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Diplomacy

Seguiremos una política clara y realista respecto a China

Ministro de Asuntos Exteriores de Dinamarca, Lars Løkke Rasmussen

Image Source : Shutterstock

by Lars Løkke Rasmussen

First Published in: Aug.15,2023

Oct.13, 2023

Esta semana viajo a China por primera vez como ministro danés de Asuntos Exteriores. Estuve allí a finales de 2017. En aquel momento, yo era primer ministro y Xi Jinping llevaba cuatro años como presidente. Estaba claro que se estaban produciendo grandes cambios políticos en China, pero también que seguía habiendo un deseo de compromiso y cooperación con el mundo exterior. Aquí, seis años después, el panorama es diferente. China sigue persiguiendo sus intereses en el mundo. Pero ahora con mayor asertividad y más fuerza, y China está tratando más directamente de cambiar el orden mundial tal y como lo conocemos en beneficio propio. Y hacen todo lo posible por proteger su sistema político de la influencia exterior. Por tanto, en Occidente nos vemos obligados a relacionarnos con China de una manera diferente.

 

Y precisamente por eso estoy deseando volver a pisar suelo chino. Porque aunque discrepemos políticamente en muchas cosas, sobre todo en materia de valores, no se puede evitar a China. Ni económica ni políticamente. China es la mayor economía del mundo si se tiene en cuenta el poder adquisitivo. El PIB de China está a la par con el de Europa juntos. China es ahora y en los próximos años indispensable para las cadenas de valor de nuestra vida empresarial. También necesitamos a China para resolver la crisis climática. El país es responsable del 30% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Sin China, sencillamente no podemos alcanzar nuestras ambiciones climáticas. Al igual que China, es un productor de muchas -de hecho demasiadas- de las tecnologías y materias primas que forman parte central de nuestra propia transición ecológica.

 

En los últimos años, en Occidente nos hemos vuelto demasiado dependientes de China en varias áreas críticas. No cabe duda. Hemos sido algo ingenuos durante mucho tiempo. Pero ahora no podemos reaccionar desvinculándonos de China. Sencillamente, no es posible. Debemos ser idealistas pragmáticos, como yo lo llamo, y seguir una política hacia China comprometida, clarividente y realista.

 

Esto significa, en primer lugar, que debemos liberarnos de dependencias críticas. Debemos minimizar nuestros riesgos y ser más resistentes. En danés llano, en Dinamarca y en Europa debemos ser capaces de valernos por nosotros mismos en mayor medida. Se acabó la época en que percibíamos el mundo entero como una gran fábrica. Debemos cuidar nuestras cadenas de suministro hasta en las costuras. Esto se aplica a la energía, las materias primas críticas y la tecnología. Y Dinamarca y la UE deben aplicar una política comercial e industrial más sólida y estratégica.

 

En los últimos años, Dinamarca, la UE y nuestros aliados han endurecido notablemente su postura respecto a China. Es acertado y necesario. Debemos seguir abordando con nuestros socios y aliados los retos que plantea China en materia de intereses, valores y seguridad. Esto último es importante porque Dinamarca no puede hacer frente al poder chino por sí sola. Ningún país europeo puede hacerlo solo; para eso, la relación de tamaño es demasiado desigual. Por lo tanto, es alfa y omega que nos mantengamos unidos en la UE en nuestro enfoque hacia China en estrecho diálogo con EE.UU. y nuestros aliados en la OTAN.

 

Al mismo tiempo, el idealismo pragmático significa que no debemos pasarnos de la raya. Ir de una zanja a otra no ayuda. Europa no debe volverse proteccionista en general y debemos cooperar con China en nuestros intereses comunes.

 

Mi viaje a Pekín y Shanghai tiene tres objetivos. En primer lugar, acordar un nuevo programa de trabajo danés-chino. En segundo lugar, abrir las puertas a las empresas danesas para que puedan ofrecer las soluciones ecológicas que demandan los chinos. Y en tercer lugar, mantener una conversación sincera con el Gobierno chino sobre nuestras relaciones bilaterales, sobre la evolución del mundo y sobre las cosas que vemos de forma diferente.

 

Hay muchos temas que tratar con China. En los últimos 10 años, China ha aumentado el control político sobre su propia población y la supresión de las libertades fundamentales. En Hong Kong, la democracia y la libertad de reunión y expresión ya no existen. En Xinjiang se oprime a los uigures. Y en el Tíbet hace tiempo que se está produciendo una lenta erosión de la cultura y la identidad étnicas tibetanas.

 

También está el conflicto de Taiwán. La mitad de todos los contenedores del mundo pasan por el estrecho de Taiwán, así que la relación a través del estrecho tiene consecuencias para todo el mundo. También para la UE y Dinamarca. Insistimos en que el conflicto se resuelva pacíficamente, sin violencia, amenazas ni coacciones. Al igual que Estados Unidos y la mayoría de los demás países, Dinamarca aplica una política de una sola China. Esto no cambia el hecho de que tengamos fuertes lazos económicos y culturales con Taiwán. Y muchos daneses sienten -como yo- simpatía por la reforma democrática de la gobernanza por la que se ha optado en Taiwán.

 

A la luz de la agresión de Rusia contra Ucrania, también está claro que la estrecha asociación de China con Rusia es preocupante. China no ha condenado la invasión ni ha exigido que se restablezca la plena integridad territorial de Ucrania, del mismo modo que está ayudando a difundir la desinformación rusa. A cambio, China ha subrayado que no apoyará militarmente la agresión rusa. Es un compromiso y una señal importantes, y debemos tomarles la palabra. Como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, China tiene la responsabilidad especial de participar activamente en el diálogo de paz para poner fin a la guerra en Ucrania.

 

Vemos muchas cosas de manera diferente. En materia de derechos humanos, debemos seguir exigiendo a China que cumpla sus obligaciones internacionales. Al mismo tiempo, las condiciones comerciales y climáticas son tales que tenemos que cooperar en esos ámbitos.

 

Nuestro actual programa de trabajo con China expira en 2020, así que hace tiempo que debería haberse renovado. Varios han argumentado que Dinamarca debería poner fin a la cooperación. No creo que eso beneficie a Dinamarca. Al mismo tiempo, sería una señal política significativa y equivocada no renovarla en absoluto. Pero sabemos desde hace tiempo que el programa debería ser diferente. Antes era bastante amplio, incluso demasiado, en retrospectiva. El nuevo programa debe estar más centrado. Cooperaremos con China en materia de clima, energía verde, medio ambiente, producción sostenible de alimentos, transporte marítimo ecológico y salud. Por ejemplo, podemos ayudar a China a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Es bueno tanto para el clima como para las exportaciones danesas.

 

Es importante que centremos la cooperación en las áreas verdes en particular. Si sólo queremos cooperar y hablar con aquellos con los que estamos completamente de acuerdo, entonces no tendría muchos lugares a los que ir como Secretaria de Estado. Y eso no sería bueno ni para la economía ni para el clima. Y tampoco sería bueno para la situación política general.

 

China busca constantemente la cooperación con países de todo el mundo. Tienen ambiciones globales. No sólo están afirmando su influencia en Asia, sino también en África y América Latina. Se ofrecen como socios de maneras muy concretas, sin exigencias de democracia y derechos humanos. Construcción de autopistas y ferrocarriles. Ampliaciones de aeropuertos. Explotación minera. China ha invertido miles de millones de dólares en grandes proyectos de construcción en todo el continente africano y ha creado una enorme carga de deuda. Eso cuenta. También, cuando se trata de votos en la ONU.

 

Nosotros en Occidente tenemos que lidiar con eso. Considerado y estratégico. Debemos reforzar las asociaciones existentes y construir nuevas alianzas basadas en la igualdad y el respeto. Tenemos que pensar más en construir relaciones. Educación. Investigación. Intercambio. También debemos estar presentes ahí fuera -en África, Asia y América Latina- con ofertas de colaboraciones concretas. Y bajarnos un poco de la moralina.

 

El cambio de rostro de China pudo vislumbrarse quizá en 2017, cuando estuve en China por última vez. Ahora el reto está claro para todos. Debemos ser críticos con una serie de ambiciones globales de China y con su sistema político al mismo tiempo que cooperamos en materia de comercio y clima. Esto requiere una política hacia China comprometida, clarividente y realista.

First published in :

Ministery of Foreign Affairs of Denmark

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Lars Løkke Rasmussen

Ministro de Asuntos Exteriores de Dinamarca. 

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