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Defense & Security

El Estado Islámico después de Asad: reconfigurando su presencia en los vacíos de poder en Siria y los desafíos de disuasión regional

Un coche destruido del EI. La guerra contra el EI. Bandera del Estado Islámico. Alepo, Siria 17 de junio de 2017

Image Source : Shutterstock

by Mohamed Nabil El-Bendary

First Published in: Apr.28,2025

Apr.28, 2025

Introducción

En medio de las dinámicas cambiantes en Siria e Irak, han resurgido las alertas internacionales y regionales sobre el resurgimiento del ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS) o Estados Islámico (EI) en español), impulsadas por crecientes evidencias de la reorganización del grupo y su aprovechamiento del vacío de seguridad dejado por los colapsos militares y la inestabilidad política. Desde finales de 2024, múltiples informes señalan un notable aumento en la actividad del EI, una mayor frecuencia de ataques y una creciente capacidad de maniobra y reclutamiento, alimentada por la débil coordinación regional y las prioridades divergentes entre actores internacionales clave. Lejos de estar derrotado ideológicamente, el EI parece estar reconfigurándose en un entorno volátil, amenazando con abrir una nueva fase de inestabilidad. En este contexto, el siguiente análisis explora las principales características del resurgimiento del grupo, la dinámica de su reexpansión territorial y los esfuerzos regionales e internacionales por contenerlo, con el objetivo de comprender la naturaleza de esta amenaza renovada y evaluar sus posibles implicaciones.

Advertencias internacionales sobre la creciente amenaza del EI

Una serie de declaraciones y advertencias internacionales y regionales emitidas desde finales de 2024 reflejan la creciente preocupación por el resurgimiento del grupo terrorista EI en la escena regional, en medio de condiciones de seguridad frágiles y una capacidad reducida para contener amenazas no convencionales. En diciembre de 2024, el ministro de Relaciones Exteriores de Irak, Fuad Hussein, en una llamada telefónica con el ministro de Estado para Medio Oriente y el Norte de África del Reino Unido, Hamish Falconer, reveló señales alarmantes sobre la reorganización del EI. Hussein señaló que la organización había logrado apoderarse de grandes arsenales de armas tras el colapso de las unidades del ejército sirio que abandonaron sus depósitos de armas, lo que permitió al EI ampliar su presencia territorial en algunas zonas de Siria. Este alarmante desarrollo no solo ha sido señalado por Irak, sino que también ha ocupado un lugar destacado en informes internacionales. El 10 de febrero de 2025, el secretario general adjunto de la ONU para la lucha contra el terrorismo, durante una sesión informativa ante el Consejo de Seguridad, confirmó que el EI continúa demostrando una notable capacidad de adaptación y evolución táctica, a pesar de la presión militar y de seguridad ejercida por los Estados miembros y socios internacionales y regionales. El vigésimo informe del secretario general de la ONU sobre la amenaza que representa el EI para la paz y seguridad internacionales enfatizó que el grupo no ha sido derrotado ideológicamente; por el contrario, se está reestructurando dentro de los vacíos de seguridad y poder político existentes en Siria, Irak y otras zonas. En el mismo contexto, el viceministro de relaciones exteriores de Rusia, Sergey Ryabkov, advirtió en marzo de 2025 sobre un “peligro real” debido al resurgimiento del EI en Siria, señalando la falta de acuerdos políticos y el colapso de ciertas estructuras internas de seguridad como condiciones propicias para el regreso del grupo. Su advertencia coincidió con la declaración final de la reunión de ministros de relaciones exteriores de los países vecinos de Siria, celebrada en Amán, Jordania, el 9 de marzo de 2025. Los ministros expresaron una profunda preocupación por el avance de la amenaza del EI y subrayaron la necesidad de reforzar los mecanismos de cooperación regional, especialmente en el intercambio de inteligencia y la coordinación de operaciones de seguridad en las fronteras de Siria con Jordania, Irak y Líbano. Tras la reunión, en una conferencia de prensa conjunta, el canciller iraquí Fuad Hussein recalcó que “combatir al EI ya no es un asunto local, sino una responsabilidad colectiva que exige una preparación regional efectiva y un sólido apoyo internacional”. Hussein destacó que la amenaza del grupo ha crecido no solo en términos de número de combatientes, sino también en capacidades militares, y que su alcance se está expandiendo más allá de las zonas fronterizas hacia el interior mismo del territorio sirio. Estos acontecimientos indican que, a pesar de los duros golpes recibidos en los últimos años, el EI continúa beneficiándose del volátil panorama geopolítico en Siria, que genera vacíos de seguridad que el grupo puede aprovechar para reposicionarse y reorganizarse. Además, las prioridades en conflicto entre actores internacionales y regionales en torno al tema sirio están dificultando la formación de un frente unificado para enfrentar esta amenaza renovada. Esta fragmentación hace que el desafío sea aún más complejo y refuerza la idea de que la lucha contra el EI está lejos de haber terminado, tanto en el terreno como en el marco más amplio de la seguridad colectiva.

Señales de escalada

El EI continúa consolidando su presencia en Siria mediante su despliegue en dos regiones geográficamente separadas, pero estratégicamente interconectadas, lo que demuestra su persistente capacidad para aprovechar vacíos de seguridad y divisiones entre actores locales e internacionales. La primera zona se ubica en el noreste de Siria, conocida como al-Jazira, bajo control nominal de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), respaldadas por EE. UU. A pesar de esta presencia, el EI mantiene una actividad significativa en el desierto del sur de la provincia de Hasaka, conectado geográficamente con los alrededores nororientales de la ciudad de Abu Kamal, especialmente en torno a la localidad de Baguz, último bastión urbano del grupo antes de su colapso oficial. Esta huella geográfica se extiende más allá de las fronteras sirias hacia Irak, específicamente al desierto de Hadar en la provincia de Nínive. Aunque actualmente existen barreras físicas que separan ambos países, el EI ha demostrado conservar una clara capacidad de movilidad transfronteriza, según testimonios de residentes en zonas rurales de Hasaka, lo que revive recuerdos de la “estructura de estado paralelo” que el grupo intentó consolidar durante su auge entre 2014 y 2017. El año 2024 mostró un aumento marcado en la actividad del EI dentro de Siria. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, el grupo llevó a cabo 491 operaciones durante el año. En su informe del 30 de diciembre de 2024, el Observatorio señaló que el EI ha sabido aprovechar el caos político y militar para reorganizarse y lanzar ataques selectivos. En la misma línea, el ‘Soufan Center’ informó el 18 de diciembre que la frecuencia de los ataques del EI se triplicó en comparación con 2023. Por su parte, el Mando Central de EE. UU. (CENTCOM, por sus siglas en inglés) confirmó el 17 de julio que el grupo se adjudicó 153 ataques en Irak y Siria solo durante la primera mitad de 2024, lo que refleja una estrategia orientada a “intensificar la actividad operativa para compensar su debilitamiento estructural”.



Esta tendencia al alza refuerza la creciente percepción de que el EI está aprovechando las condiciones de seguridad frágiles no solo para ampliar su influencia territorial, sino también para desafiar a otros grupos extremistas — en particular al Hayat Tahrir al-Sham (HTS) en el norte de Siria. El HTS ha enfrentado desafíos internos ligados a la novedad de su experimento de gobernanza y ha sido debilitado por ataques sorpresa que minan su estructura y aumentan la inseguridad en sus zonas de control. Por su parte, el EI parece decidido a frenar los esfuerzos del HTS, agravar las divisiones entre facciones y explotar el descontento de la población con las élites locales. Estos acontecimientos también han generado serias preocupaciones sobre posibles efectos de desbordamiento en Irak, especialmente debido a la fuerte interconexión geográfica entre los escenarios operativos de Siria e Irak. La movilidad transfronteriza de los operativos del EI podría reactivar células inactivas en las provincias occidentales y septentrionales de Irak, particularmente considerando los miles de individuos radicalizados que actualmente se encuentran en cárceles iraquíes, lo que convierte a estas instalaciones en posibles objetivos para fugas o intentos para recuperar control, como ocurrió en el ataque a la prisión de Ghuwayran (o Ghweran) en Hasaka. Ante este complejo panorama de combate, la lucha contra el EI está lejos de haber terminado. El grupo — demostrando una notable agilidad táctica — se está reconstituyendo dentro de los vacíos existentes, capitalizando la fragmentación y buscando constantemente nuevas vías para resurgir a través del cambiante terreno de la geopolítica regional. La incapacidad de ciertos actores locales y regionales para formular una estrategia antiterrorista colectiva y sostenible no hace más que reforzar las ambiciones del grupo.

Perfiles de una nueva fase en la guerra contra el EI

Los últimos meses de 2024 y comienzos de 2025 fueron testigos de una serie de operaciones de alto perfil dirigidas contra líderes del EI, lo que señala un cambio táctico en las estrategias antiterroristas adoptadas por las potencias internacionales y regionales. Este cambio marca el inicio de una nueva fase en la lucha contra el EI, que va más allá de ataques puntuales, para enfocarse en una campaña dirigida contra la infraestructura de liderazgo del grupo. El 20 de diciembre de 2024, el CENTCOM anunció un ataque aéreo de precisión en la provincia siria de Deir ez-Zor, afirmando inicialmente haber eliminado al líder del EI, conocido como “Abu Yusuf”. Sin embargo, el CENTCOM posteriormente corrigió la información, aclarando que el objetivo no era el líder general, sino un alto comandante llamado Mahmoud “Abu Yusuf”, junto con dos de sus asistentes. Esta corrección refleja los complejos desafíos de inteligencia que implica identificar a figuras de alto rango del EI, especialmente en un entorno plagado de infiltración y tácticas de engaño. En un hecho relacionado, el primer ministro iraquí Mohammed Shia’ al-Sudani anunció en marzo de 2025, a través de una publicación en la plataforma X, la muerte de uno de los operativos más peligrosos del grupo: Abdullah Maki Masleh Al-Rifai, conocido como “Abu Khadijah”, quien ostentaba el título de “’Wali’ de Irak y Siria” dentro de la estructura organizativa del EI. Su eliminación, fruto de esfuerzos coordinados entre la inteligencia iraquí y el Mando de Operaciones Conjuntas — con apoyo de la coalición internacional — demuestra la efectividad de una coordinación multinivel para localizar a los líderes ocultos del grupo. En el frente europeo, Francia retornó a las operaciones activas contra el EI en Siria por primera vez en más de dos años. En diciembre de 2024, el ministro de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu, anunció que aviones de combate franceses llevaron a cabo ataques de precisión contra posiciones del EI dentro del territorio sirio. Lecornu enfatizó que la operación, realizada el domingo anterior, demuestra el compromiso continuo de Francia con los esfuerzos antiterroristas en el Levante. Este fue el primer ataque de este tipo desde septiembre de 2022, lo que indica una posible reactivación del rol antiterrorista de Francia y un esfuerzo más amplio por reafirmar el involucramiento europeo en Siria, un tema que hasta ahora ha estado dominado principalmente por Estados Unidos, Rusia y Turquía. Estas tres operaciones — la estadounidense, la iraquí y la francesa — reflejan lo que parece ser una renovada “campaña de decapitación de liderazgo” dirigida contra comandantes del EI en medio del creciente temor por el resurgimiento del grupo en Siria e Irak. Sin embargo, si bien estos ataques tienen un valor estratégico, no pueden sustituir los esfuerzos más amplios para desmantelar las bases ideológicas, organizativas y financieras que permiten al EI regenerarse. Eliminar líderes puede debilitar temporalmente sus capacidades, pero no garantiza su erradicación a menos que se acompañe de soluciones integrales de políticas y de seguridad que aborden las raíces del extremismo y la fragilidad institucional de la que el grupo se alimenta. En un desarrollo significativo que sugiere un cambio cualitativo en la forma en que los Estados regionales están abordando el tema del terrorismo, Turquía, Jordania, Irak y Siria anunciaron en febrero de 2025 la creación de un mecanismo conjunto de cooperación para enfrentar al EI. El acuerdo enfatiza la estrecha coordinación entre los ministerios de relaciones exteriores y de defensa, así como entre las agencias de inteligencia, abarcando áreas como la seguridad fronteriza, el intercambio de información y operaciones militares conjuntas. Este movimiento refleja un reconocimiento compartido de que la amenaza terrorista trasciende las fronteras y exige marcos de coordinación que vayan más allá de los intereses bilaterales hacia una lógica de seguridad regional colectiva. Este acuerdo sentó las bases para un proceso más amplio que culminó en una cumbre de alto nivel de cinco partes el 8 de marzo de 2025. La reunión reunió a ministros de relaciones exteriores y de defensa, altos mandos militares y jefes de inteligencia de los cuatro países fundadores, a los que posteriormente se sumó Líbano. Por parte de Turquía, asistieron el canciller Hakan Fidan, el ministro de defensa Yaşar Güler y el jefe de inteligencia İbrahim Kalın, lo que subraya la inversión estratégica de Turquía en este foro como plataforma para redefinir el panorama de seguridad en el norte de Siria e Irak. De manera más general, esta naciente alianza regional refleja una creciente inclinación a reducir la dependencia de potencias occidentales en la gestión de los asuntos de seguridad. En su lugar, se busca establecer una “nueva arquitectura de seguridad” liderada por los propios países de Medio Oriente, reactivando el rol de las capitales árabes y regionales en el control de zonas fronterizas y en la recuperación de territorios que el EI podría intentar usar como refugios para reagruparse y desplegarse nuevamente.

Conclusión

Los datos disponibles indican que el EI está entrando en una nueva fase de reactivación y reposicionamiento en el escenario sirio, aprovechando el colapso de la seguridad y el poder político tras la caída de la autoridad central, así como las agendas en conflicto entre actores regionales e internacionales. A pesar de los ataques dirigidos contra algunos de sus líderes, el grupo continúa demostrando su capacidad de adaptación operativa y su habilidad para evolucionar en medio de un entorno operativo cambiante. El resurgimiento de los ataques del EI y su expansión en zonas sin gobernanza señalan una fase compleja de confrontación, que exige más que simples maniobras militares. El éxito de la guerra contra el EI en Siria no depende solo de ataques de precisión, sino también del establecimiento de alianzas de seguridad regionales efectivas y de la activación de rutas políticas y de desarrollo que aborden las causas profundas del extremismo. Mientras el grupo busca explotar divisiones, su desaparición total dependerá de la creación de una arquitectura de disuasión integral — una que vaya más allá de soluciones temporales y avance hacia estrategias sostenibles que enfrenten las bases estructurales del radicalismo y no solo sus síntomas.

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World & New World Journal

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Mohamed Nabil El-Bendary

Investigador en Relaciones Internacionales en el Inter Regional for Strategic Analysis, Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos. Tiene una licenciatura en Ciencias Políticas y es candidato a una Maestría en Ciencias Políticas, con especialidad en Relaciones Internacionales, del Instituto de Investigaciones y Estudios Árabes, afiliado al ALECSO – Organización Educativa, Cultural y Científica de la Liga Árabe.

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