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Diplomacy

La Colaboración Franco-Alemana: Aún no es la Última Gota

El canciller de Alemania, Olaf Scholz, con el presidente de Francia, Emmanuel Macron.

Image Source : Flickr / Soazig de la Moissonniere / Présidence de la République

by Pierre Vimont

First Published in: Oct.25,2022

Apr.14, 2023

La decisión de la semana pasada de parte de los gobiernos de Alemania y Francia de posponer su consejo bianual de ministros generó una ola de comentarios acerca del futuro de las colaboraciones bilaterales.

 

Algunos medios de comunicación en ambos países se atrevieron a predecir incluso el posible fin de la cooperación franco-alemana. Pero, al mismo tiempo, en su mayoría ignoraron el hecho de que el presidente Emmanuel Macron y el canciller Olaf Scholz se encontrarán este miércoles en un almuerzo de negocios con el propósito de dispersar los malentendidos entre ambas partes.

 

En medio de la confusión y la perplejidad que ha seguido a la postergación del encuentro del gabinete, sería inútil negar los problemas que existen el día de hoy en las relaciones entre Alemania y Francia. Demasiados reclamos han surgido recientemente entre las dos capitales como para pretender que todo está bien. Pero ¿de verdad estamos presenciando la crónica de una muerte anunciada o es más una alianza que necesita profunda revisión?

 

Para muchos espectadores, la acumulación de opiniones divergentes en muchas áreas (los proyectos de defensa, el precio máximo del gas, el oleoducto submediterráneo, los subsidios estatales a empresas, las inversiones chinas en Europa) entre las dos naciones en los últimos meses no solo le ha puesto un alto a la cooperación entre Berlín y París, sino que también ha sido el epítome de la vulnerabilidad de una relación que, los críticos dicen, ha perdido su eficacia y, quizá, su propósito.

 

De acuerdo a estos mismos comentadores, la creencia en una cooperación franco-alemana útil y necesaria debe ser cuestionada cuando un nuevo balance de poderes está emergiendo en una Unión Europea más amplia y en un momento en que Alemania está experimentando grandes cambios en los cimientos fundamentales de su economía y política exterior.

 

Con una Europa radicalmente cambiada viene la percepción de una cooperación franco-alemana cada vez más desfasada y con fallas estructurales.

 

Naturalmente, voceros oficiales a ambos lados del Rin están disputando esta interpretación. Y algunos conocedores de política franco-alemana no dudan en recalcar que las relaciones entre París y Berlín nunca han sido un asunto sencillo.

 

La entrada al poder de nuevos gobiernos de forma alternativa en cada capital ha traído tradicionalmente periodos laboriosos de adaptación. Hoy en día, la llamada coalición semáforo en Alemania no es una excepción, y requiere tiempo para adaptarse.

 

Aún más considerable, es que profundas diferencias entre los intereses de los dos países se han ido formando desde el principio. De hecho, se encuentran en el núcleo de la asociación franco-alemana y pueden ser consideradas incluso su razón de ser. Es precisamente gracias a que el expresidente francés Charles de Gaulle y el canciller alemán Konrad Adenauer entendieron desde el comienzo la profundidad de las diferencias de sus intereses nacionales que decidieron en 1963 trabajar en una cooperación duradera.

 

Desde la oposición a la completación de la Política Agrícola Común de la Unión Europea, al nacimiento del euro o los nuevos derechos de votación que favorecieron a Alemania, el proceso de integración europea ha visto a París y Berlín superar arraigadas diferencias en repetidas ocasiones para darle forma a compromisos bilaterales que pudieran ser respaldados por todos los Estados europeos.

 

En todo caso, el mérito existencial de la cooperación franco-alemana ha sido precisamente entender que los intereses divergentes entre ambos países representan la esencia de la discusión a nivel europeo.

 

Acuerdos entre Berlín y París, por lo tanto, abrieron camino a soluciones aceptables para todos sus aliados europeos. Sin duda, esta distinción ha causado quejas de parte de miembros de la unión, pero cuando se enfrentan al colapso de la cooperación franco-alemana, estos mismos miembros son los primeros en llamar a ambos países a hacer las paces.

 

Esta contribución de la asociación franco-alemana al progreso de la UE ha resistido el paso del tiempo. Además, la ampliada Unión Europea tiene poco que ver con las razones para los rencores actuales entre París y Berlín.

 

Si hay una queja mayor de parte de París hacia el gobierno de Scholz, es que Alemania, de manera egoísta, está mostrando poca solidaridad con sus aliados de la UE.

 

En cuanto a la crítica hacia Francia, ellos parecen culpar igualmente al tradicional entusiasmo francés para liderar proyectos de defensa y distanciar a Europa del liderazgo estadounidense.

 

¿Entonces, qué está faltando hoy en la cooperación entre Berlín y París que pueda explicar este sentimiento de insuficiencia? Quizá es la conversación libre y sustancial en todos los niveles de las instituciones del Estado para construir un entendimiento profundo entre ambas partes.

 

Contactos en los altos mandos políticos son indispensables, pero no son suficientes para transmitir mensajes e implementar decisiones. Se necesita aplicar métodos de trabajo más eficientes con líderes designados en proyectos específicos de cooperación para mantenerlos bajo revisión constante y generar resultados tangibles según lo previsto.

 

Al mismo tiempo, Francia y Alemania deben prestar más atención a las preocupaciones y dudas de sus aliados de Europa central y oriental. Con ese objetivo, el Triángulo de Weimar (la agrupación de Alemania, Francia y Polonia) podría ser usado más frecuentemente y finalmente extendido.

 

Acusaciones de “imperialismo franco-alemán” en algunas capitales de Europa oriental son exageradas, pero el malentendido que expresan debe ser escuchado.

 

Al final, lo que se necesita el día de hoy es la revitalización de la cooperación entre Francia y Alemania, no el distanciamiento de ambos países.


First published in :

Carnegie Europe

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Pierre Vimont

Pierre Vimont es miembro del Fondo Carnegie - Europa. Su investigación se centra en la Política Europea de Vecindad, las relaciones transatlánticas y la política exterior francesa.


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