial de granos, ocupando el séptimo lugar en exportaciones de granos en 2014-2015, con 37.9 millones de toneladas de trigo. Al obtener el control sobre estos recursos, Rusia podría asegurar beneficios sustanciales del comercio de trigo, ejercer influencia sobre los precios del mercado y utilizar este recurso como mecanismo para influir en otros estados.
Las consideraciones económicas asociadas con la región del Mar Negro se alinean con el objetivo de Rusia de fortalecer su economía, expandir su alcance en el mercado y ejercer una mayor influencia geopolítica. Estos factores resaltan las motivaciones económicas detrás del enfoque y la participación de Rusia en la región del Mar Negro.
Considerando que Crimea ahora pertenece a Rusia, queda claro que una de las razones por las que se llevó a cabo la anexión de la península son los beneficios económicos y una ventana de oportunidad que implica ajustar el papel del jugador principal en la región del Mar Negro y excluir las influencias occidentales.
Las grandes potencias también buscan obtener poder territorial a través de medios militares, ya que esta es la mejor forma posible de tener un control máximo sobre la región. Esto significa que los activos militares más importantes para los Estados son las fuerzas terrestres, reforzadas por fuerzas aéreas y navales sólidas. En otras palabras, los Estados intentan fortalecer su potencial militar para competir con el resto del mundo, que consiste en hegemonías territoriales. Antes y durante la era de la Guerra Fría, la región del Mar Negro prácticamente pertenecía a Rusia, pero después del colapso de la URSS, se convirtió en una región más o menos vulnerable. Sin embargo, en los últimos años, las acciones de Estados Unidos y Occidente han obligado a Rusia a fortalecer su poder en la región para no perder el control e influencia. Además, otra ventaja de la región del Mar Negro desde la perspectiva rusa es que esta área es el camino hacia el Medio Oriente, donde Rusia tiene alianzas con muchos países. Por lo tanto, el Mar Negro es un activo económico muy importante para Rusia. Crimea, especialmente Sebastopol, desempeña un papel muy importante para Rusia, ya que allí se encuentra la Flota del Mar Negro rusa. Después de la independencia de Ucrania, el objetivo de Rusia fue mantener su armada y bases en Crimea. Sin embargo, el problema que surgió en el contexto de la crisis de Ucrania fue el temor de que si Ucrania fuera admitida en la UE bajo el acuerdo de 2013, afectaría la influencia y dominio de Rusia en el Mar Negro a largo plazo.
El acuerdo de Járkov le habría dado a Rusia la oportunidad hasta 2042 de modernizar y expandir la Flota del Mar Negro. La anexión de Crimea, así como el acuerdo firmado en Járkov, aumentaron la presencia de la flota rusa en la región y permitieron el inicio del desarrollo de la Flota del Mar Negro, lo cual se evalúa como una de las reformas navales militares más ambiciosas en la región. Esto aumentaría aún más el poder naval de Rusia a largo plazo.
En conclusión, Rusia ha logrado asegurar la región en su beneficio y, de esta manera, ha creado una costa más amplia y mejor para sí misma, lo que fortalecerá su poder militar en el futuro y reducirá la influencia de actores externos en el Mar Negro. Rusia puede mejorar la provisión de navegación y líneas de comunicación marítima en el Mar Negro. Esto aumentará aún más la influencia militar, económica y política y evitará conflictos internos, así como eliminará la posibilidad de presiones externas que podrían socavar la seguridad de Rusia. Por lo tanto, se puede argumentar desde una perspectiva futurista que si las acciones de Rusia como esta continúan teniendo éxito, podrá proteger su economía y sus intereses de seguridad en el Mediterráneo.
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Beqa Bochorishvili es investigador asociado en estudios de conflictos en Geocase. Especializado en conflictos, relaciones internacionales, terrorismo y temas de seguridad internacional. Con más de 9 años de experiencia en los sectores público y privado, ha dedicado 5 años de servicio al personal del Parlamento de Georgia. Ha trabajado como asistente de un miembro del Parlamento y ha abordado temas de política exterior. Además, ha completado una pasantía y ocupado un cargo como especialista junior en el Departamento de Comunicaciones Estratégicas del Ministerio de Integración Europea. Sus actividades académicas incluyen la autoría de varios artículos e investigaciones en sus áreas de interés. Posee una licenciatura en relaciones internacionales de la Escuela de Administración Pública de la Universidad del Cáucaso y una maestría en diplomacia y política internacional de la Universidad Estatal de Tbilisi. Su tesis de maestría se centró en la guerra ruso-ucraniana. Además, ha completado cursos sobre Diplomacia en el Mundo Moderno en la Universidad de Londres y Política Pública de la Unión Europea: Política Social, Económica y Exterior en la Universidad de Harvard. También recibió una beca de la Fundación Adenauer por su trabajo en la difusión de desinformación y su prevención. Domina los idiomas inglés, ruso y francés.
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