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Defense & Security

Temores y preocupaciones de la población rusa

Moscú, Rusia - 19 de noviembre de 2024: Gente caminando por la Plaza Roja de Moscú en otoño. Vista de la Torre del Kremlin, el mausoleo de Lenin y turistas.

Image Source : Shutterstock

by World & New World Journal

First Published in: Oct.20,2025

Oct.17, 2025

Si le preguntas a una persona promedio en cualquier país sobre sus preocupaciones, sus respuestas probablemente serían muy similares. En todo el mundo, la gente suele estar más inquieta por la incertidumbre del futuro, especialmente en lo relacionado con sus finanzas. Esto es cierto tanto si estás en Estados Unidos, China o en otro lugar. Sin embargo, ¿esta tendencia se mantiene en un país que está en guerra?

2014: Los Juegos Olímpicos de Sochi y la anexión de Crimea

El año 2014 fue significativo para Rusia, tanto en el ámbito económico como en el político ya que estuvo marcado por dos eventos principales: los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi y la anexión de Crimea. Los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 se celebraron en Sochi, una ciudad turística rusa. Para albergar el evento, el gobierno gastó una cantidad enorme de dinero — más de 50 mil millones de dólares — en infraestructura de transporte y nuevos complejos deportivos. En las últimas décadas, los Juegos Olímpicos se han considerado una herramienta para que las naciones ejerzan “poder blando”, e incluso hubo especulaciones en 2010 de que Rusia podría haber “comprado” su derecho a ser anfitrión. A pesar de la celebración por la exitosa conclusión del evento, este período fue seguido inmediatamente por una gran decisión política. A finales de 2013 y principios de 2014, la situación política interna de Ucrania era sumamente inestable. Muchos ucranianos estaban descontentos con las políticas prorusas de su gobierno, convencidos de que el presidente Yanukóvich era un “títere de Rusia” que había negado al país la posibilidad de unirse a la Unión Europea. La suspensión de un pacto clave con la UE por parte de Yanukóvich desató protestas masivas y, finalmente, una revolución. Mientras la atención mundial se centraba en los Juegos Olímpicos y la agitación política en Ucrania, Rusia movió rápidamente sus tropas hacia la Península de Crimea. Bajo presión militar y política, el gobierno crimeo convocó un referéndum, tras el cual la mayoría de los ciudadanos votó a favor de unirse a Rusia. Esta acción provocó sanciones internacionales de gran escala contra Rusia, lo que puso a su floreciente economía bajo una enorme presión.

Preocupaciones de los rusos en 2014

Este período de presión política y económica se reflejó en las inquietudes de la población rusa. Según una encuesta del Centro Levada de mayo de 2014, las principales preocupaciones de los rusos eran: enfermedad o muerte de familiares, pobreza o pérdida del empleo, guerra mundial, crimen, represión política, humillación pública y amenazas a la salud. Sin embargo, las tendencias de estos temores mostraron cambios notables en comparación con la década anterior (1999–2014).



Excluyendo las preocupaciones relacionadas con la salud, estas tendencias indican que los rusos comenzaron a mostrarse cada vez más inquietos por la situación política y económica del país. El temor a la guerra también aumentó debido a la inestabilidad en Ucrania y a las repercusiones de las acciones de su presidente en la vida de los ciudadanos comunes. 2018–2019: El Mundial de fútbol, la reforma de pensiones y el cambio en las preocupaciones públicas El período de 2018 a 2019 fue un tiempo de gran actividad en todos los aspectos para Rusia, marcado por el contraste entre un exitoso evento internacional y una gran agitación política interna. Los principales acontecimientos de ese año fueron las elecciones presidenciales, la Copa Mundial de la FIFA y una reforma altamente cuestionada.

Descontento político y protestas públicas

En la antesala de las elecciones presidenciales de 2018, Vladimir Putin, con el fin de asegurar su puesto, prohibió la participación de todos los posibles candidatos rivales. Uno de los oponentes más destacados fue Alexéi Navalni, ampliamente apoyado por las generaciones más jóvenes. Junto con las acusaciones de fraude electoral generalizado y una controvertida reforma de pensiones – y considerando que los críticos argumentaron que, con una baja esperanza de vida promedio (66 años para los hombres), muchos rusos no vivirían lo suficiente para cobrar su pensión estatal –, estos factores se convirtieron en un importante catalizador para las protestas públicas. Estos eventos, sumados a un documental de la Fundación Anticorrupción de Navalni que exponía la corrupción del gobierno, alimentaron manifestaciones masivas y dañaron la imagen del Kremlin. Decenas de miles de personas en toda Rusia participaron en las protestas, lo que provocó un fuerte aumento de la ansiedad política. Las autoridades respondieron con represión, arrestando a muchos participantes y deteniendo a muchos más. Las instituciones educativas presionaron a los estudiantes para que no se unieran, amenazándolos con la expulsión. El propio Navalni fue arrestado en repetidas ocasiones. A pesar del tamaño y la fuerza de las protestas, no hubo resultados concretos: nada cambió.

El impacto de la Copa Mundial de la FIFA

En fuerte contraste con la agitación política interna, el Mundial de 2018 le brindó al gobierno una plataforma de poder blando y un impulso temporal en su imagen nacional. Aunque no se consideró un éxito económico — costó más de 14 mil millones de dólares y generó un beneficio económico mínimo —, el torneo aumentó significativamente la atención internacional sobre Rusia. Este foco global, junto con una situación económica algo más estable, creó un sentimiento de orgullo nacional que momentáneamente opacó el descontento público.

Cambio en los temores públicos (2014 vs 2019)

Los datos del Centro Levada destacan cómo las preocupaciones de los rusos cambiaron entre 2014 y 2019. Ambos períodos muestran un aumento notable en los temores relacionados con la inestabilidad política y la represión gubernamental.



Los cambios más significativos se dieron en el ámbito político. El miedo al “abuso de poder” fue el que registró el mayor aumento, subiendo 18 puntos porcentuales, hasta alcanzar el 33%. A esto se suman el temor a un “regreso a la represión” y a un “endurecimiento del régimen político”, que aumentaron en 15 y 13 puntos porcentuales, respectivamente. Estas cifras reflejan una creciente desconfianza pública y una pérdida de credibilidad hacia el gobierno, alimentadas por la reforma de pensiones de 2018, las elecciones “amañadas” y las protestas. Como explicó el experto Denis Volkov, “la gente decidió que las autoridades habían violado sus compromisos y los habían engañado”, lo que vincula directamente la reforma de pensiones con el aumento de la ansiedad política. A pesar de estos temores crecientes, una encuesta diferente del Centro Levada a finales de 2019 mostró un ligero aumento en la confianza hacia el gobierno. Esto podría atribuirse a la exitosa organización del Mundial de Fútbol y a una poderosa campaña de propaganda estatal dirigida a “reconciliar a la gente con la realidad”. Sin embargo, las tendencias a largo plazo muestran claramente una población cada vez más preocupada por sus derechos políticos, su libertad personal y su seguridad.

2025: Dificultades económicas y nuevas restricciones públicas

Tras la invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022, Rusia ha enfrentado duras sanciones y graves desafíos económicos. Aunque el gobierno ha respondido con un control estricto del discurso público, estas políticas y sus consecuencias han transformado profundamente las preocupaciones de los ciudadanos comunes. La opinión pública rusa ha evolucionado a lo largo del conflicto. Inicialmente, hubo un auge del sentimiento patriótico, pero conforme la guerra se prolongó, las ansiedades sociales cambiaron. Si bien el temor a la guerra sigue presente, la atención se ha desplazado cada vez más hacia problemas internos, como la economía y las tensiones sociales. Las encuestas de 2025 indicaron que la mayoría de los rusos apoyaba negociaciones de paz para poner fin al conflicto, en lugar de continuar con la acción militar. Este cambio parece estar directamente relacionado con el creciente impacto económico de la guerra, así como con los ataques con drones y los daños en territorio ruso, que acercaron el conflicto a la vida cotidiana de muchos ciudadanos rusos.


 


Preocupaciones económicas y sociales

La estabilidad económica ha sido durante mucho tiempo una de las principales preocupaciones de los rusos, y la situación actual no ha hecho más que ampliar estos temores. Desde la invasión, el gasto del gobierno en el sector militar se ha disparado, generando un enorme déficit presupuestario. Con el fin de estabilizar la economía y combatir la rápida inflación, el Banco Central, bajo el liderazgo de Elvira Nabiúllina, implementó una política de tasas de interés extremadamente altas, que en un momento alcanzaron el 21%. Aunque fue una medida económica lógica — aunque dolorosa — para frenar la inflación, tuvo un impacto severo en los ciudadanos comunes, haciendo que las hipotecas y préstamos se volvieran prohibitivamente caros. Esto ha provocado un gran aumento de la preocupación pública sobre el futuro económico del país, con una parte significativa de la población preocupada por el estado de la “economía fría” o estancada. Otro motivo importante de preocupación es el tema de la mano de obra migrante. El envejecimiento de la población rusa y la guerra han creado una grave escasez de trabajadores, que se está cubriendo con migrantes, principalmente hombres provenientes de países de Asia Central. Estos trabajadores suelen desempeñar empleos mal remunerados y difíciles, que los rusos no están dispuestos a hacer. A pesar de su papel esencial en la economía — especialmente en sectores como la construcción —, su presencia ha generado tensiones sociales. El temor público, alimentado con frecuencia por el nacionalismo y la preocupación por el crimen, sigue siendo un problema importante. Aunque algunos jóvenes rusos pueden mostrar mayor tolerancia, el ambiente general es una mezcla compleja de necesidad y xenofobia.

Restricciones públicas y aislamiento digital

El gobierno también ha endurecido su control sobre la vida pública y la información. Las leyes que restringen la disidencia y la libertad de expresión se han intensificado, con cientos de personas encarceladas bajo nuevas medidas represivas. Muchos periodistas y activistas han huido del país, y el debate crítico se ha vuelto prácticamente imposible. Una parte importante de estas restricciones ha sido el control sobre internet y las comunicaciones digitales. Tras la invasión de 2022, muchas plataformas de redes sociales abandonaron Rusia, lo que obligó a los usuarios a depender de VPNs para acceder a sitios como Instagram y Facebook. Además, se impusieron nuevas limitaciones a aplicaciones populares de mensajería como WhatsApp y Telegram. Aunque oficialmente estas medidas se justificaron como una forma de reducir el fraude, también se interpretan como un intento de promover aplicaciones estatales y controlar la comunicación. Para muchos rusos — especialmente los jóvenes —, este aislamiento digital se ha convertido en una fuente significativa de frustración, con reportes cada vez más frecuentes de lentitud en internet y fallas en el servicio.

¿Cómo difieren estas preocupaciones entre los distintos grupos de edad?

Si bien muchos temores son compartidos entre generaciones, su intensidad y enfoque varían considerablemente según la edad. Para todos los grupos, el miedo a la enfermedad o pérdida de seres queridos sigue siendo el ancla emocional más fuerte, reflejando la preeminencia de los valores familiares y privados en la vida rusa contemporánea. Además, el temor a la guerra une a todas las edades, lo que sugiere una conciencia colectiva sobre la inestabilidad geopolítica y los efectos psicológicos duraderos de los conflictos militares.


Patrones generacionales

Datos recientes [1] revelan patrones generacionales distintos de miedo y ansiedad. Aunque la mayoría de los ciudadanos comparten preocupaciones sobre la seguridad, la estabilidad y el bienestar, la intensidad y el contenido de estos temores varían significativamente entre los diferentes grupos de edad. - Los jóvenes rusos (18–30 años) muestran los niveles más altos de ansiedad respecto a la inestabilidad política y la incertidumbre del futuro. Casi un tercio teme una guerra civil (32%), y una proporción similar expresa preocupación por la migración (29%) y las amenazas ambientales (27%). Estos temores reflejan su mayor sensibilidad ante el desorden social y las crisis globales, probablemente influenciada por el discurso político en línea. - Los grupos de mediana edad (31–60 años) tienden a concentrarse más en las presiones económicas y sociales. Las preocupaciones sobre el aumento de precios y el empobrecimiento (hasta 29%), los conflictos interétnicos (29%) y las amenazas terroristas (30%) dominan su visión del mundo. Esta generación, responsable del sustento familiar y el desarrollo profesional, parece ser la más afectada por la inflación, la desigualdad y la sensación generalizada de inseguridad en la vida cotidiana. - Los adultos mayores (60 años o más), en contraste, priorizan la salud personal y la seguridad familiar por encima de los temores políticos o económicos. Para este grupo, el enfoque cambia hacia lo personal e íntimo, pasando de las amenazas colectivas o nacionales a las vulnerabilidades propias del envejecimiento y el deterioro físico. Esta progresión — de ansiedades sistémicas a preocupaciones existenciales — sugiere que, a medida que las personas envejecen, sus temores se vuelven menos ideológicos y más vitales, reflejando la transformación general de la sociedad rusa.

Conclusión

Durante la última década, los miedos de los rusos han evolucionado junto con los choques políticos, la inestabilidad económica y los cambios sociales, aunque en muchos aspectos siguen siendo sorprendentemente universales. Al igual que en la mayoría de los países, los rusos temen sobre todo la enfermedad, la pobreza y la guerra. Lo que distingue a Rusia no es el contenido de sus temores, sino el contexto que los amplifica: un gobierno autoritario, sanciones prolongadas y un conflicto en curso. La anexión de Crimea en 2014, las protestas de 2018 y las restricciones impuestas entre 2022 y 2025 durante la guerra remodelaron el paisaje emocional de la sociedad rusa. La represión política y la inestabilidad económica profundizaron las ansiedades existentes, convirtiendo la incertidumbre colectiva en una característica definitoria de la vida cotidiana. Aun así, debajo de estas presiones estructurales permanecen las preocupaciones humanas esenciales: el amor por la familia, el miedo a la pérdida y la esperanza de seguridad. En última instancia, Rusia no es una excepción, sino un reflejo del mundo moderno: una nación donde el miedo político se superpone con la vulnerabilidad humana universal, y donde la incertidumbre personal y nacional sigue definiendo lo que significa vivir en la década de 2020.

[1] Es importante reconocer que el FOM (Fundación de Opinión Pública) es una organización financiada por el Estado, por lo que la precisión de sus resultados puede estar sujeta a escrutinio.

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