Diplomacy
La Cumbre entre Putin y Xi Refuerza su Asociación en Contra de EE.UU.
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First Published in: Mar.24,2023
Apr.19, 2023
El encuentro del presidente ruso Vladímir Putin y el líder chino Xi Jinping en Moscú ayudó a dar la impresión de un frente unido, pero también se hicieron evidentes las tensiones subyacentes.
Con toda la suntuosidad de una visita de Estado, el presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder chino, Xi Jinping, destacaron su creciente alineación estratégica, cuyo objetivo es cambiar el orden normativo internacional liderado por Estados Unidos a favor de un mundo multipolar. Con mucho simbolismo y carente de contenido concreto, la cumbre, no obstante, sirvió a los propósitos de ambos líderes.
Putin le dio la bienvenida a la muestra de que Rusia no estaba, ni podría estar, aislada del escenario mundial, ya que profundizó las relaciones con una de las dos superpotencias del mundo. Al exhibir los crecientes vínculos comerciales y revelar sus planes para expandirlos, Putin transmitió su confianza en que Rusia puede resistir frente a las duras sanciones occidentales.
Mientras tanto, la decisión de Xi de hacer de Moscú su primera visita al extranjero luego del comienzo de su tercer mandato como presidente subrayó su fuerte compromiso con Rusia y con Putin personalmente. Aprovechó la cumbre para subrayar la determinación de China de perseguir sus intereses nacionales, desafiando la creciente presión económica y diplomática de los Estados Unidos; demostrando que China no abandonará a su socio estratégico cuando este busque hacer retroceder las pretensiones de liderazgo mundial de Estados Unidos. Este fue un mensaje crucial para su audiencia local cada vez más nacionalista, así como para el hemisferio sur, donde el orden liberal liderado por Estados Unidos se encuentra bajo presión.
Al mismo tiempo, Xi sutilmente dejó saber que China es el socio dominante. Putin no tuvo más remedio que aceptar la propuesta de Xi de que Rusia use el yuan, no el rublo, en el comercio con el hemisferio sur para disminuir el papel del dólar estadounidense en el comercio mundial. Xi también expresó, sin necesidad de, su respaldo a Putin para su reelección en 2024, a pesar de que el presidente ruso no ha declarado su intención de postularse. Y en la rueda de prensa conjunta al final de la cumbre, Xi fue mucho más moderado en su descripción de las relaciones bilaterales que Putin, quien estaba ansioso por exponer todas las áreas en las que los dos países mejorarían su cooperación en los años venideros. Eso dejó la clara impresión de que Rusia necesita a China mucho más de lo que China necesita a Rusia.
Nada en la cumbre sugirió que la dinámica subyacente de la guerra estuviese a punto de cambiar. Como era de esperarse, Beijing continuó brindando un fuerte apoyo diplomático a Moscú, haciendo eco de la narrativa de este último que culpa a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) por el conflicto. Sin embargo, a pesar de los temores de Washington, Xi no dio indicios de que China estuviese lista para proporcionar un apoyo militar letal que podría mejorar radicalmente las probabilidades de Rusia en el campo de batalla. Putin señaló que el plan de paz de 12 puntos publicado recientemente por China podría servir como base para las negociaciones, pero ni él ni Xi sugirieron ningún paso práctico que pudiera dar sustancia a lo que es en gran medida una lista de trivialidades sobre respetar la soberanía, evitar la escalada y buscar soluciones diplomáticas.
La realidad es que China se beneficia del estancamiento militar. La agresión de Rusia distrae la atención y los recursos de Estados Unidos de la región del Indo-Pacífico, mientras que las sanciones occidentales obligan a Rusia a recurrir a China como salvavidas económico. China explota la situación de Rusia para obtener acceso a recursos naturales cruciales, especialmente petróleo y gas, a precios reducidos.
De acuerdo con este cálculo, Xi brindó a Putin suficiente apoyo moral y material para que pudiera continuar con el combate, pero mucho menos de lo necesario para darle la ventaja a Rusia. Al mismo tiempo, los chinos continuaron realizando duras negociaciones comerciales. En particular, no se anunció ningún acuerdo para construir un segundo gasoducto como el Poder de Siberia, el cual Putin ha descrito como “el acuerdo del siglo”. Más bien, simplemente se señaló que era necesario negociar más detalles, ya que China está explorando alternativas.
Excepto por un breve período después de la toma de posesión comunista de China en 1949, China y Rusia han sido rivales, no socios. Hasta el final de la Guerra Fría, Rusia era, por mucho, la potencia superior.
La dinámica cambió drásticamente después de 1991. En ese entonces, las economías de ambos países eran aproximadamente iguales. Ahora, la economía de China es diez veces más grande y la brecha continúa ampliándose. Además, China ahora proyecta una sombra mucho más grande en el escenario global: ha superado a Rusia en el desarrollo de tecnología avanzada y su ejército convencional es comparable al de Rusia, incluso mientras se acerca hacia la igualdad nuclear tanto con Rusia como con Estados Unidos.
Lo que una vez podría haber sido visto como una asociación más o menos igualitaria ha evolucionado hasta el punto en que Rusia es decididamente el socio menor. A pesar de la retórica de una asociación integral y las confesiones de Putin y Xi de que las relaciones nunca han sido mejores, esta asimetría en poder y ambiciones es en sí misma un punto de fricción, además de los choques entre civilizaciones, prejuicios raciales, reclamaciones territoriales y competencia geopolítica que han puesto presión en sus relaciones en el pasado.
Pero estas fuentes de tensión actualmente son superadas con creces por el desafío compartido de los Estados Unidos. La política actual de contención dual de Washington solo refuerza su alineación estratégica y empuja las tensiones a un segundo plano.
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Thomas E. Graham es miembro distinguido del Consejo de Relaciones Exteriores. Es cofundador del programa de estudios sobre Rusia, Europa del Este y Eurasia en la Universidad de Yale. Graham fue asistente especial del Presidente de Estados Unidos y Director Principal para Rusia en el Consejo de Seguridad Nacional de 2004 a 2007.
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