Diplomacy
El Presidente Federal Frank-Walter Steinmeier con ocasión del viaje informativo y de encuentro con el Cuerpo Diplomático el 27 de junio de 2023 en Essen
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First Published in: Jun.27,2023
Aug.14, 2023
Me complace poder estar hoy aquí, en el estado federado que me ha visto nacer y crecer, en Renania del Norte-Westfalia. Y me complace aún más hacerlo acompañado de tantas personas que vienen de Berlín y Bonn. No sé exactamente si con ello hemos establecido un nuevo récord, pero para nuestro viaje de encuentro 170 participantes son muchísimos. Señor Ministro-Presidente, le agradezco cordialmente que podamos disfrutar de su hospitalidad en este —en mi opinión— maravilloso lugar que es el complejo industrial de la mina de carbón de Zollverein.
Como acaban de escuchar, Renania del Norte-Westfalia es, efectivamente, el estado federado más poblado de Alemania. Y en los últimos años y décadas —podría, incluso, decir en el último siglo y medio— se ha convertido en un verdadero crisol de culturas de diferentes naciones. Aquí se han congregado muchas personas de muchísimas y diversas regiones del mundo.
Y esto se debe principalmente a la parte de Renania del Norte Westfalia que hoy vamos a visitar más en profundidad: la Cuenca del Ruhr fue durante mucho tiempo el centro de la industria pesada, una región que se caracterizaba por el carbón y el acero. En diciembre de 2018, hace cuatro años y medio, yo mismo estuve presente cuando cerramos la última mina de carbón de la Cuenca del Ruhr. Fue uno de los discursos más difíciles que he tenido que pronunciar en mis distintos cargos: ponerme delante de los mineros en lágrimas y decirles: este trozo de carbón que sostengo en mis manos es el último trozo extraído en Alemania. Era —y todos eran conscientes de ello— el fin de una época para Alemania, pero sobre todo para la Cuenca del Ruhr, y no era solo una parte de la historia industrial lo que concluía de aquel modo. El arduo trabajo, especialmente el que se realiza bajo tierra, ha marcado profundamente a los habitantes de esta región durante años y décadas: para estas personas es muy importante poder confiar los unos en los otros, que se mantenga la palabra dada.
Si llegada la ocasión tuvieran oportunidad de darse una vuelta por aquí lo notarán: aquí habitan personas enérgicas, sobrias y pragmáticas. No preguntan de dónde vienes ni lo listo que eres cuando hablas; lo que importa es que arrimes el hombro, hagas tu trabajo y, sobre todo, que te esfuerces en llevarte razonablemente bien con los demás.
Así que ya se lo imaginarán: el declive de la industria minera del carbón y del acero supuso un cambio radical para la Cuenca del Ruhr y sus gentes; para la economía, pero también para la estructura social de la zona. Pero es justamente aquí, en esta región marcada por tantos finales y por tantas rupturas, donde también están surgiendo numerosas cosas nuevas y se están poniendo en práctica muchas ideas inéditas. La gran transformación, que supone pasar de ser una zona industrial —aunque desde aquí apenas se pueda ver debido a la frondosa vegetación—, a ser un emplazamiento científico y un centro neurálgico de las tecnologías del futuro, se encuentra ahora en pleno desarrollo. Esta mañana, en Siemens Energy en Mülheim, hemos podido ver y experimentar juntos qué tecnologías de transición energética altamente modernas —algunas de ellas impulsadas por la inteligencia artificial— se están desarrollando y empleando ahora en esta región.
Lo orgullosas que están las personas aquí, en la Cuenca del Ruhr, de su pasado y lo bien que preservan los vestigios de esta historia, dejando que al mismo tiempo surja constantemente algo nuevo de ella, se puede ver aquí mismo, donde estamos almorzando, en la antigua mina de carbón y coquería de Zollverein. Este complejo industrial de la mina de carbón de Zollverein, que en su día fue una de las instalaciones más modernas de este tipo en Europa, es hoy un museo, un lugar de memoria y un centro que da cabida a la cultura, al diseño, a los eventos y a las nuevas tecnologías. Un patrimonio mundial cultural que no solo preserva el pasado, sino que también tiene la vista firmemente puesta en el futuro y a la vez lo forja.
Por muy rentable que fuera la industria minera desde el punto de vista económico, resultaba también igual de dañina y, cuanto menos, a menudo igual de destructiva para la naturaleza y el medio ambiente; como todos hoy sabemos. El Emscher, por ejemplo, originariamente un río poco caudaloso y pequeño, se utilizó durante muchas décadas como desagüe a cielo descubierto; era una cloaca que estaba muerta desde el punto de vista ecológico, a la que se arrojaban basuras y también residuos tóxicos. Ahora ha sido renaturalizado con un esfuerzo enorme. Más tarde podremos ver y también admirar el resultado. Como parte de uno de los mayores proyectos de infraestructura realizados en Europa, todo un río ha quedado libre de aguas residuales y se ha convertido de nuevo en hábitat de animales y plantas. Que este proyecto —al que tranquilamente podemos calificar de gigantesco— se haya podido realizar pasados treinta años y, además, también dentro del plazo es probablemente el verdadero milagro.
Y una cosa más: la Cuenca del Ruhr no sería la región que es sin el fútbol. Los fines de semana, pocas cosas emocionan tanto a las personas de aquí como la pregunta: ¿ha ganado mi equipo o ha perdido? Pero cuando más se caldean los ánimos es cuando se enfrentan al equipo vecino. Aunque un club del sur de Alemania lleve años ganando el campeonato nacional, el corazón del fútbol alemán late en la Cuenca del Ruhr —o al menos eso es lo que dice aquí la gente—, con sus muchos clubes legendarios, con unos aficionados incondicionalmente leales a pesar de todos los altibajos. Por eso, el Museo Alemán del Fútbol no podría estar en ningún otro lugar de Alemania más que aquí, en el «Revier» (la cuenca), como decimos nosotros, y por eso no podríamos hacer este viaje sin ir después a visitarlo juntos en Dortmund.
Además, hay algo muy serio que la gente de aquí, del Revier, tiene metido hasta los tuétanos; y no solo los más mayores. Me refiero a la guerra. Por un lado, la Cuenca del Ruhr también fue, sin lugar a dudas, un importante centro de producción de armamento en las dos guerras mundiales desencadenadas por Alemania. Por otro, como consecuencia de los intensos bombardeos que sufrió durante la Segunda Guerra Mundial, también experimentó como casi ninguna otra región de Alemania el miedo, la enorme destrucción y la muerte de miles de personas. Aquí la gente sabe lo que es la guerra, como también lo saben las generaciones posteriores a ella.
Y como la gente de aquí lo sabe, como tiene grabado a fuego en sus mentes y en sus corazones el «nunca más», en la Cuenca del Ruhr también hallamos un germen de la integración europea. La Comunidad Europea del Carbón y del Acero que habría de transformar las antiguas industrias pesadas de la maquinaria bélica en industrias civiles que aseguraran la paz, se convirtió progresivamente en una cooperación política, económica y social cada vez mayor, hasta llegar a convertirse en la obra de paz y libertad que es nuestra Unión Europea hoy en día.
Es por eso, precisamente, por lo que la historia de esta región conserva el preciado conocimiento de que la cooperación entre los pueblos y las naciones es mil veces mejor que la guerra y la confrontación. Y de que el crecimiento y el bienestar no surgen de la hostilidad, sino de la cooperación basada en reglas y principios comunes.
Por esta razón, a los alemanes nos alegra y nos enorgullece poder celebrar este año el cincuenta aniversario de nuestra pertenencia a las Naciones Unidas. Los principios del derecho internacional, que los dos Estados alemanes de entonces reconocieron mediante su adhesión, son de aplicación para todos los que integran estas Naciones Unidas. Únicamente el reconocimiento del derecho internacional, el reconocimiento de la Carta de las Naciones Unidas y una actuación real y efectiva conforme a los principios de dicha Carta garantizan la paz, la libertad y el bienestar de los pueblos. Sobre la base de estos principios, tendemos la mano a todos los Estados aquí representados para cooperar.
Lo que digo tiene, naturalmente, su razón de ser: el ataque ruso a Ucrania supone una ruptura con todo lo que representan las Naciones Unidas, con todo lo que representan también Europa y Alemania. La inviolabilidad de las fronteras, la soberanía y la autodeterminación de un país, la dignidad humana y la paz carecen de significado para Putin, como podemos observar a diario. Me gustaría dar hoy las gracias a todos los que a nivel internacional condenan y han condenado la agresión rusa. El ataque a un país vecino soberano, la violación de fronteras, la apropiación de territorio, el desplazamiento forzado de millones de personas,... es algo que no podemos aceptar. Es algo que la comunidad internacional no puede aceptar. Y necesitamos urgentemente esta comunidad internacional y las reglas comunes que dicha comunidad internacional se dicta a sí misma; no solo ahora, sino para los nuevos desafíos de este siglo, que aún están por llegar.
No hay ningún país que sea capaz, y así lo hemos vivido todos, de asegurarse por sí solo un futuro en el que impere la humanidad. Todos nosotros dependemos de las asociaciones y las cooperaciones, especialmente en nuestros esfuerzos conjuntos por luchar contra el cambio climático. Por eso nos esforzamos, por eso se esfuerza la política alemana y europea, en profundizar las asociaciones ya existentes y en fundar nuevas asociaciones y alianzas justas que contribuyan a beneficiar a todos. Permítanme que lo diga bien claro: No necesitamos una desglobalización. En mi opinión, lo que necesitamos es más bien una red aún más estrecha con el objetivo de hacer del mundo un lugar mejor. Ya que solo podremos superar los desafíos globales si lo hacemos unidos.
Les deseo a todos ustedes un día lleno de experiencias, un día agradable y esperemos que también lleno de buenos encuentros. Para finalizar, esta noche tendremos ocasión de vivir una parte verdaderamente deslumbrante de Renania del Norte-Westfalia que les sorprenderá. Lo que vamos a presenciar lo llaman aquí el Versalles de Westfalia. Solo puedo decir: aguarden y verán.
El Presidente Federal Frank-Walter Steinmeier con ocasión del viaje informativo y de encuentro con el Cuerpo Diplomático el 27 de junio de 2023 en Essen
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