Subscribe to our weekly newsletters for free

Subscribe to an email

If you want to subscribe to World & New World Newsletter, please enter
your e-mail

Defense & Security

Relaciones cívico-militares en transición: lecciones de la reforma democrática de Indonesia para limitar el dominio militar de Pakistán en la política y en la región de Asia del Sur

Indonesia y Pakistán, dos banderas cruzadas aisladas sobre fondo blanco. Imagen 3D.

Image Source : Shutterstock

by Muhammad Younus , Halimah Abdul Manaf , Dyah Mutiarin

First Published in: Sep.22,2025

Oct.02, 2025

Exploramos un crítico estudio comparativo entre Indonesia y Pakistán, dos países con largas historias de intervención militar en la política. Escrito por Muhammad Younus y colegas, buscan responder una pregunta urgente: ¿cómo puede Pakistán reducir la dominancia militar en su política aprendiendo de la reforma democrática de Indonesia? El tema central de la obra es la lucha entre el poder militar y la supremacía civil. Al analizar la exitosa democratización de Indonesia tras la caída de Suharto en 1998 y compararla con los repetidos ciclos de gobierno militar en Pakistán, los autores destacan reformas institucionales, políticas y sociales que pueden ayudar a Pakistán a superar el intervencionismo arraigado.

Gobierno militar en Pakistán: raíces históricas y persistencia

Podemos rastrear la persistente dominancia militar en Pakistán hasta su contexto fundacional centrado en la seguridad. Desde la independencia en 1947, el país enfrentó conflictos fronterizos con India y un liderazgo político frágil que dejó un vacío de poder. Las muertes de Jinnah y Liaquat Ali Khan privaron a Pakistán de líderes civiles fuertes, lo que permitió que los militares se presentaran como guardianes de la supervivencia nacional. Otros factores reforzaron este papel: • Inseguridades fronterizas: las guerras con India (1947–48, 1965, 1971 y crisis posteriores) crearon la percepción de que solo el ejército podía garantizar la soberanía. • Geopolítica de la Guerra Fría: la ubicación estratégica de Pakistán atrajo el apoyo de EE. UU. y de Occidente, canalizando recursos hacia los militares en lugar de hacia la gobernanza civil. • Instituciones políticas débiles: élites fragmentadas y partidos frágiles facilitaron golpes militares en 1958, 1977 y 1999. • Roles económicos y empresariales de los militares: las fuerzas armadas desarrollaron vastos intereses comerciales, fortaleciendo su autonomía frente a los gobiernos civiles. Como resultado, Pakistán ha pasado casi la mitad de su historia bajo un gobierno militar directo, con administraciones civiles frecuentemente opacadas por el llamado ‘establishment’ o ‘deep state’ (estado profundo). Este arreglo híbrido ha generado inestabilidad duradera y ha debilitado la consolidación democrática.

La trayectoria de Indonesia: del autoritarismo militar al Reformasi

En contraste, Indonesia experimentó un patrón diferente pero comparable de dominancia militar. Tras la independencia en 1945, las Fuerzas Armadas Nacionales de Indonesia (TNI, por sus siglas en indonesio) desempeñaron un papel fundacional en la defensa de la soberanía. Bajo la “Democracia Guiada” de Sukarno (1957–1965), los militares expandieron su influencia, pero durante el “Nuevo Orden” de Suharto (1967–1998), el ejército quedó completamente arraigado en la política, la burocracia y los negocios. La doctrina de la “doble función” permitió a los oficiales controlar tanto la defensa como la gobernanza. Las libertades civiles fueron reprimidas y las élites respaldadas por los militares monopolizaron el poder. Sin embargo, la caída de Suharto en 1998, en medio de una crisis económica y protestas masivas, desencadenó la era del Reformasi, que trajo consigo profundas reformas democráticas: los representantes militares fueron eliminados del parlamento, el TNI fue separado de la policía y confinado a funciones de defensa, la sociedad civil y los movimientos estudiantiles se movilizaron para mantener a los militares bajo control, los sucesivos gobiernos civiles afirmaron gradualmente la autoridad constitucional. Si bien persisten desafíos, hoy Indonesia es considerada uno de los casos más exitosos de transición democrática en el sureste asiático.

Temas comparativos entre Indonesia y Pakistán

Identificamos múltiples temas comparativos que conectan y contrastan a Indonesia y Pakistán. Estos temas resaltan similitudes en sus trayectorias históricas y exponen las diferencias estructurales que explican por qué Indonesia logró reducir con éxito la intervención militar mientras Pakistán continúa enfrentando dificultades.

Identidad de mayoría musulmana y legitimidad política

Tanto Indonesia como Pakistán son estados de mayoría musulmana, y el islam desempeña un papel central en la legitimación del gobierno. En Pakistán, el islam fue una ideología fundacional: la creación de Pakistán en 1947 se justificó como un hogar para los musulmanes del sur de Asia. Como resultado, el ejército a menudo se presenta como el guardián de la identidad islámica de Pakistán y de su integridad territorial, utilizando la religión para fortalecer su autoridad política. Por ejemplo, el régimen militar del general Zia-ul-Haq (1977–1988) fusionó la islamización con el gobierno militar, otorgando a las fuerzas armadas un doble rol como defensoras tanto de la fe como de la nación. El islam también impregna la vida social y política en Indonesia, pero su papel en la legitimación del dominio militar se ha debilitado. A pesar de ser el país con mayor población musulmana del mundo, Indonesia desarrolló una identidad política más pluralista bajo la ideología Pancasila, que enfatiza la unidad y la diversidad. Este pluralismo limitó la capacidad de los militares para monopolizar la legitimidad religiosa. Así, mientras ambos ejércitos operaban en sociedades religiosas, las fuerzas armadas de Pakistán lograron incrustarse de manera más efectiva como actores político-religiosos contrario a las TNI en Indonesia.

Legados coloniales y desarrollo institucional

Las experiencias coloniales moldearon profundamente las instituciones estatales. Los 350 años de Indonesia bajo dominio neerlandés crearon una burocracia centralizada pero rígida, mientras que el legado colonial británico en Pakistán enfatizó el gobierno indirecto a través de élites locales. En Indonesia, los neerlandeses dejaron instituciones políticas débiles pero una estructura de control militarizada, que las TNI adoptaron fácilmente después de la independencia. En Pakistán, el legado institucional británico enfatizó la burocracia y el profesionalismo militar, pero las débiles raíces democráticas permitieron que el ejército dominara cuando la independencia trajo inestabilidad política. Ambos estados heredaron instituciones democráticas frágiles al independizarse. Aun así, la consolidación autoritaria de Indonesia bajo Suharto creó un largo y estable período de dominio militar, mientras que Pakistán experimentó repetidos golpes de Estado y oscilaciones entre gobiernos militares y civiles.

Dictaduras militares y modos de autoritarismo

Ambos países experimentaron un prolongado dominio militar, pero la naturaleza de su autoritarismo fue distinta. En Indonesia, el Nuevo Orden de Suharto (1967–1998) creó un sistema centralizado y corporativista donde los militares tenían un espacio político constitucional bajo la doctrina de la “doble función”. Bajo un orden autoritario estable, las TNI ocuparon roles burocráticos, políticos y empresariales. La ciudadanía experimentó represión, pero el sistema brindó crecimiento económico y relativa estabilidad hasta que la crisis financiera asiática de 1997–98 provocó su colapso. En Pakistán, el gobierno militar ha sido más fragmentado y cíclico. Los generales Ayub Khan, Zia-ul-Haq y Pervez Musharraf tomaron el poder mediante golpes de Estado, justificando la intervención como necesaria para restaurar la estabilidad. Sin embargo, ninguna institución fue tan estable como el sistema de Suharto. En cambio, Pakistán alternó entre débiles gobiernos civiles y repetidas tomas de poder militares. Esta inestabilidad impidió que el ejército fuera permanentemente limitado, ya que las instituciones civiles permanecieron frágiles.

Geopolítica y la Guerra Fría

Indonesia y Pakistán fueron estratégicamente significativos durante la Guerra Fría, pero sus alineamientos fueron diferentes. Pakistán se alineó estrechamente con Estados Unidos, uniéndose a alianzas como la SEATO y la CENTO. Como estado de primera línea contra el comunismo y más tarde contra la invasión soviética de Afganistán, el ejército pakistaní recibió una importante ayuda financiera y militar. Este apoyo externo fortaleció al ejército como un actor autónomo, independiente de la supervisión civil. Indonesia, bajo Sukarno, inicialmente buscó la no alineación e incluso se inclinó hacia los bloques socialistas. Pero tras el fallido golpe de 1965 atribuido a los comunistas, Suharto realineó a Indonesia con Occidente, convirtiéndose en un importante aliado anticomunista. A diferencia de Pakistán, sin embargo, el apoyo externo a Indonesia no le dio a las TNI una autonomía sin control a largo plazo. Cuando Suharto cayó, la comunidad internacional apoyó la reforma democrática y no el dominio militar. Así, mientras ambos ejércitos fueron empoderados por la geopolítica de la Guerra Fría, el patrocinio internacional a Pakistán consolidó la supremacía militar, mientras que la reorientación geopolítica de Indonesia facilitó una eventual reforma.

Demografía y presión poblacional

Tanto Indonesia como Pakistán son países en desarrollo densamente poblados. El alto crecimiento demográfico, la urbanización y la desigualdad han tensionado la gobernanza. En Indonesia, la presión poblacional fue manejada en parte mediante el crecimiento económico bajo Suharto y la descentralización tras la democratización, aunque la desigualdad y la corrupción siguen siendo desafíos. En Pakistán, el crecimiento poblacional y la mala gobernanza profundizaron el malestar social. Los regímenes militares a menudo justificaron su intervención alegando que los gobiernos civiles fracasaban en gestionar estas presiones. Así, las dinámicas poblacionales alimentaron la inestabilidad en ambos países, pero las élites reformistas de Indonesia convirtieron estas presiones en un impulso para la democratización, mientras que las élites de Pakistán a menudo recurrieron al respaldo militar.

Sociedad civil y actitudes públicas

La sociedad civil es una diferencia notable. En Indonesia, estudiantes, ONGs y medios de comunicación se movilizaron con fuerza durante la crisis de 1997–98. Su activismo sostenido garantizó que las reformas no se revirtieran tras la caída de Suharto. La opinión pública apoya firmemente la supremacía civil, y la memoria de los abusos militares bajo Suharto refuerza este sentimiento. En Pakistán, la sociedad civil es más débil y fragmentada. Si bien los movimientos de abogados y el activismo de la clase media urbana ocasionalmente han resistido al autoritarismo (por ejemplo, el Movimiento de Abogados de 2007–09), la sociedad civil no ha logrado de manera consistente limitar al ‘establishment’. Sin embargo, cambios recientes muestran un aumento de la crítica a la injerencia militar, lo que sugiere un potencial de transformación.

Mentalidad pública: cambios en las percepciones

Otro aporte de este análisis son las cambiantes actitudes públicas en ambos países. En Pakistán, los cambios de régimen (como la destitución de Imran Khan) han pasado de un comportamiento de voto individualista a uno colectivo, donde la gente prioriza cada vez más los beneficios nacionales sobre los personales. Un cambio de perspectivas centradas en el Estado hacia perspectivas centradas en la ciudadanía, exigiendo una gobernanza que sirva a los ciudadanos en lugar de al Estado o al ‘establishment’. Una creciente crítica a la participación militar en la política, algo sin precedentes en la historia de Pakistán. Una mayor participación en las elecciones, con ciudadanos utilizando el voto para desafiar la influencia del ‘establishment’. Llamados a un nuevo contrato social que clarifique las responsabilidades de las instituciones políticas y militares. En Indonesia, la opinión pública favorece firmemente el liderazgo civil y ve el rol de los militares limitado a la defensa nacional. Aunque algunos sectores aún apoyan la participación militar en los esfuerzos anticorrupción, el sentimiento dominante es democrático y reformista.

Perspectivas regionales adicionales: Bangladés, Myanmar y Tailandia

Aunque este estudio se centra en Indonesia y Pakistán, una mirada más amplia al sur y sureste asiático revela que la disputa entre lo civil y lo militar no es exclusiva de estos dos países. Bangladés, Myanmar y Tailandia ofrecen experiencias paralelas, aunque distintas, de intervención militar en la política, lo que enriquece el panorama comparativo.

Bangladés

Desde su independencia en 1971, Bangladés ha lidiado con repetidas intervenciones militares. Los golpes de Estado en 1975 y 1982 consolidaron al ejército como un actor político dominante, presentándose a menudo como guardián de la estabilidad nacional. Al igual que en Pakistán, los militares desarrollaron partidos políticos y mantuvieron influencia incluso durante gobiernos civiles. Sin embargo, a diferencia de la trayectoria de Indonesia tras 1998, Bangladés ha oscilado entre gobiernos civiles liderados por partidos rivales (Liga Awami y BNP) y administraciones interinas respaldadas por militares. La persistencia de una política partidista confrontativa brinda terreno fértil para la influencia militar, similar a la frágil democracia de Pakistán.

Myanmar

Myanmar representa uno de los sistemas más arraigados de dominio militar en la región. Desde el golpe de 1962, el Tatmadaw institucionalizó la supremacía militar bajo el disfraz de una “democracia floreciente con disciplina”. Incluso durante la transición híbrida de 2011–2020, la constitución reservaba escaños parlamentarios y ministerios clave para los militares, limitando la autoridad civil. El golpe de 2021 confirmó la negativa del Tatmadaw a ceder el poder real. Comparado con el Reformasi de Indonesia y los arreglos híbridos de Pakistán, el caso de Myanmar ilustra el peor escenario: el ejército se niega a reformarse y resiste tanto la presión interna como la internacional.

Tailandia

La historia política moderna de Tailandia está marcada por repetidos golpes de Estado (más de una docena desde 1932). El ejército tailandés suele posicionarse como árbitro del conflicto político, interviniendo en momentos de crisis y retirándose después de reconfigurar las reglas políticas. El golpe de 2014, seguido de la constitución de 2017, institucionalizó la supervisión militar de la política civil. A diferencia de la legitimidad centrada en el islam de Pakistán o el nacionalismo desarrollista de Indonesia, el ejército de Tailandia ha recurrido a la legitimidad centrada en la monarquía y el nacionalismo para justificar sus intervenciones. A pesar de períodos de democracia electoral, la influencia arraigada de los militares hace que Tailandia sea comparable a Pakistán en términos de un autoritarismo cíclico, pero distinto de la transición democrática relativamente consolidada de Indonesia.

Recomendaciones para Pakistán y otros países del sur de Asia

Nos basamos en el éxito de la reforma en Indonesia para proponer recomendaciones para Pakistán. Estas pueden agruparse en liderazgo político, reforma institucional, reestructuración militar y participación de la sociedad civil.

Fortalecer el liderazgo y la autoridad civil

Las repetidas crisis políticas de Pakistán se deben en parte a un liderazgo débil y a partidos fragmentados. Para emular a Indonesia, los líderes de Pakistán deben: ejercer autoridad sobre los nombramientos militares, asegurando que los ascensos y destinos reflejen criterios profesionales y no manipulaciones políticas. Demostrar unidad entre los partidos, acordando no invitar ni legitimar la intervención militar contra sus rivales. En Indonesia, el consenso de las élites fue clave para dejar de lado a las TNI. Construir legitimidad mediante el desempeño en la gobernanza, reduciendo la justificación militar para intervenir.

Reducir el imperio comercial de los militares

El ejército de Pakistán administra uno de los complejos militar-empresariales más grandes del mundo (por ejemplo, la Fundación Fauji y el Army Welfare Trust). Esto le otorga independencia financiera e influencia política. Recomendamos: la desinversión gradual de los negocios dirigidos por militares hacia autoridades civiles. La auditoría transparente de las empresas propiedad del ejército. Leyes que restrinjan la participación militar en emprendimientos comerciales. Indonesia emprendió reformas similares al limitar los intereses empresariales de las TNI después de 1998, un movimiento que Pakistán podría replicar.

Impulsar reformas constitucionales e institucionales

La supremacía civil debe estar garantizada legalmente. Los pasos clave incluyen: enmendar la constitución para aclarar el rol de defensa exclusivamente militar. Fortalecer los comités parlamentarios de defensa y seguridad nacional para garantizar supervisión. Y mejorar la independencia judicial para proteger a los civiles de los excesos militares. Las enmiendas constitucionales de Indonesia y las reformas que limitaron los escaños legislativos de las TNI ofrecen un modelo a seguir.

Profesionalizar al ejército

Un ejército profesional es menos propenso a interferir en la política. Las recomendaciones incluyen: reformar los planes de estudio de formación militar para enfatizar el profesionalismo apolítico. Reforzar la pericia civil en política de defensa, reduciendo la dependencia de decisiones militares. Fomentar nombramientos interservicios para reducir la dominancia del Ejército sobre la Marina y la Fuerza Aérea.

Empoderar a la sociedad civil y los medios

La presión de la sociedad civil fue un factor decisivo en el Reformasi de Indonesia. Para Pakistán: ONGs, abogados, estudiantes y medios independientes deben contar con apoyo para exigir transparencia y rendición de cuentas. Las reformas educativas deben fomentar valores democráticos, alentando a los ciudadanos a resistir al autoritarismo. Las plataformas digitales deben usarse para fortalecer el activismo cívico y contrarrestar las narrativas del ‘establishment’.

Fomentar el diálogo cívico-militar y la construcción de confianza

En lugar de una confrontación abierta, Pakistán debe crear espacios estructurados para el diálogo civil-militar. Estos deben: aclarar roles y responsabilidades. Generar confianza para que los militares vean su fortaleza institucional ligada a la estabilidad democrática. Fomentar la toma de decisiones conjunta sobre temas de seguridad dentro de los límites constitucionales.

Apoyo internacional a la reforma

Indonesia se benefició del respaldo internacional tras la caída de Suharto. De manera similar, la agenda de reforma de Pakistán requeriría: que los socios externos prioricen las reformas democráticas en la ayuda y la cooperación. Una diplomacia regional que reduzca las ansiedades de seguridad de Pakistán, las cuales suelen alimentar la dominancia militar.

Conclusión

El artículo “Relaciones cívico-militares en transición” es tanto una contribución académica como una guía práctica. Al yuxtaponer el éxito reformista de Indonesia con las dificultades de Pakistán, se muestra que el intervencionismo militar no es inevitable, sino que puede limitarse mediante el liderazgo, reformas y movilización pública. Para Pakistán, el ejemplo indonesio ofrece esperanza y cautela: las reformas requieren consenso político, una sociedad civil fuerte y un compromiso inquebrantable con las normas democráticas. Sin estos elementos, los ciclos de intervención pueden persistir; con ellos, sin embargo, Pakistán podría lograr la misma consolidación democrática que Indonesia ha perseguido desde 1998. El artículo enfatiza que una democracia sostenible se basa en la supremacía civil, la reforma institucional y el empoderamiento ciudadano. Solo al arraigar estos principios Pakistán podrá avanzar hacia una gobernanza democrática y estable, y limitar el rol político de su ‘establishment’ militar.

First published in :

World & New World Journal

저자이미지

Muhammad Younus

Muhammad Younus se graduó en 2019 del Instituto de Economía y Tecnología de Karachi, en la Universidad de Karachi, Pakistán, y obtuvo una licenciatura en Informática. Este programa de cuatro años en Informática fue la base de mi perseverancia para adquirir un profundo conocimiento en este campo. Tras graduarme, trabajé durante los últimos años como analista de TI empresarial en el desarrollo de productos e investigación de una startup de logística en Pakistán llamada TPL Logistics. Nuestro objetivo fue digitalizar las operaciones logísticas en Pakistán desde la primera hasta la última milla. Posteriormente, me gradué en 2024 de la Universidad Muhammadiyah Yogyakarta en Yogyakarta, Indonesia, y obtuve una maestría en Ciencias Gubernamentales. Mi interés investigador es transformar la gobernanza y el sector público a través de la tecnología. Esta experiencia me ha dado confianza y ha despertado mi deseo de investigar. Su carácter interdisciplinario me convenció de tomar esta decisión, ya que es la opción ideal para una emocionante carrera investigadora. Al mismo tiempo, confío en poder contribuir al trabajo en curso. Al trabajar bajo la dirección de un equipo distinguido, sin duda podré desarrollar al máximo mi potencial. Muhammad Younus es investigador doctoral en Ciencias Gubernamentales en la Universidad Muhammadiyah de Yogyakarta (UMY), Indonesia, con formación en Informática y Administración Pública. Su trabajo se centra en la gobernanza digital, la participación ciudadana y la innovación sostenible en los servicios públicos en el Sudeste Asiático y el Sur de Asia. Es autor de más de 60 publicaciones internacionales.

저자이미지

Halimah Abdul Manaf

La profesora Halimah Abdul Manaf es una destacada académica en el campo de la gestión pública y actualmente se desempeña como subdirectora del Instituto Asiático de Investigación para el Gobierno Corporativo (ARICG). También fue decana de la Escuela de Gobierno de la Universidad Utara de Malasia (UUM). La profesora Halimah tiene un doctorado en Gestión Pública de la Universidad de Hull, Reino Unido, y completó su beca postdoctoral en la Universidad de Exeter, Reino Unido. Sus intereses de investigación abarcan la administración estratégica del sector público, la gobernanza, la participación digital y el gobierno local. Es miembro del Comité Ejecutivo de la Sociedad Asia Pacífico para Asuntos Públicos (APSPA), forma parte de los consejos editoriales de varias revistas académicas y revisa manuscritos para publicaciones internacionales de prestigio como Public Management Review, el International Journal of Public Administration y el International Journal of Public Sector Management and Performance. Además, la profesora Halimah aporta su experiencia como asesora estratégica a nivel de gobierno estatal en Malasia.

저자이미지

Dyah Mutiarin

La Prof. Dra. Dyah Mutiarin, S.IP., M.Sc. Profesora de Ciencias Gubernamentales en la Universidad de Muhammadiyah Yogyakarta (UMY) fue elegida Presidenta de la Unidad del Programa de Estudios de Ciencias Gubernamentales (Kapsipi) para el período 2024-2027. La mujer que se llama familiarmente Arin fue elegida en el IV Congreso de Kapsipi y ADIPSI (Asociación de Profesores de Ciencias Gubernamentales de Indonesia) que tuvo lugar en Samarinda del 31 de agosto al 1 de septiembre de 2024. Ella reemplaza al Prof. Dr. Achmad Nurmandi, M.Sc, Profesor de UMY que ha dirigido Kapsipi desde 2022-2024. Dyah Mutiarin, fue la primera profesora en la Universitas Muhammadiyah Yogyakarta (UMY). Actualmente imparte docencia en las áreas de Política Política de Autonomía Regional (UGM) y Política de Desarrollo Económico y Turístico (UGM) en el programa de maestría de la UMY. También imparte docencia en Ciencia Gubernamental y es directora del Instituto de Investigación e Innovación de la UMY.

Thanks for Reading the Journal

Unlock articles by signing up or logging in.

Become a member for unrestricted reading!