Diplomacy
¿Está colapsando nuevamente el acuerdo de paz en Sudán del Sur?

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First Published in: Apr.09,2025
Apr.28, 2025
Sudán del Sur está nuevamente al borde de una guerra civil. En marzo de 2025, el vicepresidente Riek Machar fue puesto bajo arresto domiciliario por el gobierno del presidente Salva Kiir. Su partido, el SPLM-IO, declaró rápidamente que el acuerdo de paz de 2018 — el cual puso fin a cinco años de conflicto brutal — había colapsado en la práctica. Las Naciones Unidas han advertido que la situación se parece peligrosamente al período previo a las guerras civiles anteriores en Sudán del Sur. Ya se han producido enfrentamientos armados entre grupos rivales. Kenia envió al exprimer ministro Raila Odinga para mediar en la crisis, pero hasta ahora, las tensiones siguen siendo elevadas. Sudán del Sur ya ha estado en esta situación antes. Tras obtener su independencia de Sudán en 2011, el país cayó rápidamente en una guerra civil apenas dos años después. Lo que comenzó como una lucha de poder entre Kiir y Machar se transformó en un letal conflicto étnico. Para cuando se firmó el acuerdo de paz en 2018, más de 400,000 personas habían muerto y millones habían sido forzadas a abandonar sus hogares. El acuerdo de paz de 2018, formalmente conocido como el Acuerdo Revitalizado para la Resolución del Conflicto en Sudán del Sur (R-ARCSS, por sus siglas en inglés), tenía como objetivo poner fin a esa guerra de manera definitiva. El pacto reincorporó a Machar como vicepresidente y estableció compromisos clave como la celebración de elecciones nacionales, la integración de las fuerzas armadas y la creación de una constitución permanente. Al principio, parecía prometedor. Pero seis años después, muchas de esas promesas clave siguen sin cumplirse, y el país está nuevamente al borde del colapso.
El mayor problema del acuerdo de 2018 fue que se centró demasiado en el reparto de poder entre Kiir y Machar, y muy poco en las causas profundas del conflicto. Reintegró a ambos rivales en el gobierno, pero hizo poco por sanar las divisiones étnicas o construir confianza entre sus seguidores. Lo más importante es que no logró integrar completamente sus fuerzas armadas. En lugar de contar con un ejército nacional unificado, Sudán del Sur sigue teniendo múltiples grupos armados leales a distintos líderes. Este fracaso hizo que la paz fuera frágil desde el inicio. Sin un ejército unificado ni un sistema de justicia funcional, la violencia podía regresar en cualquier momento, y ahora lo ha hecho. El acuerdo también sufrió constantes retrasos. Las elecciones que debían realizarse en 2022 se postergaron para 2024 y ahora han vuelto a posponerse hasta 2026. El gobierno de transición ha avanzado lentamente en la redacción de una nueva constitución y en la creación de instituciones clave. Los críticos afirman que el gobierno de Kiir tiene poco interés en una verdadera reforma democrática.
El arresto domiciliario de Machar fue el punto de quiebre. Su partido acusa al gobierno de estar socavando el acuerdo, y hay reportes que indican que ya han comenzado enfrentamientos en algunas zonas, incluyendo el Estado de Unidad y el de Jonglei. La ONU ha expresado su preocupación y varios gobiernos extranjeros han instado a Sudán del Sur a reducir las tensiones antes de que la violencia se propague aún más. Mientras tanto, el gobierno afirma que Machar está apoyando a milicias locales, una acusación que él niega. Esta creciente desconfianza está dificultando que ambas partes vuelvan a sentarse a negociar. Kenia ha intervenido para ayudar en la mediación, pero hasta ahora se ha avanzado poco. La visita de Odinga es un paso positivo, pero la situación sobre el terreno sigue siendo inestable.
Lamentablemente, sí. Todas las señales de advertencia están presentes. Los grupos armados se están movilizando, el gobierno central está reprimiendo a la oposición política, y la mayoría de las reformas del acuerdo de paz se han estancado. Si estalla una guerra total, las consecuencias humanitarias serían devastadoras. Sudán del Sur ya enfrenta hambre, inundaciones y desplazamientos masivos. Millones de personas dependen de la ayuda humanitaria, y nuevos combates harían aún más difícil que esa ayuda llegue a quienes la necesitan. La juventud de Sudán del Sur, que ha crecido conociendo poco más que la guerra, corre el riesgo de perder toda esperanza en un futuro pacífico. Muchos se sienten abandonados por líderes que prometieron paz y solo ofrecieron más juegos políticos. La comunidad internacional tuvo un papel fundamental en la firma del acuerdo de paz de 2018. Pero desde entonces, la atención global ha disminuido. Aunque los donantes siguen financiando ayuda humanitaria, en gran medida han dejado de presionar a los líderes de Sudán del Sur para que rindan cuentas por los retrasos y las violaciones al acuerdo. Eso debe cambiar. La Unión Africana, la IGAD, la ONU y los gobiernos occidentales aún tienen influencia, si deciden ejercerla. Éstos pueden aplicar presión diplomática, imponer sanciones y exigir reformas reales. Más importante aún, cualquier futuro acuerdo debe incluir voces más allá de Kiir y Machar: líderes de la sociedad civil, mujeres, jóvenes y figuras religiosas que comprenden lo que significa la paz a nivel comunitario.
Sudán del Sur no necesita otro arreglo temporal entre dos políticos. Necesita un cambio profundo y duradero. Eso implica construir un gobierno que funcione, crear un ejército unificado y establecer sistemas que puedan hacer que los líderes rindan cuentas. El país también necesita verdad y reconciliación. Miles de familias aún esperan justicia, y ningún acuerdo de paz será sostenible si esas heridas no se abordan. Los ciudadanos comunes de Sudán del Sur deben ser parte de este proceso, no solo las élites políticas. En el fondo, esta es una historia de confianza rota. Los líderes de Sudán del Sur prometieron terminar una guerra y construir un país. Hoy, esas promesas están en ruinas. Pero el futuro aún no está escrito. Con la presión adecuada, el liderazgo correcto y las voces apropiadas en la mesa, un futuro en paz todavía es posible.
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Akshit Tyagi ha trabajado a tiempo completo como periodista financiero y de negocios en India para Republic TV y a tiempo parcial para otras prestigiosas organizaciones de medios de comunicación.
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