Energy & Economics
La humanidad reniega de la crisis climática y sobrepasa un nuevo límite de emisiones en 2024
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First Published in: Nov.13,2024
Dec.09, 2024
Jarro de agua gélida en plena Cumbre del Clima, o más bien abrasadora. La organización independiente ‘Global Carbon Project’ (CGP), especializada en cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de la quema de combustibles fósiles, ha hecho pública su última investigación. La edición 2024 del ‘Global Carbon Budget’ proyecta, a mes y medio de terminar el año, unas emisiones totales anuales proveniente de los combustibles fósiles de 37,400 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2). Se trata de un aumento del 0.8% respecto a 2023 — con un rango de error posible que va de acabar el año con una disminución del 0.3% a un aumento del 1.9% — lo que supone un nuevo récord inédito en el peor momento. En el año límite en que, según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la humanidad debería llegar a su pico de emisiones si quiere tener alguna oportunidad de no sobrepasar un calentamiento medio global de 1.5ºC, no solo se ha alcanzado un nuevo máximo histórico, sino que además “no hay ninguna señal” de que el mundo haya alcanzado el pico de emisiones provenientes de la industria fósil, advierten desde el equipo detrás de la investigación presentada este miércoles. Tal como lamenta el profesor Pierre Friedlingstein, del Instituto de Sistemas Globales de Exeter, a cargo de la coordinación del estudio presentado este miércoles, “aún no vemos señales de que la quema de combustibles fósiles haya alcanzado su punto máximo”. Las cifras son en realidad más preocupantes, pues con las emisiones que supondrán los llamados “cambios de uso de la tierra” — donde se incluye la deforestación causada por el ser humano y su agroindustria — suponen 4,200 millones de toneladas de CO2 (GtCO2) adicionales. Esto supone que emitiremos a la atmósfera 41,600 millones de toneladas de CO2, mil millones más que el pasado año, periodo que ya fue de récord.
A pesar de los amplios avances realizados en descarbonización, las emisiones de los tres principales combustibles fósiles se incrementarán en 2024. La protección del GCP es que las del carbón aumenten un 0.2%, siendo este combustible el responsable del 41% de las emisiones atribuidas a los combustibles fósiles; las del petróleo un 0.9%, siendo su quema el 32% de las emisiones; y las del gas un 2.4%, con un 21% de las emisiones fósiles totales atribuibles a este combustibles fósil. Por otro lado, las de la industria del cemento, que suponen el 4% de las globales, decrecerán en 2024 un 2.8%, debido principalmente a su disminución en la UE, aunque sí aumentarán en China, los Estados Unidos e India, según la investigación. Por polos económicos, si bien la UE — responsable del 7% de las emisiones globales — reducirá sus emisiones este año un 3.8%, Estados Unidos, con un 13% del total anual, solo lo hará un 0.6%. China, principal potencia contaminante, con el 32% de las emisiones globales anuales, aumentará según la previsión un 0.2% sus emisiones, aunque el rango proyectado hace que pueda acabar el año con una disminución residual. Otro polo de emisiones, India, donde se produce el 8% de los gases de efecto invernadero, aumentará estos un 4.6% en 2024. En el resto del mundo, donde se produce el 38% de las emisiones globales, la previsión es que estas aumenten un 1.1%. Desde el CGP destacan la creciente importancia de la aviación y el transporte marítimo en el inventario de emisiones: se prevé que aumenten un 7.8% sus emisiones, aunque se mantienen por debajo de su nivel de 2019%.
El informe realizado por personal investigador de más de 80 instituciones de todo el mundo, entre las que se encuentran las universidades de Exeter y East Anglia (Reino Unido), la Ludwig-Maximilian de Múnich (Alemania) o el Centro CICERO para la Investigación Climática Internacional (Noruega), hace un balance sobre las emisiones de los últimos diez años. Si bien hablan de cierto estancamiento en la última décadas en lo referente al total de gases de efecto invernadero expulsados a la atmósfera, la realidad es que siguen aumentando y que la década anterior (2004-2013) fue de fuerte crecimiento de emisiones, con en torno a un incremento del 2% anual. Semejantes cifras suponen que el nivel de concentración de CO2 en la atmósfera siga aumentando. Hace apenas dos semanas, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) alertaba del nuevo récord de concentración de gases de efecto invernadero el pasado año: un promedio anual de 420 partes por millón (ppm) en el caso del CO2. A esto hay que sumar concentraciones en superficie de 1,935 partes por mil millones (ppmm) de Metano (CH4) y de 336.9 ppmm de óxido nitroso (N2O). Son incrementos del 151%, el 265% y el 125%, respectivamente, respecto a los niveles preindustriales. “Durante 2023, las emisiones de CO2 causadas por enormes incendios forestales y una posible reducción de la absorción de carbono por parte de los bosques, combinadas con unas emisiones de CO2 permanentemente elevadas fruto de la quema de combustibles fósiles para llevar a cabo actividades humanas e industriales, impulsaron el aumento observado en las concentraciones”, señalaba el Boletín anual de la OMM sobre Gases de Efecto Invernadero. Jamás en la historia de la humanidad la atmósfera había estado tan cargada de este tipo de gases, expulsados además con especial celeridad: en veinte años las concentraciones de CO2 han aumentado un 11.4%. Y se prevé que los niveles de CO2 atmosférico alcancen 422.5 partes por millón en 2024, 2.8 ppm por encima de 2023 y un 52% por encima de los niveles preindustriales.
Desde el GCP, no obstante, ven un espacio para la esperanza entre tanta cifra desesperanzadora. “A pesar de otro aumento en las emisiones globales este año, los últimos datos muestran evidencia de una acción climática generalizada, con la creciente penetración de energías renovables y autos eléctricos que desplazan a los combustibles fósiles, y la disminución de las emisiones de deforestación en las últimas décadas confirmada por primera vez”, señala Corinne Le Quéré, profesora de investigación de la ‘Royal Society’ en la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad de East Anglia. En la misma línea, el doctor Glen Peters, del Centro CICERO de Oslo, apunta que “hay muchas señales de progreso positivo a nivel de país, y una sensación de que un pico en las emisiones globales de CO2 fósil es inminente”. Un total de 22 países, con una factura conjunta del 23% de las emisiones globales de CO2 fósil, han reducido sus emisiones en la década 2014-2023. Además, los países integrados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en el grupo de los más ricos, incrementaron sus tasas de reducción de emisiones en la última década respecto a la anterior del 0.9% al 1.4%. En el grupo de los no pertenecientes a la OCDE (excluyendo a China), los aumentos de emisiones pasaron del 4.9% en la década 2004-2013 al 1.8% del 2014-2023. No obstante, Peters advierte de que “el pico global sigue siendo esquivo” y remarca que “la acción climática es un problema colectivo, y si bien se están produciendo reducciones graduales de emisiones en algunos países, los aumentos continúan en otros”. Otra de las notas positivas es que, a nivel mundial, las emisiones derivadas del cambio de uso de la tierra han disminuido un 20% en la última década, aunque se prevé que aumenten en 2024 en este epígrafe. Si bien la eliminación permanente de CO2 mediante la reforestación y la forestación (nuevos bosques) está compensando emisiones, solo lo está haciendo aproximadamente de la mitad de las emisiones de la deforestación permanente. Desde el GCP lanzan además un recado directo a los defensores del tecnooptimismo: “Los niveles actuales de eliminación de dióxido de carbono basada en la tecnología (excluyendo los medios basados en la naturaleza, como la reforestación) solo representan alrededor de una millonésima parte del CO2 emitido por combustibles fósiles”, inciden.
El artículo está bajo licencia CC BY-SA 3.0 ES (Atribución-CompartirIgual 3.0 España)First published in :
Comencé mi carrera en el periodismo local en el sur de Madrid, en el Diario de Ibiza y en diversas publicaciones del sector. Fui socio fundador de la agencia de noticias DisoPress en 2012, y en 2014 me incorporé al equipo editorial de Diagonal. Desde 2017 soy Coordinadora de Clima y Medio Ambiente de El Salto.
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