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Diplomacy

Trump firmó muchos contratos en Medio Oriente, pero sigue lejos de lograr los dos “acuerdos” que realmente desea

El presidente Donald Trump posa para una foto con el emir de Catar, el jeque Tamin bin Hamad Al Thani, en el Palacio de Lusail antes de una cena de Estado oficial, el miércoles 14 de mayo de 2025, en Doha, Catar. (Foto oficial de la Casa Blanca por Daniel

Image Source : flickr

by Shahram Akbarzadeh

First Published in: May.15,2025

May.26, 2025

La visita del presidente estadounidense Donald Trump a países árabes en Medio Oriente la semana pasada generó numerosos acuerdos multimillonarios. Según él, solo con Arabia Saudita, se firmaron acuerdos por más de US$1 billón (A$1.5 billones), aunque probablemente la cifra real sea mucho menor. Qatar también realizó un pedido de 210 aviones a Boeing, en un acuerdo valorado en US$96 mil millones (A$149 mil millones). Trump, sin duda, presentará estas transacciones como un gran éxito para la industria estadounidense. El viaje también ayudó a contrarrestar las preocupaciones sobre un posible alejamiento de Estados Unidos del Medio Oriente. Durante más de una década, las élites locales han percibido que la atención de Washington se ha desplazado fuera de la región. Este viaje representó una reafirmación de la importancia del Medio Oriente — en particular del Golfo — para la política exterior de Estados Unidos. Se trata de una señal importante para los líderes de Medio Oriente que están lidiando con los intereses concurrentes de China y, en menor medida, de Rusia. Y desde el punto de vista político, el levantamiento de sanciones a Siria por parte de Trump y su reunión con el exrebelde, ahora presidente, Ahmed al-Charaa, fue muy significativa — tanto en lo simbólico como en lo práctico. Hasta hace poco, al-Charaa estaba en la lista de terroristas de Estados Unidos, con una recompensa de US$10 millones (A$15 millones) por su captura. Sin embargo, cuando sus fuerzas derrocaron al dictador Bashar al-Ásad en diciembre, fue recibido con cautela por gran parte de la comunidad internacional. Estados Unidos había invertido considerables recursos en la remoción de Ásad del poder, por lo que su caída fue motivo de celebración, incluso si se dio a manos de fuerzas que EE. UU. había considerado como terroristas. Este giro tan rápido resulta vertiginoso. En la práctica, el levantamiento de sanciones a Siria abre las puertas a la inversión extranjera en la reconstrucción del país tras una larga guerra civil. También representa una oportunidad para que Arabia Saudita, Qatar y Turquía amplíen su influencia en Siria a expensas de Irán. Para un líder que se presenta como un gran negociador, todos estos pueden considerarse resultados exitosos de un viaje de tres días. Sin embargo, Trump evitó involucrarse en las negociaciones diplomáticas y políticas mucho más delicadas que se requieren para poner fin a la guerra de Israel contra Hamás en Gaza y encontrar un terreno común con Irán respecto a su programa nuclear.

Sin solución a la vista para los palestinos

Trump evitó referirse a la tragedia en curso en Gaza y no ofreció ningún plan para una solución diplomática a la guerra, que continúa sin un final a la vista. El presidente sí expresó su deseo de ver una normalización de relaciones entre los Estados árabes e Israel, sin reconocer el principal obstáculo. Aunque Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos no simpatizan con Hamás, la guerra en Gaza y el sufrimiento infligido al pueblo palestino han hecho imposible que puedan ignorar el tema. Simplemente No pueden pasar por alto Gaza para normalizar sus relaciones con Israel. En su primer mandato, Trump esperaba que el tema palestino pudiera dejarse de lado para lograr la normalización entre los Estados árabes e Israel. Esto se logró parcialmente con los Acuerdos de Abraham, mediante los cuales Emiratos Árabes Unidos y otros tres países de mayoría musulmana normalizaron relaciones con Israel. Trump, sin duda, creyó que el alto al fuego entre Israel y Hamás, acordado justo antes de su investidura, se mantendría — lo prometió durante su campaña electoral. Pero tras la ruptura unilateral del alto al fuego por parte de Israel en marzo, y su decisión de continuar con el bombardeo indiscriminado sobre Gaza, Trump ha aprendido por las malas que la cuestión palestina no puede resolverse ni esconderse fácilmente bajo la alfombra. La aspiración palestina a tener un Estado debe ser abordada como un paso indispensable hacia una paz duradera y la estabilidad regional. El hecho de que Trump no se detuviera en Israel esta semana, fue revelador. Un exdiplomático israelí afirmó que eso es señal de que el primer ministro Benjamín Netanyahu ha perdido su influencia sobre Trump.

“No hay nada que Netanyahu tenga que Trump quiera, necesite o que pueda ofrecerle, a diferencia de, digamos, los saudíes, los qataríes o los emiratíes.”

Una retórica más dura hacia Irán

Trump tampoco presentó nuevos detalles ni iniciativas sobre las negociaciones nucleares con Irán, más allá de su deseo de “cerrar un trato” y la repetición de amenazas anteriores. Desde principios de abril se han celebrado al menos cuatro rondas de conversaciones entre Irán y Estados Unidos. Aunque ambas partes se muestran optimistas sobre las perspectivas, la administración estadounidense parece estar dividida respecto al objetivo final. El enviado especial de EE. UU. para Medio Oriente, Steve Witkoff, y el secretario de Estado, Marco Rubio, han exigido el desmantelamiento completo de la capacidad de Irán para enriquecer uranio como una garantía segura contra la posible conversión de su programa nuclear con fines armamentísticos. Sin embargo, el propio Trump ha sido menos categórico. Aunque ha pedido el “desmantelamiento total” del programa nuclear iraní, también ha dicho que aún no decide si Irán debería poder mantener un programa de enriquecimiento con fines civiles. La capacidad de Irán para enriquecer uranio — aunque bajo supervisión internacional — es una línea roja para las autoridades de Teherán, y no están dispuestos a ceder en ello. La brecha entre Irán y EE. UU. parece haberse ampliado esta semana, luego de que Trump calificara a Irán como “la fuerza más destructiva” en Medio Oriente. El ministro de relaciones exteriores iraní, Abbas Araghchi, respondió que las declaraciones de Trump eran “pura manipulación” y señaló el apoyo estadounidense a Israel como la verdadera fuente de inestabilidad en la región. Nada de esto ha contribuido a mejorar las perspectivas de un acuerdo nuclear. Y aunque su visita a Arabia Saudita, Catar y Emiratos Árabes Unidos estuvo llena de pompa y ceremonias, Trump se va sin estar más cerca de resolver los dos grandes desafíos que enfrentaba al llegar.

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The Conversation

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Shahram Akbarzadeh

El profesor Shahram Akbarzadeh es director del Foro de Estudios de Oriente Medio (MESF) de la Universidad de Deakin. Es investigador principal no residente del Consejo de Oriente Medio para Asuntos Globales (Doha) y autor de "Middle East Politics and International Relations: Crisis Zone" (2022).

Su investigación se centra en la política de Asia Central, el islam, los musulmanes en Australia y Oriente Medio. Su libro, "Middle East Politics and International Relations: Crisis Zone" (Routledge, 2022), figura entre los 10 mejores libros de Relaciones Internacionales: https://www.routledge.com/Middle-East-Politics-and-International-Relations-Crisis-Zone/Akbarzadeh/p/book/9781032052571

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