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Defense & Security

Estrategias de Irán ante los cambios en las relaciones entre EE. UU. y China

Banderas de China, Estados Unidos e Irán

Image Source : Shutterstock

by Sara Bazoobandi

First Published in: Feb.14,2024

May.20, 2024

Bazoobandi, S. Iran’s Strategies in Response to Changes in US-China Relations. Middle East Policy. 2024; 31:120–132. https://doi.org/10.1111/mepo.12727

Resumen

La dinámica de la relación entre Estados Unidos y China ha ido cambiando. Esto ha provocado cambios en el orden estratégico y en la adopción de políticas por parte de los amigos y enemigos de cada lado. Irán, dados sus vínculos con China desde hace décadas, ha tomado varias medidas. En primer lugar, ha estrechado sus lazos con la potencia asiática más allá de la colaboración en los negocios y el comercio. En segundo lugar, ha revisado sus políticas en la región del Golfo para formar parte de lo que considera la red de influencia de China, con la esperanza de posicionarse mejor en un orden global multilateral. En tercer lugar, ha estado buscando oportunidades para proyectar poder al mostrar sus capacidades militares en Ucrania. Este artículo examina estas respuestas estratégicas y concluye que Irán ha estado siguiendo una agenda acorde con la visión del mundo de sus líderes principales. El objetivo final para Teherán es obtener más poder y relevancia en el orden estratégico mundial. Este análisis forma parte de un número especial que examina las respuestas de los países del Golfo a la creciente competencia sino-estadounidense, editado por Andrea Ghiselli, Anoushiravan Ehteshami y Enrico Fardella.

Durante la última década, la relación entre China y Estados Unidos ha experimentado cambios fundamentales [1]. “Compromiso, cooperación y convergencia”, anteriores pilares de los lazos entre las mayores potencias económicas del mundo, han sido sustituidos por la guerra comercial entre Pekín y Washington [2]. Estos cambios han influido en las decisiones estratégicas realizadas por los Estados de todo el mundo, incluido Irán. El país ha aumentado sus lazos comerciales con China, lo que ha sido fundamental en los esfuerzos de Teherán para eludir las sanciones estadounidenses y mantener el flujo financiero del régimen. Como resultado, China ha seguido siendo el mayor socio comercial de Irán durante más de una década [3]. La República Islámica percibe los cambios en las relaciones entre Estados Unidos y China como un signo del declive estadounidense y prevé el fin de la unipolaridad en el sistema global. Esto ha fortalecido los intentos de Teherán de seguir tres estrategias principales: profundizar sus lazos con China, revisar sus políticas en la región del Golfo y proyectar poder exhibiendo sus capacidades militares en Ucrania. Este artículo analiza el orden estratégico de Teherán al seguir estas estrategias. Su objetivo es proporcionar una comprensión holística de la visión de Irán para un sistema mundial multipolar que los altos dirigentes del país perciben como cada vez más viable. El artículo comienza con un breve repaso de la expansión y el fortalecimiento de los lazos entre Irán y China, que sin duda ha sido crucial para la supervivencia económica de Irán. Esta sección subraya que, además de las dificultades económicas, la dinámica cambiante entre Pekín y Washington, combinada con el marco ideológico iraní del “nuevo orden mundial” y la lucha regional por el equilibrio de poder, han influido en las relaciones de Irán con China. En 2022, el líder supremo de Irán, su figura política más importante, declaró: “El mundo está al borde de un nuevo orden mundial”, en el que “Estados Unidos se debilita día a día” [4]. El análisis indica que Irán considera que éste es el punto de partida para el surgimiento de una orden multipolar, en el que la influencia global de potencias no occidentales como China y Rusia está en aumento. Al expandir y estrechar sus lazos con China, Irán pretende alinearse con las principales potencias mundiales que son consideradas confiables por los líderes políticos principales y se espera que emerjan como más fuertes que Estados Unidos. La segunda sección se centra en el impacto de las relaciones entre Estados Unidos y China en la estrategia de Irán hacia los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). China ha aumentado visiblemente su participación en la región del Golfo. Los niveles de comercio e inversión han ido en aumento y ambas partes han manifestado su intención de impulsar su asociación estratégica. Estados Unidos ha desempeñado durante varias décadas el papel de garante de la seguridad de las naciones árabes en el Golfo. Dada la percepción que tiene Irán del debilitamiento de Estados Unidos, la estrategia de Teherán en la región se ha visto influida por la dinámica regional, en particular por el fortalecimiento de los lazos entre el CCG y China. El artículo argumenta que Irán trata de mejorar sus lazos con el CCG, en consonancia con su estrategia de expandir las relaciones con China como una potencia no occidental en un sistema multipolar global emergente. Por ejemplo, la consolidación de los lazos entre China y el CCG ha motivado a Irán a cambiar su enfoque hostil hacia algunos Estados miembros, particularmente Arabia Saudita. Esta sección ofrece una visión general de la asociación del Golfo-China a la luz de las cambiantes relaciones entre Washington y Pekín. Su objetivo es proporcionar una mejor una mejor comprensión de cómo las estrategias de Irán se han visto moldeadas por su percepción de las dinámicas cambiantes entre las potencias occidentales y no occidentales en esta región. A continuación, el artículo investiga el impacto de las relaciones entre Estados Unidos y China en los lazos entre Teherán y Moscú, dada la percepción que tienen los líderes principales de Irán sobre el declive estadounidense y su determinación de adquirir mayor relevancia en el orden mundial. El deseo mutuo de Rusia y China de redefinir los principios normativos del orden internacional ha fortalecido su cooperación en diversas áreas, como la militar, la energética y la financiera [5]. Su interés por oponerse al sistema mundial liberal liderado por Estados Unidos los ha llevado a formar redes de colaboración con Estados de ideas afines en todo el mundo [6]. Han utilizado plataformas y marcos internacionales para promover sus visiones y limitar la influencia de Occidente [7]. A diferencia de las potencias occidentales, tanto China como Rusia parecen haber sido capaces de desenvolverse en el complejo sistema político iraní, orientado por ideologías [8]. Como resultado, Teherán se ha sentido inspirado para seguir estrategias que compartan la visión de Moscú y Pekín para el orden mundial, y para buscar establecerse como un actor global más poderoso [9]. La última sección examina la influencia de las visiones e ideologías de los líderes políticos iraníes en la dirección estratégica del país. Argumenta que la búsqueda de proyección de poder por parte de Irán es su principal respuesta al cambio la relación entre Estados Unidos y China. Este cambio ha llevado a los dirigentes iraníes a buscar formas de llevar a cabo la “estrategia de resistencia” más allá de su área tradicional de influencia en su región vecina inmediata. Como parte de ello, la guerra de Rusia en Ucrania ha ofrecido a Irán la oportunidad de proyectar poder mediante la colaboración militar. Este artículo concluye que la respuesta estratégica de Irán a la cambiante relación entre Pekín y Washington se basa en la anticipación del declive de la hegemonía estadounidense y pretende reclamar una posición de poder en el nuevo orden mundial. La aspiración de Irán de aumentar su relevancia y fuerza en el orden estratégico mundial y regional se refleja en documentos gubernamentales oficiales que destacan la visión del régimen. “El Modelo de Progreso Islámico Iraní” y la declaración de la “segunda fase de la revolución” por parte del líder supremo de Irán proporcionan un esbozo de la visión del régimen, que incluye la independencia económica y política de Occidente y la resistencia contra el imperialismo global [10]. En este contexto, el análisis concluye que este marco ideológico, construido en torno a la noción del declive estadounidense y el surgimiento de un nuevo orden mundial, ha sido la principal respuesta estratégica de Irán a los cambios entre las superpotencias y la fuerza impulsora más efectiva de las políticas de Teherán hacia China, el CCG y Rusia. El estudio utiliza el análisis cualitativo para rastrear los procesos de formación de políticas, teniendo en cuenta las visiones e ideologías de los Estados, así como los acontecimientos regionales y mundiales. Emplea una variedad de fuentes, incluyendo literatura académica, artículos de prensa y sitios web gubernamentales.

Relaciones de China-Irán: panorama general

La necesidad de construir y fortalecer vínculos con la potencia económica no occidental más fuerte del mundo, especialmente en tiempos de duras sanciones económicas lideradas por Estados Unidos, ha impulsado las relaciones de Irán con China. Otros factores han influido en el desarrollo de aspectos no económicos de los lazos entre Teherán y Pekín, incluidas las dinámicas cambiantes entre Pekín y Washington, los marcos ideológicos internos, las luchas por el equilibrio de poder a escala mundial y regional, y la disensión interna. Las relaciones de Irán con China comenzaron antes de la Revolución Islámica de 1979. A pesar del lema del país “ni Oriente, ni Occidente” que marcó su política en los primeros años después de la revolución, el régimen ha mantenido constantemente sus lazos con China [11]. La presidencia de Mahmud Ahmadineyad fue un periodo significativo para la relación bilateral, y se consideró el punto de partida de la era de “asiatización” de Irán. Durante ese periodo, Teherán aceleró su programa nuclear y reactivó la narrativa antioccidental [12]. Desde entonces, China ha oscilado entre promover una solución diplomática al expediente nuclear iraní, apoyar la decisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en 2006 de referir el expediente al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y ayudar a Irán a sus esfuerzos para eludir las sanciones. Ambos países iniciaron un acuerdo de cooperación nuclear a principios de la década de 1990, el cual terminó rápidamente bajo la presión de Estados Unidos. En 2006, China estuvo de acuerdo con la decisión del OIEA de referir el expediente de Irán al Consejo de Seguridad. Este fue un punto de inflexión en el conflicto nuclear de décadas de duración. Entre 2006 y 2010, China estuvo de acuerdo con las resoluciones del Consejo de Seguridad que provocaron un aumento de la presión económica sobre Irán a través de sanciones internacionales. A pesar de ello, durante la presidencia de Ahmadineyad, el comercio bilateral entre Irán y China aumentó de 10 mil a 43 mil millones de dólares. Esto fue una clara señal de su cooperación para eludir las sanciones, las cuales en ocasiones tuvieron consecuencias negativas para China y para empresas chinas reconocidas a nivel mundial, como Huawei. Este fortalecimiento de las relaciones de Irán con Oriente (grandes potencias no occidentales) se vio influenciado en gran medida por las opiniones personales y los objetivos de las relaciones exteriores del líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei [13]. En los últimos años, él ha impulsado abiertamente la estrategia de estrechar lazos con China, declarando públicamente a Pekín como un socio digno de confianza y afirmando explícitamente que la República Islámica nunca olvidará su apoyo para eludir las sanciones [14]. Siguiendo la orientación de Jamenei para estrechar los lazos con China, el presidente Ebrahim Raisi ha descrito en los últimos años “la amistad” entre ambos países como basada en el respecto y la confianza mutuos [15]. Este lenguaje político indica un compromiso duradero y quizá total de mantener y expandir los lazos con China. En respuesta, el régimen iraní ha recibido el apoyo de Pekín más allá de la elusión de las sanciones. Por ejemplo, a pesar de la preocupación planteada por otros actores regionales, en particular los miembros del CCG, China apoyó a poner fin al embargo de armas sobre Irán en 2020 [16]. Esto, en teoría, permite a Irán comprar armas y mejorar su armamento militar [17]. Un año después, en marzo de 2021, los dos países anunciaron una asociación estratégica integral destinada a reforzar las relaciones bilaterales en energía y economía, así como en ciberseguridad y en el ámbito militar [18]. No hay muchos detalles disponibles sobre el acuerdo, que Jamenei describió como una sabia decisión, ni sobre su implementación [19]. China ha sido el socio comercial más importante de Irán durante más de una década [20]. Antes de la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear en 2018, Teherán esperaba beneficiarse más de un comercio y unas inversiones más libres tanto por parte de la potencia asiática como de Europa. En 2015, funcionarios iraníes anunciaron planes para reconstruir las relaciones con Europa y ampliar los lazos con China [21]. Sin embargo, el orden cambió con la decisión del presidente Donald Trump de imponer una campaña de máxima presión sobre Irán. A pesar del desacuerdo inicial de los líderes europeos y asiáticos con la decisión estadounidense, las empresas europeas respondieron rápidamente dejando de hacer negocios con Irán [22]. El sistema bancario chino también limitó el alcance de sus operaciones con el país [23]. Esto ha supuesto un gran desafío para todos los aspectos del comercio e inversión bilaterales. Sin lugar a dudas, la colaboración económica y empresarial china prometida por el marco de la asociación estratégica integral se vio afectada por la presión estadounidense. Teniendo en cuenta su ubicación, Irán tiene potencial para ser un elemento valioso de las iniciativas económicas chinas como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI [24], por sus siglas en inglés). Documentos hackeados obtenidos del Centro de Estudios Estratégicos, una entidad de investigación dentro de la Oficina del Presidente de Irán, revelaron que Raisi ha ordenado oficialmente al Ministerio de Asuntos Exteriores que facilite las colaboraciones económicas con China [25]. Esto refleja el deseo del gobierno de convertir a Irán en un actor clave de la “cadena de valor china” [26]. Esta expansión de los lazos económicos con China ha sido desafiada por las sanciones occidentales [27]. En consecuencia, Irán no ha logrado atraer inversión china, ni en la BRI ni en otros proyectos. La presión disminuyó durante la administración de Biden, que restableció algunas exenciones de las sanciones [28]. Las exportaciones de petróleo de Irán a China, a través de métodos subterráneos, han seguido fluyendo de forma relativamente constante. Esto ha beneficiado a ambas partes, manteniendo el vital flujo de ingresos de Irán y ayudando a facilitar la importación de bienes y servicios chinos a cambio de energía con descuento [29]. La colaboración entre Irán y China se ha expandido a áreas como el intercambio tecnológico. El modelo de cooperación de Pekín es más favorable hacia Teherán en comparación con los de los gobiernos occidentales, ya que no impone valores a los socios [30]. Mientras que las empresas occidentales se han mostrado reacias a involucrarse con Irán debido a las sanciones, China ha ofrecido asistencia tecnológica. Esto ha sido en parte facilitado por la estrategia china de desarrollar sus industrias tecnológicas y científicas, la integración civil-militar y las tecnologías de uso dual a través de la exportación de productos y estándares [31]. Irán también ha estado aplicando estrategias para ampliar sus capacidades científicas y tecnológicas, impulsado por las opiniones de sus altos dirigentes políticos. En su discurso del Año Nuevo Persa de 2006, Jamenei declaró: “El conocimiento es autoridad, es igual al poder; quien lo encuentra puede gobernar; una nación que lo encuentra puede gobernar; una nación que no puede [desarrollar sus capacidades científicas y tecnológicas] debe prepararse para ser gobernada por otros” [32]. Esto indica claramente la motivación y la intención de Irán. Jamenei ha alentado frecuentemente a los responsables políticos del país a promover estrategias que apoyen la “yihad del conocimiento” [33]. Esta frase ha cobrado importancia en la planificación estratégica de Irán en los últimos años, impulsando los esfuerzos del país por avanzar en sus capacidades militares y de defensa. La asistencia tecnológica en campos como la inteligencia artificial (IA) y la ciberseguridad ha sido uno de las principales áreas de colaboración entre China e Irán [34]. Por ejemplo, se informa que la empresa china Tiandy, una de las principales compañías de videovigilancia del mundo, ha estado trabajando con el gobierno iraní [35]. El aumento del descontento interno en los últimos años puede haber desempeñado un papel en el avance de esta colaboración tecnológica. Existe muy poca información pública sobre la naturaleza de dicha cooperación. Sin embargo, las tecnologías a las que se ha accedido mediante la colaboración con empresas chinas han ayudado a Irán a espiar a sus ciudadanos, reprimir protestas y monitorear a los disidentes [36]. El comercio y las asociaciones empresariales han dominado la relación bilateral [37]. China ha cooperado con Irán para eludir las sanciones al tiempo que aprovechaba los descuentos en los precios de la energía [38]. Al mismo tiempo, los dos países se han estado expandiendo hacia otras áreas, como la tecnología. El régimen de Teherán, muy influido por el líder supremo, ve en China el principal desafío a la hegemonía estadounidense y está decidido a consolidar sus lazos con Pekín mientras intenta maximizar su poder en el sistema mundial. La siguiente sección explora las cambiantes relaciones entre Irán y el CCG, analizando el impacto de las relaciones entre Estados Unidos y China en las estrategias de Teherán hacia sus vecinos.

Las relaciones entre EE. UU. y China y las estrategias de Irán en el Golfo

Los altos cargos políticos iraníes han declarado con frecuencia que prevén un nuevo orden internacional que sustituya al sistema unipolar liderado por Estados Unidos [39]. Como se demostró en la sección anterior, tal anticipación ha motivado a Teherán a mantener estrechos vínculos con Pekín. Esta sección investiga cómo la visión iraní de un nuevo orden mundial ha impulsado la estrategia de normalización con el CCG. Examina cómo entiende el régimen el futuro rol de China y Estados Unidos en la región y cómo esto afecta a la estrategia de Teherán hacia sus vecinos del sur. En los años anteriores al acuerdo iraní-saudí de 2023 que restableció los lazos diplomáticos entre ambos países, la dinámica entre Irán y el CCG se basaba predominantemente en “percepciones de amenazas intrarregionales y una intensa securitización mutua” [40]. El acuerdo mediado por China parece haber cambiado esta formulación. Un factor que desempeñó un papel significativo en el cambio de las políticas iraníes fue el avance de la relación entre China y el CCG. En 2021, los funcionarios de Pekín describieron este hecho como parte de la creación de una “sinergia” entre el “nuevo paradigma de desarrollo en China” y las “principales estrategias de desarrollo” en la región [41]. Tales declaraciones bien podrían haber sido percibidas por Teherán como un indicativas de la creciente influencia estratégica de Pekín y de su oposición al involucramiento de Estados Unidos en la estructura de seguridad de la región. Esto ha motivado a Irán a formar parte de lo que considera una nueva área de influencia emergente para China. Además, se prevé que la normalización de los lazos diplomáticos con Arabia Saudita allane el camino para un muy necesario, aunque desafiante, “acuerdo de paz tripartito entre Irán, Arabia Saudita y los hutíes” [42] que pueda abordar una de las preocupaciones de seguridad más apremiantes en el CCG. Irán ha deseado desde hace tiempo una nueva estructura de seguridad forjada mediante la erradicación de la influencia y la presencia de Estados Unidos. En 2019, el gobierno iraní propuso la “Iniciativa de Paz Hormuz” (HOPE, por sus siglas en inglés), una iniciativa de cooperación en materia de seguridad que incluiría a todos los Estados ribereños del Golfo [43]. Motivado por la aspiración de Irán de socavar la hegemonía estadounidense, fue presentada durante la crisis interna del CCG con Catar, que coincidió con la fase inicial de la guerra comercial entre Estados Unidos y China [44]. Durante las prolongadas hostilidades entre el CCG y los rebeldes hutíes de Yemen, Washington no fue capaz de ofrecer ninguna solución significativa. Por ello, el gobierno saudí, decepcionado por esta incapacidad para proteger su seguridad, acogió con satisfacción el acercamiento de Irán respaldado por China. En cuanto a Teherán, este cambio hacia Riad demuestra cómo la percepción del declive estadounidense y el ascenso chino influyeron en su orden estratégico en relación con los países del CCG. La decisión de Irán de normalizar sus relaciones con el CCG se produjo en un momento en el que los responsables políticos preveían un aumento del poder regional de China y consideraban que les ayudaría para cumplir su visión estratégica. Las colaboraciones entre el CCG y China han convencido a Teherán de que Pekín está decidido a aumentar su compromiso con la región. Irán asume que esto irá en detrimento de Estados Unidos. En este contexto, la República Islámica también está motivada para formar parte de la nueva esfera de influencia emergente. Durante muchas décadas, los países del CCG han mantenido relaciones cordiales con Estados Unidos, lo que ha dado lugar a una fuerte presencia militar estadounidense en la región que ha excluido a Irán de una posición de influencia en el Golfo. Irán ve una expansión de la cooperación entre China y el CCG como una oportunidad para ingresar a la esfera de influencia de China que, según sus altos dirigentes, acabará con el sistema mundial liderado por Estados Unidos. Si la evaluación de Irán sobre las intenciones de China de expandir sus lazos con el CCG es acertada, puede ser objeto de debate. No obstante, Teherán considera que los lazos de China con la región tienen por objeto crear una nueva zona de influencia, una favorable a su propia visión. Además, Irán ha percibido desde hace mucho tiempo un alto valor estratégico en sus vínculos económicos con China y espera mejorar esas relaciones tanto con China como con el CCG [45]. Se estima que el acuerdo entre Irán y Arabia Saudita impulsará el comercio bilateral hasta los 2 mil millones de dólares, y el impulso iraní para mejorar las relaciones con el CCG podría estar motivado también por la perspectiva de obtener ganancias económicas [46]. Para resaltar el impacto de las relaciones entre China y Estados Unidos en las estrategias de Irán en el Golfo, es importante repasar el desarrollo de las relaciones de Pekín con los países del CCG. El aspecto más significativo ha sido la cooperación empresarial y comercial. China ha sido un importador neto de petróleo desde 1993 [47] La dependencia del país de la energía extranjera ha desempeñado un papel crucial en sus políticas hacia los países exportadores de petróleo del Golfo. El comercio bilateral entre China y el CCG aumentó de 182 mil millones de dólares en 2014 a unos 229 mil millones de dólares en 2021, lo que convierte a China en el mayor socio comercial de la región [48]. Este volumen ha sido sustancialmente mayor que el del comercio entre China e Irán (alrededor de 16 mil millones de dólares en 2022) [49]. Si bien la demanda de energía ha sido un elemento clave del comercio bilateral con el CCG, las relaciones comerciales se han ido ampliando a otras áreas, como la inversión en infraestructura y el intercambio de tecnología, bienes y servicios. Irán indudablemente ha sentido envidia de esta cooperación entre China y sus vecinos del sur. Esto ha inducido los esfuerzos de Teherán hacia la normalización con la esperanza de beneficiarse de la colaboración tanto con Pekín como con el CCG. Esto se manifiesta en la asociación estratégica integral y otras formas de colaboración examinadas en la sección anterior. Los líderes políticos chinos han adoptado una narrativa efectiva al describir su estrategia de compromiso con el CCG, enfatizando en la “igualdad entre países independientemente de su tamaño” y el apoyo a su “soberanía independiente” [50]. Esto tiene como objetivo persuadir a los líderes locales para que vean la expansión de los lazos con Pekín como “una oportunidad para enriquecer el contenido estratégico” de las relaciones [51]. Tal narrativa ha sido sin duda bien recibida por Teherán, ya que fomenta el multilateralismo. Arabia Saudita, hasta hace poco considerada el rival regional más obvio de Irán, ha sido uno de los socios más importantes de China y el mayor receptor de sus inversiones en la región [52]. Teherán ve la normalización con un antiguo adversario – que se está convirtiendo en un socio aún más cercano de China – como fortalecimiento de la colaboración antiestadounidense en la región y ganando para sí misma un lugar en una red de asociaciones basadas en la igualdad y la independencia, como se expresa en la narrativa china. Formar parte de tal red ayudará a Teherán a posicionarse mejor en un orden mundial multilateral. En última instancia, Irán está persiguiendo su agenda en línea con la visión mundial de sus altos dirigentes, cuyo objetivo es ganar más poder y relevancia en el orden estratégico global. Durante décadas, Estados Unidos fue considerado un estrecho aliado de algunas de las potencias regionales. Al mediar en un acuerdo entre Teherán y Riad, China ha asumido un papel que Estados Unidos y Europa han dejado de desempeñar en los últimos años. La normalización entre Irán y Arabia Saudita llegó en un momento en que los responsables políticos europeos, que han tratado de facilitar un diálogo regional, no han logrado obtener resultados tangibles entre Teherán y Riad. De hecho, Irán se ha mostrado escéptico sobre el potencial de la UE para resolver cuestiones regionales, sobre todo tras la retirada de Trump del acuerdo nuclear [53]. El acercamiento entre Irán y Arabia Saudita resaltó la capacidad de mediación de China e impulsó el estatus del país entre los líderes regionales. Al dar la bienvenida a la intervención de Pekín, Irán buscó demostrar que Estados Unidos y sus aliados occidentales ya no pueden marcar la dinámica regional. Irán ha concebido un orden mundial multipolar y aspira a desempeñar un papel en su consecución en la región del Golfo. Parece que Pekín ha logrado convencer con éxito al régimen en Teherán, junto con los líderes de los países árabes del Golfo, de su capacidad y disposición para apoyar sus aspiraciones. Mientras que el mundo occidental ha fracasado en mantener la confianza de los líderes regionales, China la ha ganado. Estos desarrollos han sido motivados por las relaciones cambiantes entre Pekín y Washington, que Teherán ve como señales del profundo influjo estratégico de China en la región. Además, esto respalda la creencia de Irán en el declive del poder estadounidense, especialmente en el Golfo.

La rivalidad entre Estados Unidos y China y la proyección de poder de Irán

Esta sección analiza los efectos de las dinámicas cambiantes entre Estados Unidos y China en las estrategias de proyección de poder de Irán. La percepción de Teherán sobre el declive del poder global estadounidense, especialmente en el Golfo, ha llevado a Irán a restablecer lazos con su principal competidor regional, Arabia Saudita. Independientemente del futuro de la normalización entre Teherán y Riad, la mediación de China indica la anticipación de Teherán sobre el papel estratégico que jugará la potencia asiática en el Golfo. También ha influido en las estrategias de proyección de poder de Irán, particularmente más allá de su tradicional área de influencia. Los líderes iraníes han considerado durante mucho tiempo al realismo como el principal pilar de su relación con China y Rusia [54]. Sin embargo, más recientemente, Irán ha seguido una política de "mirar hacia el Este", principalmente dirigida a fortalecer las relaciones con esas dos potencias. En 2019, Irán, Rusia y China llevaron a cabo un ejercicio naval en el Océano Índico simbolizando su compromiso de desmantelar el unilateralismo global estadounidense [55]. Sin duda, los objetivos, motivos y alcance de las relaciones entre estos países varían. Sin embargo, el común denominador es su sentimiento antihegemónico, el cual ha ganado importancia con el cambio en la dinámica de las relaciones entre Estados Unidos y China. La guerra rusa en Ucrania ha brindado a Irán la oportunidad de proyectar poder, demostrar su capacidad militar y mantenerse relevante en el orden internacional ante el cambiante orden mundial [56]. Esta sección argumenta que los principios antihegemónicos compartidos entre líderes políticos de Rusia, China e Irán desempeñan un papel significativo en el fortalecimiento de sus relaciones, y la guerra en Ucrania es una gran oportunidad para que Irán persiga su visión mundial y aspiraciones de proyección de poder. La estrategia global predominante de Rusia se ha centrado cada vez más en desafiar un sistema unipolar dominado por Estados Unidos [57]. Esto ha resonado con las ideologías políticas en Teherán y China [58]. El líder supremo de Irán, quien ejerce una fuerte influencia sobre la formulación de políticas estratégicas del país, ha enfatizado con frecuencia la importancia de mantener y expandir la "profundidad estratégica" como una de las estrategias fundamentales del país [59]. Además, ha expresado su anticipación de un "nuevo orden mundial" y ha subrayado la importancia de la "Geografía de la Resistencia" [60]. Esta ideología refleja el deseo de Teherán de influir en los sistemas global y regional, y ha desempeñado un papel crucial en impulsar las aspiraciones de proyección de poder del país. El uso por parte de Jamenei de conceptos teológicos como la yihad y la resistencia indica sus fuertes puntos de vista antihegemónicos y antioccidentales [61]. Él ve las políticas de Occidente como continuación del choque histórico entre identidades y destinos entre el mundo musulmán y el no musulmán [62]. Según esta perspectiva, Irán está ubicado en el corazón de la geografía de la resistencia y es la principal potencia del mundo musulmán. Por lo tanto, unirse a iniciativas de seguridad y económicas no occidentales ayudará a Teherán a obtener una posición global más poderosa para avanzar en su agenda estratégica. La guerra en Ucrania presentó a Irán nuevas áreas en las que proyectar poder [63]. La sinergia entre la visión rusa, manifestada por su invasión, y la de Irán es percibida en Teherán como prometedora para el nuevo orden mundial. La entrega por parte de Irán de cientos de drones Shahed-136 a Rusia ha sido una clara señal de su determinación para colaborar con potencias que comparten su percepción [64]. En un orden en el que el poder estadounidense es desafiado por China, Irán aspira a avanzar en sus ambiciones, demostrar sus capacidades militares y ganar relevancia fuera de su tradicional área de influencia. Las percepciones de los líderes políticos de Irán y sus visiones sobre la posición de Irán en el sistema mundial son una fuerza impulsora detrás de sus decisiones estratégicas [65]. Su anticipación del declive de Occidente, particularmente de Estados Unidos, es la base crucial. Históricamente, la estrategia de Irán de construir un "Eje de Resistencia" se ha utilizado para proyectar poder a través de "una mezcla de alianza estratégica, comunidad de seguridad y red ideacional" [66] en la región del Medio Oriente y África del Norte. La guerra en Ucrania presentó un nuevo escenario para esto.

Conclusión

La relación entre Estados Unidos y China ha estado experimentando cambios fundamentales, lo que ha llevado a respuestas estratégicas por parte de Irán en varios frentes. Teherán cree que el poder global estadounidense está declinando mientras que el de China está en ascenso. Esta interpretación ha dominado las políticas de Irán y sus roles regionales y globales previstos. Los altos líderes políticos en Teherán han abogado por lo que llaman "el nuevo orden mundial". Este es un sistema multipolar en el cual Occidente, específicamente Estados Unidos, ya no domina. Los funcionarios iraníes perciben la guerra en Ucrania y los ataques del 7 de octubre contra Israel como golpes poderosos para los estadounidenses. Jamenei se ha referido los ataques de Hamás como el punto de partida para la formación de un nuevo mapa en Oriente Medio basado en la "desamericanización" [67]. Irán ha recibido estas crisis con beneplácito y apoya a los agresores, con una retórica basada en la noción de resistencia a la opresión occidental del mundo musulmán [68]. La comprensión de Irán sobre la cambiante relación entre China y Estados Unidos ha impulsado tres estrategias. En primer lugar, el país ha buscado profundizar sus lazos con la potencia asiática. La relación entre Irán y China se ha formado principalmente en torno al comercio y colaboraciones empresariales que han sido fortalecidas por los esfuerzos de Teherán para eludir las sanciones. Irán ve a China como el principal desafío para la hegemonía estadounidense y como un actor clave en la realización de su orden mundial previsto. Por lo tanto, está decidido a consolidar los lazos con Pekín, junto con la implementación de estrategias que puedan establecer una posición más poderosa para Irán en el sistema global. En segundo lugar, Irán ha revisado sus políticas con la esperanza de contribuir y formar parte de lo que Teherán percibe como la nueva área de influencia de China en la región del Golfo. El sistema mundial multipolar previsto por Irán impulsa sus aspiraciones de hacerse más relevante e influyente en el orden estratégico regional. Teherán interpreta el compromiso de China en el Golfo como no contrario a su papel deseado en el emergente mundo multipolar. En tercer lugar, Irán ha estado buscando proyectar poder al ayudar a Rusia en Ucrania, mostrando así sus capacidades militares y forjando un frente antiisraelí. Estos conflictos han presentado a Irán nuevas áreas para proyectar influencia, dentro y fuera de su área regional tradicional. Teherán entiende la sinergia entre la visión rusa y la suya como la más prometedora para materializar un nuevo orden mundial. Este análisis de cómo se percibe en Teherán el cambio en la relación entre Estados Unidos y China es crucial para entender su orden estratégico y sus elecciones políticas. Desde la perspectiva de Irán, está emergiendo un nuevo orden mundial debido a estas dinámicas cambiantes. A medida que el poder estadounidense declina, Irán busca cada oportunidad para surgir como un jugador global poderoso.

Agradecimientos Financiamiento de acceso abierto habilitado y organizado por Projekt DEAL.

REFERENCIAS

[1] An earlier version of this article was first presented at “The Persian Gulf and the US-China Rivalry,” a roundtable held in Rome on July 6, 2023. That event and this special issue have been sponsored by the ChinaMed Project of the TOChina Hub and the HH Sheikh Nasser al-Mohammad al-Sabah Programme at Durham University. [2] Evan S. 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First published in :

Middle East Policy Council / USA

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Sara Bazoobandi

 

La Dra. Bazoobandi es miembro Marie Curie del Instituto de Estudios de Oriente Medio del Instituto Alemán de Estudios Globales y de Área.

 

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