Diplomacy
Las Políticas de Japón en Medio de una Creciente Rivalidad entre Estados Unidos y China
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First Published in: May.01,2022
Apr.18, 2023
Este artículo está dedicado al análisis de las políticas de Japón en medio de la creciente competencia entre los Estados Unidos y China en la región Indo-Pacífica. Evalúa el lugar de Japón en la estrategia estadounidense para contener a China en los ámbitos económicos y políticos. Se presta atención especial a los eventos que tomaron lugar en el 2021, el primer año del gobierno de Biden en los Estados Unidos.
El gobierno de Biden, que entró a la Casa Blanca el 20 de enero de 2021, anunció inmediatamente una trayectoria de rivalidad con China. En su primer discurso en política exterior, el 46° presidente de los Estados Unidos llamó a la República Popular de China (RPC) el rival más serio de los Estados Unidos, declaró su deseo de rechazar “las crecientes ambiciones de China, que amenazan al liderazgo estadounidense”.
La Guía Provisional para Estrategias de Seguridad Nacional (Interim National Security Strategy Guide) de los EE.UU., publicada en marzo de 2021, llamó a China, “el único competidor con el potencial de combinar su poder económico, diplomático, militar, y tecnológico para desafiar de manera sostenida a un sistema internacional estable y abierto”. La trayectoria del gobierno de Biden también incluyó el contrarrestar prácticas chinas de comercio ilegal, delito cibernético, y la confrontación de las llamadas medidas económicas coactivas de Beijing que socavan la ventaja competitiva de la economía estadounidense.
Al mismo tiempo, Joe Biden, contrario a su predecesor D. Trump, quién persiguió una política con el espíritu de “primero América”, prometió depender en sus aliados y socios en la implementación de su política internacional. La Guía Provisional para Estrategias de Seguridad Nacional de los Estados Unidos llamó a los aliados sus “recursos estratégicos más importantes”, permitiéndoles actuar como un frente unido en contra de rivales regionales y mundiales, incluyendo a China. Estados Unidos prometió reafirmar y reforzar su compromiso con las alianzas en Europa y la región del Indo-Pacífico, y el alentar a sus aliados a desarrollar sus capacidades militares y políticas para contrarrestar amenazas comunes actuales y futuras.
Japón, el aliado militar y político más importante de los Estados Unidos en la región Indo-Pacífica (Indo-Pacific Region, IPR), apoyó la trayectoria de rivalidad con China de Joe Biden en una amplia gama de temas. Al mismo tiempo, la creciente competencia entre Washington y Beijing está desafianzo los intereses nacionales de Tokio, forzándolo a revisar los parámetros claves de su estrategia económica y de política extranjera, y a adaptarla a las cambiantes condiciones de política internacional.
En 2021, Japón comenzó a coordinar su estrategia para la RPC con el nuevo gobierno estadounidense. El 16 de marzo, Tokio sostuvo la primera reunión con los nuevos jefes de los departamentos de Exteriores y Defensa estadounidenses (E. Blinken y L. Austin) con sus homólogos japoneses, la cual se dio en el formato 2+2. Luego de esta reunión, ambas partes declararon que las actividades de China en los ámbitos políticos, económicos, militares y tecnológicos propone un reto para la alianza de Japón-EE.UU. y la comunidad mundial cuando no cumpla con el orden internacional existente. Los ministros anunciaron su determinación para resistir las acciones de Beijing si ponían presión en los actores regionales o desestabilizaban la situación, lo cual perjudica al “sistema normativo” internacional.
Durante la primera cumbre Japón-EE.UU. para Biden el 16 de abril de 2021 en Washington, las partes expresaron preocupación acerca del comportamiento de China que viola/va en contra el orden internacional, incluyendo el uso de formas de coerción económica entre otras. Además, Biden y Suga se pronunciaron en contra de la reclamación territorial de China en Hong Kong y la Región Autónoma Uigur de Sinkiang. Por primera vez en 52 años (desde 1969), los líderes de Japón y Estados Unidos mencionaron el “problema de Taiwán” en una declaración conjunta: declararon la importancia de la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán y expresaron preocupación acerca de la situación actual en cuanto a Taiwán. Se declaró el deseo de desarrollar la cooperación entre Washington y Tokio sobre la base de valores universales y principios comunes. Las partes involucradas también recalcaron la necesidad del efecto disuasorio para mantener la paz y estabilidad en la región. Al mismo tiempo, Biden y Suga señalaron que es importante tener un diálogo honesto con Beijing, expresar de manera directa sus preocupaciones y trabajar con ellos en temas de interés.
Estados Unidos sigue siendo el socio/aliado militar y político más importante de Japón, garantizando la seguridad del Estado japonés de ataques exteriores. De acuerdo con documentos oficiales del gobierno japonés, la más grave amenaza de seguridad para Japón es la falta de transparencia en cuanto al aumento de capacidad de combate del ejército chino. Además de esto, los intentos de China por cambiar el orden establecido en China del este y en el mar de la China Meridional constituyen una amenaza para Japón. Hay una inquietud particular con respecto a la actividad de China alrededor de Islas Senkaku en el Mar de la China Oriental, las cuales amenazan la soberanía de Japón sobre las islas. Asimismo, el desarrollo de programas nucleares y de misiles de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) es considerado como otra amenaza de seguridad a Japón. Tokio está preocupado acerca del avance significativo hecho por Pionyang en el desarrollo de un nuevo tipo de misil balístico. En estos asuntos más delicados, Tokio está buscando el respaldo de Washington para garantizar su seguridad.
El creciente conflicto entre los Estados Unidos y China en el ámbito político-militar constituye un nuevo desafío para la alianza entre japón y Estados Unidos. Desde la década del 2010 hasta principios del 2020, con el apoyo activo del gobierno japonés, la cooperación militar entre Tokyo y Japón se ha expandido notablemente. El cambio en la interpretación de la constitución por el gobierno de Shinzō Abe en 2013 le permitió a Japón aplicar el derecho a la defensa colectiva en casos limitados. Las Fuerzas de Autodefensa de Japón ganaron la habilidad de acudir en ayuda de sus aliados en operaciones conjuntas fuera de las islas japonesas. Como resultado, el alcance de la alianza entre Japón y Estados Unidos se ha expandido prácticamente a todo el mundo.
La creación del Mecanismo de Coordinación en 2015 entre las fuerzas armadas de ambos países está dirigido a fortalecer la cooperación entre Tokio y Washington en el ámbito militar. Fue usado para monitorear la situación en la Península Coreana durante la escalada de las tensiones en 2017. Además, Japón aumentó el volumen de compra de armas estadounidenses, incluyendo aviones de combate F-35, interceptores de misiles balísticos SM-3, vehículos aéreos no tripulado de largo alcance para reconocimiento RQ-4 Global Hawk, convertiplanos Osprey, aviones E-2D Advanced Hawkeye, entre otros.
La participación mucho más activa de Tokio en los enfrentamientos entre Washington y Beijing está apoyada por varios expertos en política estadounidenses. En los años recientes, ha habido un creciente número de publicaciones corroborando el papel importante que Japón en la estrategia de EE.UU. en la relación Indo-Pacífica. Se observa que durante los años de presidencia de Trump, Estados Unidos se negó a participar en varias iniciativas multilaterales regionales y mundiales, socavando su credibilidad como líder del orden liberal internacional. Al mismo tiempo, fue Japón el que asumió el papel de conductor y defensor de los valores liberales en la región Indo-Pacífica.
Como Sheila Smith, una investigadora del Consejo Estadounidense de Asuntos Exteriores, señala, junto con mantener un compromiso inquebrantable a una alianza con los Estados Unidos, Japón ha obtenido un papel más destacado en las coaliciones internacionales en la IPR en años recientes. Esto es evidente dada su participación en ejercicios navales con los Estados Unidos, Australia, India y otros. Una mayor participación de Japón en el enfrentamiento de EE.UU. contra China, poniéndose del lado de Estados Unidos, requeriría que Tokio desarrolle su potencial militar y aumente su presupuesto e defensa, fortalezca la coordinación entre sus tres tipos de fuerzas armadas, entre las fuerzas armadas estadounidenses y japonesas, así como la unificación de sus comandos.
Dichos cambios en el ámbito militar de Japón necesitarán más modificaciones de su legislación de defensa, incluyendo una revisión de las restricciones impuestas por el Artículo 9 de la constitución que prohíbe actos bélicos. A pesar de que parte de la élite política, incluyendo miembros del Partido Liberal Democrático gobernante y el anterior primer ministro Abe y Suga, abogan por la necesidad de revisar la Constitución y expandir más aún las capacidades militares de Japón, alrededor de la mitad del público aún no apoya estas medidas y se adhieren a su visión pacifista. En corto plazo, es improbable que haya cambios radicales en Japón, lo cual le impondría restricciones a la cooperación entre Japón y Estados Unidos en el ámbito militar.
En cuanto a las relaciones entre Japón y China, durante el periodo del gobierno de Trump en los Estados Unidos, la convergencia fue limitada en asuntos económicos y políticos entre Tokio y Beijing entre 2017 y 2019. La visita del primer ministro Shinzō Abe a Beijing en 2018 le dio un ímpetu a la expansión de las interacciones económicas entre las dos economías más grandes de Asia. China y Japón firmaron 52 acuerdos que alcanzaron los 18 billones de dólares, anunciaron sus planes de cooperar en terceros países en el campo de la construcción de infraestructura, acordaron cooperar en el campo del fomento de la innovación y la protección de la propiedad intelectual, renovaron un acuerdo de permuta de divisas por 30.4 billones de dólares, y expresaron la necesidad de desarrollar de manera conjunta marcos de comercio libre en la región.
Tokio y Beijing han dado pasos el uno hacia el otro en materia de regulación de tensiones en el mar de la China Oriental. Las partes reafirmaron su intención de volver el mar de la China Oriental un “mar de paz, cooperación y amistad” y acordaron prevenir el surgimiento de situaciones peligrosas en la zona marítima y aérea. El 28 de diciembre de 2021, Japón y China anunciaron de nuevo su intención de abrir una “línea directa” entre los departamentos militares para monitorear la situación en el mar de la China Oriental alrededor de las islas Senkaku, cuya soberanía es disputada con Beijing.
En el ámbito político-militar, sigue habiendo graves contradicciones entre Japón y la República Popular de China, incluyendo disputas territoriales, el problema de memoria histórica, así como la competencia por la influencia en la IPR. Al mismo tiempo, Tokio mantiene canales de comunicación con Beijing y su propia agenda de relaciones bilaterales. De acuerdo con Ryo Sahashi, un investigador de la Universidad de Tokio, la labor de Japón en sus relaciones con China desde que establecieron relaciones diplomáticas en 1970 ha sido el involucrar a China en el orden político internacional a través del desarrollo de relaciones económicas bilaterales mientras mantiene su alianza con los Estados Unidos.
La respuesta de Japón a la intensificación actual de las confrontaciones entre Estados Unidos y China ha sido para aumentar la cooperación con los Estados Unidos en el ámbito político-militar y en el campo de seguridad económica, así como el desarrollo de las interacciones con países que comparten la visión de Tokio en cuanto al orden internacional de preferencia mientras mantienen relaciones con China. Los intereses de Japón a largo plazo radican en la creación de ciertas instituciones en la IPR en el área de economía, política y seguridad, las cuales llevarían a la formación de un orden basado en valores universales.
En 2021, las políticas del gobierno de Joe Biden en cuanto al ámbito económico y comercial en la región del Indo-Pacífico (IPR) estaba n proceso de formación. Muchas de las medidas de Trump, principalmente en relación con China, han mantenido su efecto. Varias nuevas iniciativas fueron propuestas para restaurar la posición de EE.UU. en la IPR, la cual se perdió durante los años del gobierno previo.
Con respecto a la RPC, Washington mantuvo las tarifas impuestas por Trump en las importaciones de productos chinos por un valor de 370 billones de dólares (en 75% de las exportaciones de fabricantes chinos a los Estados Unidos). Además, se mantienen las sanciones en contra de las grandes compañías de alta tecnología chinas ZTE y Huawei. En respuesta a las medidas restrictivas estadounidenses, China impuso tarifas del 25% a 110 billones de importaciones estadounidenses en el 2018. El conflicto comercial entre los Estados Unidos y China, cuya fase activa duró desde el 2018 al 2019, llevó a la firma de ambas partes de la llamada primera fase del tratado de comercio el 16 de enero de 2020. Se asumía un aumento de las compra de productos estadounidenses por parte de Beijing entre el 2020 y 2021 de 200 billones de dólares comparados con el 2017. También, comprometía a China a avanzar en hacer cumplir los derechos de propiedad intelectual, la eliminación de barreras no arancelarias a las importaciones agrícolas, y el liberalizar su sector de servicios financieros. El gobierno de Biden siguió insistiendo en que China cumpliera con los términos de la primera fase del acuerdo bilateral.
En octubre de 2021, el nuevo representante de comercio de los Estados Unidos, Katherine Tai, anunció su intención de continuar las consultas con las autoridades chinas en los temas de comercio y economía, así como para plantear temas como el subsidio del gobierno de la RPC de ciertos sectores de la economía y medidas especiales para apoyar las empresas estatales, las cuales Washington considera como “prácticas fuera de los márgenes del mercado”.
El conflicto comercial entre Estados Unidos y China ha llevado a una ralentización en la economía global y comercio mundial, una disminución en la confianza comercial y mayor incertidumbre acerca de desarrollos futuros. El volumen de comercio de Japón en 2019 también disminuyó un 5% comparado con el 2018. Las exportaciones japonesas a China cayeron un 7% y las importaciones disminuyeron un 3%. China sigue siendo el mayor socio comercial de Japón: la participación de China en el comercio japonés entre 2018 y 2019 fue de 22%, y al final de 2020 aumentó a 24%, mientras que la participación de EE.UU. fue de un 15%.
El conflicto comercial entre Washington y Beijing tuvo un impacto negativo en el desempeño económico de corporaciones multinacionales japonesas (transnacionales) con subsidiarias chinas. Desde que Estados Unidos impuso tarifas en los productos chinos en 2018, ha habido una disminución en ventas en filiales chinas de transnacionales japonesas haciendo negocios en países de América del Norte. Se registró una disminución en el valor de las acciones en el cambio (Índice Nikkei 225) para transnacionales japonesas, cuyas operaciones están relacionadas al comercio entre EE.UU. y China. El precio de las acciones de transnacionales, cuyas subsidiarias chinas tuvieron una mayor participación de las exportaciones desde Japón, cayó considerablemente. Esto es dado a que, a medida que las ventas a EE.UU. disminuyeron, el volumen y valor de las importaciones desde Japón también disminuyeron, resultando en una baja en el precio de las acciones.
Para evitar un aumento en los efectos negativos de la guerra comercial, algunas corporaciones japonesas se vieron forzadas a transferir su producción. Así que Mitsubishi Electric, entre 2018 y 2019, mudó parte de su producción de semiconductores u equipos para sus clientes de Estados Unidos a Japón. Otras compañías han aumentado la capacidad de sus plantas en América del Norte y el Sur de Asia. El fabricante de motores eléctricos Nidec Corporation mudó su producción a México en octubre de 2018, Ricoh mudó su producción de impresoras a Tailandia, y Sharp mudó parte de su producción de laptops de China a Vietnam.
Las medidas de Washington para enfrentar a Beijing en el ámbito económico y tecnológico en 2021 fueron complementadas por una iniciativa dirigida a reducir la independencia de la economía estadounidense de los productos de alta tecnología hechos en China y reformateando cadenas de distribución existentes con la posible exclusión de China de ellas. En febrero de 2021, Washington anunció su intención de impulsar la transferencia de producción de productos críticos de China a los Estados Unidos y a países aliados, incluyendo Japón, Corea del Sur, Taiwan, Australia e India. Al mismo tiempo, Estados Unidos ha prestado atención especial a la producción de semiconductores, industria que es uno de los motores clave del crecimiento económico mundial. La escasez de semiconductores en 2021 dejó expuesta la vulnerabilidad de las cadenas de distribución existentes y perjudicó la producción mundial de automóviles, computadoras y electrónicos.
El 8 de junio de 2021, el Senado de los Estados Unidos pasó la Ley de Innovación y Competencia (Innovation and Competition Act), la cual provee 250 billones de dólares para el desarrollo de las industrias de semiconductores, computación cuántica, e inteligencia artificial. De este presupuesto, está planeado que 52 billones estén dirigidos a expandir la producción de semiconductores en los Estados Unidos. El propósito de esta propuesta de ley es el aumentar la competitividad de los Estados Unidos en la competencia tecnológica con China, donde, como parte de la estrategia “Hecho en China “, la cantidad de apoyo del estado a las compañías productoras de semiconductores se espera que llegue a los trillones de dólares.
El gobierno japonés también está tomando pasos para reducir su dependencia de China. De acuerdo con el experto japonés A. Furuse, Tokio se dio cuenta de que necesita diversificar su cadena de distribución desde el 2010, luego de que la escalada de tenciones alrededor de las islas Senkaku en el mar de la China Oriental causara interrupciones en el suministro de metales de tierras raras a Japón desde China. Hoy en día, cuando el mundo entero está enfrentando interrupciones de suministro, la importancia de la cooperación entre aliados y socios en industrias de alta tecnología está aumentando. Países socios serán capaces de reducir el riego de dependencia en China, compartir la carga financiera en investigación y desarrollo, y tomar su cooperación industrial a un nuevo nivel.
El 4 de junio de 2021, el gobierno de Japón publicó la “Estrategia para las Industrias Digitales y de Semiconductores” que cubre actividades en tres sectores: semiconductores, infraestructura digital, e industria digital. Esta establece que garantizar la seguridad de producción y suministro de semiconductores es un problema directamente relacionado con la seguridad económica en cara de la competencia tecnológica entre Estados Unidos y China. Con este fin, Japón promoverá el desarrollo conjunto con grandes fabricantes extranjeros.
Otro documento publicado por el ministro de Economía, Comercio e Industria de Japón el 29 de junio de 2021 declara que, con la rivalidad entre EE.UU. y China en aumento, Japón debe diversificar sus proveedores y cooperar con Estados Unidos y otros países para proteger sus cadenas de distribución. También enfatiza la necesidad de tomar medidas para prevenir la fuga de tecnologías estratégicas desde/de Japón.
Otro tema importante son los prospectos de participación de EE.UU. y China en formatos de comercio multilateral en la IPR. Ahora, la participación de China en el comercio internacional en la región excede por mucho la de Estados Unidos. El 15 de noviembre de 2020, se firmó el acuerdo de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés) y entró en vigencia el 1 de enero de 2022 en diez países (Australia, Brunei, Cambodia, China, Japón, Laos, Nueva Zelanda, Singapur, Tailandia y Vietnam). En la ausencia de India, la cual se retiró de negociaciones a principios de 2020, China está tomando el liderazgo en la zona de libre comercio más grande del mundo, cubriendo 30% de la población mundial.
Luego de que los Estados Unidos se retirara del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en inglés) en 2017, el resto de los 11 países participando en las negociaciones firmaron un nuevo acuerdo llamado Acuerdo Transpacífico Integral y Progresivo para la Cooperación Económica (CPTPP por sus siglas en inglés). Japón, luego de la retirada de Estados Unidos, tomó el lugar de líder de la asociación y por lo tanto garantizó para si mismo la participación en la creación de reglas y normas para llevar a cabo actividades económicas y de comercio en la región. En septiembre de 2021, China aplicó para unirse al CPTPP. A pesar de que muchos se muestran escépticos acerca de los prospectos de la participación de China en el CPTPP, las participaciones de China en el comercio de todos sus miembros ya supera al de Estados Unidos.
La adhesión de Estados Unidos al CPTPP en el futuro cercano es poco probable, principalmente por razones de política interna. Sin embargo, en 2021, el gobierno de Biden hizo el intento de regresar a las discusiones de temas económicos y de comercio en la IPR sobre una base multilateral. Durante la Cumbre de Asia Oriental el 27 de octubre de 2021, la cual se sostuvo de forma online, Biden anunció la iniciativa para crear un marco económico del Indo-Pacífico. De acuerdo con Biden, sus actividades estarán dirigidas a facilitar procedimientos comerciales, estableciendo normas para la economía y tecnologías digitales, fortaleciendo la sustentabilidad de las cadenas de distribución, la descarbonización y el desarrollo de energía limpia, desarrollo de infraestructura, mejorar los estándares laborales, entre otros. Pero esta iniciativa, a diferencia de los acuerdos multilaterales de libre comercio, no será vinculante, no incluye metas de comercio y liberalización de inversiones, y no garantiza preferencias en el atractivo mercado estadounidense. Estas circunstancias reducirían el valor de la propuesta estadounidense a los países de la IPR en comparación con los formatos multilaterales existentes.
Washington no está dispuesto a participar en acuerdos de libre comercio en la IPR y esto reduce la participación e influencia de Estados Unidos en las reglas y normas de las actividades económicas y de comercio que allí se desarrollan. En cambio, Beijing, el principal socio comercial de la mayoría de las economías regionales, durante la década del 2010 hizo esfuerzos significativos para crear sus propias instituciones internacionales diseñadas para fortalecer la influencia de la RPC en las relaciones económicas internacionales y al mismo tiempo aumentar su independencia de reglas y normas externas.
Bajo estas condiciones, Japón ve su labor como la formación de un sistema económico y de comercio multifacético con reglas y normas unificadas en la región Indo-Pacífica, el cual será capaz de no solo equilibrar la creciente influencia de China, sino que también crear un orden económico liberal con el que tanto China como Estados Unidos se verán forzados a contar. Por lo tanto, Japón espera que sus políticas de comercio multilateral serán capaces de limitar las acciones unilaterales de Beijing y Washington y reducir los posibles efectos negativos de la guerra comercial entre China y Estados Unidos en la economía nacional y mundial.
Doctor en Ciencias Políticas, Investigador Principal, Secretario Científico del Instituto Nacional de Investigación de Economía Mundial y Relaciones Internacionales E.M. Primakov de la Academia Rusa de Ciencias (IMEMO RAS). Autor de más de 60 publicaciones científicas en revistas rusas e internacionales. Sus temas de investigación incluyen las relaciones internacionales de los países APR, política exterior japonesa, relaciones ruso-japonesas y la política exterior de Rusia en APR.
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