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Israel apuesta por una confrontación total con Hezbolá
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First Published in: Sep.26,2024
Oct.21, 2024
Los sofisticados ataques remotos con buscapersonas y radios de comunicación contra Hezbolá los días 17 y 18 de septiembre fueron seguidos por una intensa campaña aérea israelí contra el grupo militante, ésta aún continúa. Estos eventos fueron considerados por el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, como una nueva fase en el conflicto del país con Hezbolá y un cambio en el centro de gravedad del conflicto de Israel, del sur hacia el norte. Estas acciones, impulsadas por avances en inteligencia y toma de decisiones rápida, marcan un momento crítico en el conflicto en curso en la región y podrían tener implicaciones de gran alcance para la estabilidad regional y el panorama político de Israel.
Los impactantes eventos de la semana pasada fueron, en cierto modo, un resultado militar subóptimo para Israel. Israel no ha reclamado públicamente la responsabilidad por ninguno de los ataques, aunque la capacidad e inteligencia de sus aliados apuntan a su implicación. Los ataques con buscapersonas y luego con radios de comunicación fueron originalmente diseñados para ser la salva inicial en un ataque coordinado y total contra Hezbolá. Esto, sin duda, habría sido devastador, dejando obsoletas las comunicaciones de Hezbolá mientras Israel se preparaba para golpear con fuerza mediante ataques con drones y misiles, quizás incluso junto con una incursión terrestre. A pesar de esta cuidadosa planificación, fuentes estadounidenses han informado que los líderes de Israel se vieron obligados a actuar de inmediato o arriesgarse a perder este recurso. Fue un momento de “aprovecharlo o perderlo”, lo que ha llevado finalmente a Israel a intensificar su presión en el norte, siguiendo lo que el líder de Hezbolá, Hasán Nasralá, identificó acertadamente como una “declaración de guerra”. Después de que se obligará al primer ministro Benjamín Netanyahu a activar el ataque con buscapersonas, Israel continuó con el traslado de la 98ª División, una división de paracaidistas, desde Gaza hasta la frontera norte el 18 de septiembre. Además, Gallant visitó bases aéreas en la frontera norte inmediatamente después del ataque con buscapersonas. Luego, Israel activó otro de sus recursos en el ataque con radios de comunicación, otra “oportunidad para aprovecharla o perderla” mientras los oficiales de seguridad de Hezbolá, junto con oficiales iraníes involucrados, comenzaban a buscar otras infiltraciones. Desde entonces, Israel ha iniciado una brutal campaña de misiles contra Hezbolá, con ataques en el sur de Líbano, así como en Beirut, donde Israel reportó el exitoso asesinato de Ibrahim Akil, un alto comandante de Hezbolá. Según el Ministerio de Salud de Líbano, estos ataques, solo el 23 de septiembre, mataron a casi 500 personas e hirieron a muchas más. La estrategia de “conmoción y pavor” de Israel en Líbano es clara, demostrando la capacidad y la intención de atacar y eliminar objetivos a voluntad hasta que Hezbolá acceda a la demanda de Israel de retirar sus tropas y silos de misiles más allá del Río Litani. Tras activar su recurso de buscapersonas, los comandantes israelíes se vieron obligados a activar su recurso de radios de comunicación antes de que fuera detectado. El uso forzado de estos dos activos clave llevó a Netanyahu a creer que esta era su mejor oportunidad para presionar por una victoria contra Hezbolá con más ataques con misiles y asesinatos. Lo que está claro es que, a lo largo de la última semana, Netanyahu ha sido guiado por los eventos, y no al revés. A pesar de esto, estará encantado de estar un paso más cerca de recuperar la reputación del “Sr. Defensa” que lo ha llevado a servir un récord de ocho mandatos como primer ministro. Después de la conmoción del 7 de octubre y de los rehenes que Israel no ha podido traer a casa, este es un momento de victoria para las Fuerzas de Defensa de Israel, los servicios de inteligencia israelíes y el propio Netanyahu, al reafirmar la competencia y superioridad de las capacidades israelíes. Israel espera que, al intensificar la presión sobre Hezbolá a través de su continua campaña de asesinatos y misiles, logre forzar a sus tropas a retroceder más allá del Río Litani (a unas 18 millas de la frontera actual, como lo establece la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU). Esto permitiría a Israel devolver a 200,000 refugiados desplazados a ciudades y aldeas en el norte y alcanzar un importante objetivo político y de legitimidad.
Para Hezbolá, los ataques con buscapersonas y radios de comunicación representaron el mayor fracaso para la organización desde la guerra de 2006. En tres días, los servicios de inteligencia de Israel demostraron abiertamente su capacidad para infiltrar y destruir las estructuras de mando y control de Hezbolá. Esto comenzó con la detonación remota de varios miles de buscapersonas el martes, seguida por la detonación remota de miles de radios de comunicación utilizadas por el grupo terrorista el miércoles. Para Hezbolá, esto es un golpe serio que conlleva una serie de graves implicaciones para el grupo. En primer lugar, el éxito de la operación israelí expuso debilidades fundamentales en los mecanismos de mando y control del grupo. Hezbolá ya opera en un entorno de mando y control extremadamente difícil debido a la extensa inteligencia humana y al software espía Pegasus, donde la inteligencia israelí puede comprometer teléfonos móviles simplemente enviándoles una señal. Este entorno ha obligado a Hezbolá a operar en una red de células que dependen casi constantemente de órdenes directas desde los niveles superiores hacia los inferiores. La inevitable reestructuración, así como la capacidad humana que Hezbolá ha perdido, dificultarán la capacidad del grupo para resistir eficazmente los ataques de Israel. En segundo lugar, ha habido un impacto en la legitimidad de Hezbolá. Los ataques de Israel son una humillación para el grupo, ya que representan un colosal fracaso de seguridad. La incapacidad de Hezbolá para prevenir los ataques y proteger a Líbano (como afirma hacerlo) hace que su posición sea extremadamente difícil. La gravedad de este golpe a su legitimidad se demuestra con Nasralá viéndose obligado a admitir que Hezbolá ha sufrido un golpe importante e inédito. Finalmente, la posición de Hezbolá se ve aún más complicada por su falta de opciones creíbles para responder. Hezbolá no puede permitirse un conflicto a gran escala con Israel y estará alerta para no darle a Netanyahu la más mínima justificación para más ataques o una incursión terrestre. Sin embargo, al mismo tiempo, Nasralá enfrenta a furiosos miembros internos que exigen venganza. La única válvula de escape real disponible para él, en esta posición extremadamente difícil, es poder atribuir los ataques del Eje de la Resistencia como consecuencia de las acciones de Israel. Este Eje está compuesto por un grupo alineado en la región, liderado por Irán e incluyendo a Hamás, Hezbolá, los hutíes y varios grupos de milicias, que se oponen a Israel y sus aliados.
Este es un gran desafío para el Eje de la Resistencia. Irán ha observado aparentemente impotente cómo Hezbolá, su aliado, ha sido golpeado una y otra vez por Israel. Los refugiados que huyen desde el sur de Líbano hacia Beirut son otro ejemplo de la presión que Israel está ejerciendo sobre Hezbolá. Irán aún no ha respondido al asesinato de Ismail Haniya en Teherán en julio por parte de Israel. Los líderes iraníes y figuras clave del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica están cada vez más frustrados por no haber podido reestablecer una disuasión creíble contra Israel. Esto es un punto particularmente delicado, ya que está bastante claro a estas alturas que sus ataques con misiles y drones de abril contra Israel fueron ineficaces para lograrlo. Podemos esperar ver una estrategia en evolución iraní que apunte a ejercer la máxima presión diplomática sobre Israel, a través de movimientos como alentar a sus aliados a atacar a Israel, así como amenazar la estabilidad regional y las rutas marítimas. También podríamos ver a Irán hacer acercamientos diplomáticos con Occidente para ejercer más presión diplomática. Algo para tener en cuenta es que existen múltiples grupos milicianos más pequeños y células individuales dentro de Hezbolá que tienen el potencial de escalar el conflicto. Muchos de estos grupos más pequeños o disidentes pueden sentir que deben responder a Israel con un ataque independiente que anticipe o supere la hasta ahora muy medida respuesta de Hezbolá. Este peligro se ilustra con ataques anteriores contra la FPNUL [Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano] en el sur de Líbano, como el ataque que resultó en la muerte del soldado Sean Rooney en diciembre de 2022. Si uno de estos grupos más pequeños llegara a atacar un centro poblado israelí, ya sea intencionalmente o por error, la tensión podría fácilmente desbordarse en un conflicto de mayor escala.
Una dinámica interesante para destacar es que los ataques con buscapersonas y la posterior campaña de misiles representan otro caso en el que Israel toma decisiones agresivas sin consultar previamente a EE. UU. Ejemplos anteriores de esto incluyen la decisión de invadir Rafah, el rechazo a cualquier posibilidad de un futuro Estado palestino como parte de las negociaciones, y las campañas de misiles en áreas no combatientes en Gaza. Dado que EE. UU. es el principal aliado y garante de la seguridad de Israel, esta tendencia refleja el creciente apetito por el riesgo del actual gobierno israelí. Esto probablemente se deba a una evaluación del entorno estratégico, en particular la reticencia de Irán a entrar en un conflicto a gran escala, pero también representa un cálculo político de Netanyahu. Una vez más, la única manera en que Netanyahu puede asegurar su supervivencia a corto plazo es tomando decisiones que mantengan a Israel en un estado de conflicto. Los seguidores de la política israelí no necesitan recordar que Netanyahu enfrenta tres casos criminales que avanzarán tan pronto como pierda el cargo de primer ministro. La escalada quizás también refleja una debilidad en los arreglos de seguridad de EE. UU., ya que no ha podido disuadir e impedir de manera efectiva a sus propios aliados de escalar el conflicto. EE. UU. ha dejado muy claro que su prioridad, especialmente acercándose a las elecciones presidenciales, es la desescalada regional. Esto se ilustra con los exhaustivos esfuerzos diplomáticos realizados desde el 7 de octubre para alcanzar un acuerdo entre Irán, Hezbolá e Israel, con el fin de mantener la calma en la frontera. Cuando la nueva administración de EE. UU. asuma el cargo a finales de este año, su primera prioridad en términos de política en Oriente Medio debe ser abordar el equilibrio de poder entre Washington y el primer ministro israelí.
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