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Defense & Security

Terrorismo en la República Centroafricana: un mosaico de fragilidad y anormalidad estatal

República Centroafricana, 21 de agosto, patrulla de mantenimiento de la paz el 21 de agosto de 2014 en Bangui, República Centroafricana

Image Source : Shutterstock

by Chukwuemeka N. Oko-Otu , Kelechi Johnmary Ani

First Published in: Nov.04,2024

Dec.23, 2024

Resumen

El extremismo religioso y la radicalización han dominado el discurso sobre las causas del terrorismo. Sin embargo, se ha escrito poco sobre otros factores que impulsan el terrorismo, como las privaciones económicas y sociales, que podrían llevar a grupos religiosos a recurrir al terrorismo. Los académicos han analizado ampliamente la influencia de las visiones ideológicas y religiosas radicales en el surgimiento de grupos terroristas como al-Qaeda, ISIS, Boko Haram y al-Shabaab. En contraste, los grupos terroristas Seleka y Anti-balaka de la República Centroafricana ofrecen una nueva perspectiva para la explicación del terrorismo. Este ensayo utiliza el marco analítico de la anormalidad y la fragilidad estatal para discutir el auge del terrorismo en la República Centroafricana. El ensayo argumenta que el precedente histórico de un estado fallido y la debilidad de las instituciones proveen un catalizador que impulsa el uso del terrorismo por grupos religiosos, el Estado y grupos organizados para exigir beneficios políticos y económicos, así como una herramienta para la competencia por el poder y el cambio de régimen. El estudio recomienda múltiples procesos de consolidación de la paz y construcción nacional que contribuirán a la transformación del Estado. Estas incluyen la transformación de la cultura de subsistencia agrícola hacia una economía de cultivos comerciales para la exportación impulsada por las masas, lo cual ayudará a gestionar la fragilidad del Estado y promover una cultura de lucha contra el terrorismo civil-militar en las bases sociales.

Declaración de relevancia

El terrorismo es una de las mayores amenazas para la seguridad humana y la supervivencia del Estado en el siglo XXI. Desde los atentados del 11 de septiembre, académicos y formuladores de políticas han dedicado importantes recursos para desentrañar las causas y el desarrollo del terrorismo. En este documento, desviamos la atención de los factores predominantes, como la radicalización religiosa, y ofrecemos una nueva perspectiva desde la cual los formuladores de políticas y los diseñadores de operaciones antiterroristas pueden observar el uso del terrorismo por parte de grupos religiosos, individuos y actores no estatales dentro de un Estado. El documento argumenta que, cuando un Estado es incapaz de cumplir su contrato social con los ciudadanos, permite que estos utilicen el terrorismo como herramienta para obtener los beneficios que el Estado no logró proporcionar. El documento toma como ejemplo las trayectorias de los grupos terroristas Balaka y anti-Seleka que operan en la República Centroafricana.

Introducción

El terrorismo se ha convertido en un problema fundamental para individuos, grupos y Estados en diferentes partes del mundo. La creciente presencia del terrorismo ha hecho de los terroristas fuertes actores en la política nacional y las relaciones internacionales. El mundo contemporáneo ha visto la creciente influencia de los terroristas. Esto se ha vuelto evidente en las relaciones entre Israel, Palestina, Líbano, Irán y otros países de Medio Oriente. Irónicamente, su efecto multiplicador se manifiesta en protestas y políticas en universidades estadounidenses, así como en el transporte de mercancías a través del Mar Rojo y el Océano Índico. Los estudios sobre el terrorismo han vinculado el uso creciente del terror por parte de grupos organizados y Estados a factores étnicos, ideológicos, políticos y religiosos (Schmid, 1998; Shultz, 1978). En esencia, el discurso sobre el terrorismo motivado religiosamente, aunque controvertido y problemático, es prevalente, particularmente tras el surgimiento del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), al-Qaeda y Boko Haram (Jackson, 2012, p. 1). Elu y Price (2014) relacionaron el terrorismo en África con la privación. Cilliers (2001) argumentó que las causas fundamentales del terrorismo y los conflictos en África incluyen el cambio climático, la competencia por los recursos, la marginación de la mayoría y el militarismo global. No obstante, los estudios críticos sobre terrorismo han demostrado que, más allá del uso del terror motivado religiosa e ideológicamente por grupos organizados, el Estado también utiliza el terrorismo para impulsar sus objetivos políticos, especialmente contra grupos de oposición (Lacqueur, 2001; Jackson et al., 2015). Este estudio contribuye a la investigación sobre cómo el fracaso del Estado y las instituciones políticas débiles actúan como catalizadores que cristalizan el uso del terrorismo por parte de grupos religiosos y organizados para exigir beneficios políticos y disputar el poder. Okereke et al. (2016) identifican la fragilidad estatal, las fronteras porosas, los conflictos armados y las áreas sin gobierno como facilitadores del terrorismo en África. Si bien el estudio de Okereke et al. (2016) está en línea con la posición de este estudio, el enfoque particular de este estudio está en la naturaleza única del terrorismo en la República Centroafricana. Es esta fragilidad estatal la que ha debilitado la capacidad del Estado en la República Centroafricana para proporcionar otras condiciones sociales necesarias, recursos, servicios sociales y desarrollo que son esenciales para frenar o eliminar el terrorismo. Por ejemplo, la incapacidad del Estado para proporcionar y financiar una educación sostenible y funcional ha creado una sociedad en la que las personas pueden ser fácilmente manipuladas para unirse a sectas terroristas. Nuevamente, la frágil naturaleza del Estado en la República Centroafricana también ha socavado su capacidad para generar empleo sostenible y una economía dinámica en la que un mayor porcentaje de la ciudadanía pudiera participar en pequeñas y medianas empresas o en actividades económicas significativas que les evitarían la inactividad que los impulsa hacia actividades terroristas. No se puede ignorar el papel de los factores étnicos, de identidad e ideológicos en el impulso del terrorismo en la República Centroafricana. Esto se debe a que es la fusión de la fragilidad estatal y la complejidad avanzada de la etnicidad lo que llevó al país a un terrorismo en toda regla, más allá de una mera crisis étnica, creando así la paradoja de que la tensión étnica se ha convertido en un motor del terrorismo. La conexión entre economía, educación y terrorismo está profundamente relacionada. En resumen, cuando estos tres factores son débiles en un entorno específico como la República Centroafricana y se mezclan con el fundamentalismo religioso, el terrorismo surge de forma letal. Este mismo factor jugó un papel activo en la movilización de hombres y mujeres que se unieron a la secta terrorista Boko Haram en Nigeria (Ani Kelechi et al., 2018). Esto se debe a que la etimología de la palabra Boko Haram proviene de la idea tradicional hausa en la era colonial, que conceptualizaba y proyectaba la educación occidental (Boko) como un pecado (Haram). Así, las masas sin educación en el noreste de Nigeria no deseaban seguir escolarizándose para unirse a una secta que luchaba por una ideología histórica (Kukah, 2009). La posición de Kukah (2009) también fue capturada por Zenn et al. (2013), quienes vincularon las quejas locales con la ideología (dominante en la República Centroafricana) y la política interna de Nigeria al desarrollar el estudio sobre terrorismo. Cabe señalar que el concepto de terrorismo ha evolucionado y su significado preciso ha permanecido controvertido y exacerbado (Adibe, 2020; Ramsay, 2015). Puccetti (2021) ha argumentado que los Estados fallidos crean condiciones propicias para el fomento del terrorismo. Sin embargo, sostiene que no todos los Estados fallidos experimentan el surgimiento del terrorismo. Gaibulloev et al. (2024) estudiaron cómo los grupos terroristas sobreviven en Estados fallidos. Ellos sostienen que, en un Estado en proceso de fracaso, los grupos terroristas sobreviven fácilmente. No obstante, estos estudios no enfocaron su análisis específicamente en la República Centroafricana. La debilidad estructural y el fracaso del Estado han sido los principales impulsores del terrorismo en la República Centroafricana. El objetivo central del estudio es evaluar el papel de la fragilidad y anormalidad estatal en el desarrollo del terrorismo en la República Centroafricana. La pregunta clave de investigación es: ¿hasta qué punto el terrorismo en la República Centroafricana es una consecuencia de la fragilidad y la anormalidad del Estado? La situación en la República Centroafricana (RCA) representa una nueva dimensión en la motivación para el terrorismo entre grupos organizados. La RCA es uno de los estados más viables económicamente de África, pero se sitúa repetidamente en el fondo de los índices globales de desarrollo (Banco Mundial, 2020; Boas, 2014). El desarrollo económico y político en el país sigue siendo, en el mejor de los casos, una paradoja, ya que la tasa de pobreza, la desigualdad y el subdesarrollo en el país no se correlacionan con sus ricos recursos naturales y humanos. Con desempleo a gran escala, pobreza, terrorismo, insurgencia, piratería marítima, tráfico, aumento de la inseguridad y retraso en la reforma e integración económica y política, la RCA presenta un ejemplo de un Estado frágil y anormal en África. La ausencia de un aparato de seguridad estatal permanente significa que el Estado no tiene el monopolio de la fuerza y la seguridad nacional. Como resultado de instituciones políticas débiles, la disputa por el poder estatal y el cambio de régimen dependen de la “capacidad de un grupo para ejercer un mayor grado de terror” (Crescent, 2018, p. 8). Es este entorno fallido en términos políticos, económicos y de seguridad lo que desencadena la proliferación del terrorismo en la RCA. El estudio fue desarrollado utilizando datos secundarios obtenidos de revistas y libros. El análisis de estudios previos se organizó temáticamente y se utilizó para enriquecer el contenido del estudio. Este trabajo es significativo porque se aleja de la explicación simplista del terrorismo en la República Centroafricana como un mero fenómeno religioso e ideológico. Este examina cómo una población empobrecida puede poseer la capacidad para el terrorismo y contribuye al argumento del terrorismo patrocinado por el Estado. El trabajo sostiene que las deficiencias de las instituciones estatales, una economía pobre y un aparato de seguridad en desorden permiten que una población empobrecida utilice el terrorismo para exigir responsabilidad política y cambio. El argumento del trabajo se estructura en dos partes. La primera parte proporciona una visión general de la República Centroafricana, aclara y critica los conceptos de terrorismo, fragilidad estatal y anormalidad; y la segunda parte analiza las conexiones entre terrorismo, fragilidad estatal y anormalidad en la República Centroafricana y las conclusiones.

Aclaración conceptual: terrorismo contra fragilidad y anormalidad estatal

No existe una definición precisa del concepto de terrorismo. El uso variado del término por parte de académicos, formuladores de políticas y observadores para crear un efecto político deseado, el intento de determinar qué encaja o no como terrorismo y los esfuerzos por distinguir el terrorismo de otras formas de violencia política hacen que el concepto sea difícil de definir (Schmid, 1998; Weinberg et al., 2004). Como “concepto disputado", el terrorismo ha sido definido de diversas maneras. Laqueur (1999) ha argumentado que ha habido una transformación radical, si no una revolución, en el carácter del terrorismo. El nuevo terrorista representa una amenaza muy diferente y potencialmente mucho más letal que los grupos terroristas tradicionales conocidos (Hoffman, 1999). El terrorismo abarca la manipulación del miedo para alcanzar objetivos definidos. Tradicionalmente, los terroristas han apuntado a figuras políticas importantes para provocar reacciones masivas, como el asesinato del Archiduque Fernando. Sin embargo, durante el periodo colonial en África, los administradores imperiales acusaban cada vez más de terroristas a los africanos que desafiaban su dominio explotador. Este fue el caso de Nelson Mandela en Sudáfrica y del movimiento zikista en Nigeria, entre otros movimientos nacionalistas que empleaban ideologías radicales para la descolonización. Sin embargo, la realidad es que el terrorismo y los terroristas cambian en forma, alcance y dinámica. Son más organizados, estratégicos y están enfocados en generar daño y amenazas a individuos, grupos y estados. Aunque varios académicos presentan a los terroristas como hombres y mujeres irracionales en sus decisiones, la realidad es que los terroristas son radicalizados para manipular racionalmente el miedo y la violencia con el fin de alcanzar ciertos objetivos establecidos por los protagonistas de la ofensiva terrorista (Ani & Uwizeyimana, 2021). La complejidad de conceptualizar el terrorismo en la República Centroafricana y en muchas partes de África, como Nigeria, llevó a Ramsay (2015) a argumentar que el terrorismo no debería definirse. Okereke et al. (2016) identifican la fragilidad estatal, las fronteras porosas, los conflictos armados y los espacios sin gobierno como facilitadores del terrorismo en África. No obstante, Alex Schmid dio una definición popular del concepto. Según él,

El terrorismo es un método de acción violenta repetida que inspira ansiedad, empleado por actores (semi) clandestinos, ya sean individuos, grupos o Estados, por razones idiosincráticas, criminales o políticas, en el cual – en contraste con el asesinato – los objetivos directos de la violencia no son los objetivos principales (Schmid, 1988, p. 28).

Además, la definición anterior refleja la perspectiva ortodoxa del terrorismo como un acto de actores estatales y no estatales. No obstante, esta definición sigue la explicación tradicional de que el terrorismo tiene motivaciones ideológicas, religiosas y políticas. Subestima cómo las débiles instituciones políticas y económicas en un estado pueden permitir el uso del terrorismo para exigir desarrollo y reformas sociales y económicas por parte de los grupos (Ani & Osisioma, 2014). Estos usos del terrorismo a menudo tienen una selección clara de objetivos. En tales situaciones, el uso persistente del terrorismo es facilitado por estructuras políticas y económicas débiles y tiene como objetivo coaccionar al gobierno para mejorar la vida económica y social de la población (Ani & Chukwu, 2014; Anikelechi et al., 2018). A su vez, el gobierno recurre al terrorismo en ausencia de instituciones de seguridad estatal sólidas para operaciones de contraterrorismo (Ani & Uzodike, 2015). De manera similar, la ausencia de instituciones políticas y de seguridad estatal fuertes permite el patrocinio del terrorismo por actores externos para sus intereses económicos (Mutambara et al., 2022). La evidencia de este tipo de terrorismo se encuentra en la República Centroafricana, donde grupos religiosos forman una coalición y utilizan el terrorismo para exigir beneficios económicos y políticos al gobierno. La siguiente sección del ensayo conceptualizará la fragilidad y la anormalidad estatal como un motor del terrorismo en África Central. La debilidad del Estado, por lo tanto, crea un entorno sostenible para que el terrorismo prospere. Cuando el Estado es débil y su aparato no puede cumplir de manera efectiva con los objetivos esperados de satisfacer las necesidades de la población y garantizar la seguridad de vidas y propiedades, se crea de forma natural una laguna que se manifiesta en lo que generalmente se conoce como espacios no gobernados. Estos son una conjunto de áreas que no están bajo control estatal activo, experimentan un control estatal parcial o tienen una presencia relativamente débil del estado de derecho (Bernard & Daful, 2021; Gov.UK, s.f.). Es esta relación causal entre la naturaleza del Estado en la República Centroafricana y el auge del terrorismo lo que ha empeorado las condiciones de seguridad de vidas y propiedades en el país. Estos espacios sin gobierno son ocupados, directa e indirectamente, por actores terroristas. Además, desde estos espacios sin gobierno, comienzan a extender su influencia a otras partes del país y más allá. Downey (2021) sostuvo que la guerra contra el terrorismo de Estados Unidos no disuadió la proliferación de espacios sin gobierno en África.

Fragilidad y anormalidad del Estado

Al igual que el terrorismo, el concepto de fragilidad estatal es complejo y carece de una definición precisa. Aunque es un concepto novedoso en la desarrollo de políticas, ha sido definido de diversas maneras. El Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido utiliza el término para describir la falta de voluntad y capacidad de un Estado para cumplir sus funciones y responsabilidades fundamentales hacia los ciudadanos (DFID, 2005). Según el Banco Mundial, los Estados frágiles son países de bajos ingresos que obtienen una puntuación de 3.2 o menos en las evaluaciones del Índice de Valoración de Políticas e Instituciones Nacionales (CPIA, por sus siglas en inglés). Este se aplica a Estados con mayores tendencias a fallar en sus obligaciones económicas, de seguridad y políticas hacia sus ciudadanos (Ferreira, 2015, p. 1). Como resultado, existe una atmósfera predominante de pobreza, desempleo, subdesarrollo, inseguridad, marcos institucionales débiles, falta de control territorial y una alta propensión al conflicto y a la guerra civil (OCDE, 2012, 2014). Un Estado se describe como frágil cuando hay un aumento de la pobreza y el deterioro económico, con instituciones estatales incapaces de manejar las quejas civiles derivadas de la desigualdad en la distribución de la riqueza, la representación y el acceso a las instituciones públicas (Vallings & Moreno-Torres, 2005, p. 7). Cabe señalar que estas características principales de la fragilidad estatal son comunes en Somalia, Mali, Nigeria y la República Centroafricana. Estos Estados comparten una pobreza generalizada como un estado visible de la economía entre sus ciudadanos. Además, la inseguridad en estos países está ampliamente extendida dentro de sus territorios soberanos. Desafortunadamente, los gobernantes de estos Estados se centran en avanzar en la explotación de los recursos estatales, creando así oportunidades para que al-Shabaab, Boko Haram y al-Qaeda en el Magreb Islámico promuevan su búsqueda de seguidores utilizando redes sociales y, en algunos casos, declarando dominio sobre ciertos espacios sin gobierno dentro del país (Mutambara et al., 2022). La diferencia entre estas sectas es que al-Shabaab depende de la piratería marítima en el Golfo de Guinea como principal fuente económica, comparado con los grupos terroristas en la República Centroafricana (Anyika et al., 2022). Asimismo, mientras que Boko Haram y al-Shabaab usan las redes sociales para promover y expandir su red, economía, entrenamiento y recursos con combatientes y grupos terroristas internacionales yihadistas, el terrorismo dentro de la República Centroafricana es relativamente local (Anikelechi et al., 2018). En la República Centroafricana, el nivel de ingresos de la población sigue siendo bajo debido a una economía nacional débil. Existe una falta de unidades de producción y empresas activas que puedan impulsar la producción en masa con fines comerciales y de exportación en general. La atmósfera predominante de pobreza y el desempleo y subempleo generalizados aseguran que la sociedad sea vulnerable a la influencia negativa de patrocinadores extranjeros del terrorismo, además de exponer a la sociedad a la explotación de aquellos que utilizan sus mínimos recursos para atraer a los pobres y desempleados frustrados al mundo del terrorismo. La naturaleza de la geografía nacional también favorece la expansión de la inseguridad y los ataques terroristas dentro del país. De manera similar, el concepto de anormalidad estatal es novedoso; en este documento, se utiliza el término para describir un Estado con todo el potencial en términos de recursos humanos y naturales para el desarrollo y el crecimiento económico, pero que carece de la iniciativa y capacidad humana para impulsar el desarrollo y el crecimiento necesarios. En otras palabras, los recursos naturales y económicos en un Estado anormal no corresponden con el nivel de progreso en todas sus dimensiones. Un Estado anormal, por lo tanto, es un Estado lleno de paradojas de desarrollo. Cabe destacar que todos los Estados frágiles y anormales son propensos a conflictos y amenazas de violencia (Eugene, 2020). Además, los académicos no están de acuerdo sobre los índices o parámetros exactos para medir la fragilidad y la anormalidad estatal. Existe controversia sobre cómo se operacionaliza el concepto y quién establece los parámetros para medir la fragilidad y la anormalidad (Ferreira, 2015, p. 2). Sin embargo, Besley y Persson argumentan que, en un Estado frágil y anormal, existe una patología de ineficacia estatal en la aplicación de contratos, la protección de la propiedad, la provisión de bienes públicos y la recaudación de ingresos, o de violencia política ya sea en forma de represión o conflicto civil, e incluso ambas patologías pueden estar presentes al mismo tiempo (Besley & Persson, 2011). De manera similar, el Banco Mundial utiliza las calificaciones CPIA basadas en la gestión económica, políticas estructurales, políticas de inclusión social y equidad, y gestión e instituciones del sector público para medir los Estados frágiles. Además, el Centro de Investigación sobre Desigualdad, Seguridad Humana y Etnicidad identificó tres características principales de los Estados frágiles: fallas de autoridad, de servicios y de legitimidad (Stewart & Brown, 2009). Sin embargo, una revisión de las definiciones operativas de diferentes organizaciones y agencias propuestas anteriormente revela tres variables básicas para medir los Estados frágiles y anormales. Este documento ha clasificado estas tres variables como brechas de legitimidad, capacidad y seguridad, basándose en las funciones centrales del estado. Para este trabajo, la fragilidad y anormalidad del estado se medirán en función de la existencia de algunas brechas de legitimidad, capacidad y seguridad en la República Centroafricana.

Discusión sobre el terrorismo en la República Centroafricana: Vínculos entre la fragilidad y la anormalidad del Estado

Geográficamente, la República Centroafricana se encuentra en el centro del continente africano. Las fronteras actuales del país fueron establecidas por los franceses durante la disputa y partición de África a finales del siglo XIX. Debido a su ubicación central, la RCA comparte fronteras con múltiples países de la región de África Central; estos países incluyen Chad, Camerún, República del Congo, República Democrática del Congo (RDC), Sudán del Sur y Sudán. El país cubre un área de 622,984 km² con una población de aproximadamente 4.7 millones (BBC África, 2018). La República Centroafricana está compuesta por más de 80 etnias de diversos tamaños, tanto en cuanto a áreas de concentración como en número, y con lenguas distintas (Alusala, 2017, p. 11). Económicamente, la RCA cuenta con recursos naturales, como uranio, petróleo, oro, diamantes y madera, además de un gran potencial para la energía hidroeléctrica. Sin embargo, estos recursos no han sido adecuadamente aprovechados, y la poca actividad que existe no genera mucho ingreso para el Estado, ya que está dominada por poderes extranjeros que se alían con algunos políticos privilegiados para explotarlos con fines egoístas (Knoope & Buchanan-Clarke, 2018, p. 4). El país estuvo bajo dominación colonial en 1899 y obtuvo su independencia política de Francia el 12 de julio de 1960 (Alusala, 2017, p. 13). Las estadísticas muestran que desde 2013, el país ha experimentado más de 29 actividades terroristas tanto por actores estatales como no estatales, que han resultado en más de 1764 muertes y alrededor de 851 heridos (World Data, 2020). La brecha de legitimidad es una característica clave de los Estados frágiles y anormales. Las brechas de legitimidad describen la inestabilidad institucional que socava la predictibilidad, transparencia y responsabilidad de los procesos de toma de decisiones públicas (Andersen & Engberg-Pedersen, 2008). Las brechas de legitimidad existen en un Estado donde el proceso electoral que produce líderes políticos está comprometido, manipulado o subvertido, lo que lleva a la aparición de líderes impopulares que ejecutan políticas elitistas. En tal sistema, la inconsistencia generalizada en el proceso de cambio de régimen permite el uso de la fuerza, la violencia o la amenaza para adquirir y consolidar el poder estatal. Como consecuencia, el cumplimiento con el Estado se logra mediante la fuerza, la violencia o la amenaza de su uso (Vallings & Moreno-Torres, 2005, p. 9). El uso de la violencia garantiza que el Estado mantenga una ventaja sobre otros grupos armados y legitime su control del poder (Besley & Persson, 2011). El uso del terrorismo por parte de grupos organizados y por el Estado en la República Centroafricana está vinculado al hecho de que no existe un enfoque electoral claro para la adquisición del poder estatal. Al obtener la independencia en 1960, el gobierno de David Dacko institucionalizó el sistema de partido único para mantener su control del poder y debilitar a los grupos de oposición. Esto dio lugar a focos de crisis políticas y protestas, que fueron enfrentadas con la autocracia, secuestros y torturas a manifestantes por parte de agentes de seguridad del Estado (Le Vine, 1968, p. 12). De manera similar, el segundo presidente, Jean-Bédel Bokassa, disolvió el parlamento en 1976 y se declaró emperador de la República Centroafricana de por vida. Su régimen se caracterizó por torturas, asesinatos y opresión de los opositores políticos, incluyendo el asesinato de más de 100 estudiantes que se manifestaban. Además, cuando el general André Kolingba tomó el poder en 1981, utilizó el aparato estatal para reprimir y detener a los grupos de oposición que apoyaban un sistema democrático en el país. Este uso de la fuerza, la violencia y la intimidación por parte de los líderes para alcanzar o mantener el poder político creó la brecha de legitimidad que desencadenó el terrorismo de las coaliciones Seleka y Anti-balaka en la República Centroafricana. En consecuencia, las brechas de legitimidad en el país precipitaron el apoyo de patrocinadores externos o estatales del terrorismo en la República Centroafricana. Por ejemplo, el gobierno francés proporcionó armas y apoyo al régimen de Jean-Bédel Bokassa, quien estaba dispuesto a cortar las relaciones económicas y políticas con China, y posteriormente a los grupos Anti-balaka contra los Seleka en 2013, tras el derrocamiento del gobierno liderado por los Balaka. De manera similar, países vecinos como Chad y Sudán continúan apoyando a líderes rebeldes que aceptan proteger sus intereses económicos (Congressional Research Group, 2024). Por ejemplo, en 2003, el presidente de Chad, Idriss Déby, apoyó al líder Anti-balaka, François Bozizé, quien derrocó a Ange-Félix Patassé. Sin embargo, en 2013, Déby cambió su apoyo al líder Seleka Michel Djotodia para reemplazar a Bozizé. En consecuencia, en 2014, Déby utilizó su milicia para desmantelar el gobierno de Djotodia y trasladó a todo el gobierno de la República Centroafricana a N'Djamena, donde Catherine Samba-Panza fue elegida presidenta del gobierno de transición (Lombard, 2014). La externalización de la legitimidad en la República Centroafricana se perfeccionó eficazmente durante la era colonial. No existía un sistema unificado de administración política en la RCA bajo la administración colonial francesa. Los franceses arrendaron el territorio a empresas privadas para que lo administraran con fines de lucro (Marima, 2014). En ausencia de una fuerza unificadora para todos los pueblos dentro de la colonia, la resistencia colonial se organizó en líneas étnicas, lo que llevó al surgimiento de una coalición diversa de grupos étnicos que hicieron acuerdos con empresas concesionarias para reemplazar a los funcionarios coloniales franceses (Knoope & Buchanan-Clarke, 2018). Al arrendar diferentes partes del país a empresas privadas para que las administraran, los colonialistas dieron lugar a la privatización de la fuerza estatal, la interferencia de potencias extranjeras y la proliferación de distintos grupos armados con diferentes ideologías de independencia. Este sistema ha continuado desde la independencia y ha creado lo que Knoope y Buchanan-Clarke describen como:

Un sistema en el que los políticos de la República Centroafricana a menudo están más preocupados por las relaciones personales que mantienen con estas fuentes externas de poder que por cumplir con su contrato social con los ciudadanos de la RCA. Esto ha resultado en un Estado débil que tiene poca legitimidad para gobernar más allá de la capital. (Knoope & Buchanan-Clarke, 2018)

A pesar de la introducción de un sistema multipartidista en 1993, los líderes sucesivos del país no han logrado mantener el sistema como un medio legítimo de transición política. En cambio, se ha caracterizado por satisfacer la ambición personal de los líderes, quienes buscan permanecer en el poder, destruir a la oposición y asegurar sus intereses políticos (Siradag, 2016, p. 5). En consecuencia, un estado que funcione adecuadamente debe poseer la capacidad de ofrecer ciertos bienes públicos que mejoren la vida de sus ciudadanos y proveer infraestructura que estimule el crecimiento y desarrollo económico (Stewart & Brown, 2009). Los Estados frágiles y anormales se destacan por su falta de capacidad para estimular el crecimiento y desarrollo económico y una alta dependencia de la ayuda exterior (Besley & Persson, 2011). Las brechas de capacidad en la República Centroafricana se evidencian en la incapacidad del gobierno para proporcionar servicios básicos a sus ciudadanos. Desde que el país obtuvo su independencia en 1960, los gobiernos sucesivos han fracasado en establecer instituciones estatales que provean beneficios sociales, económicos y políticos a la población (Siradag, 2017, p. 1; International Crisis Group, 2017). Más de la mitad de los 4.6 millones de habitantes del país dependen de la ayuda humanitaria de la ONU, siendo la RCA el mayor receptor de destinos de ayuda de la ONU a nivel mundial (Knoope & Buchanan-Clarke, 2018). Desde la independencia, el sector público en la RCA se caracteriza por condiciones laborales deplorables, ausencia de oportunidades educativas para los niños, corrupción a gran escala, mal manejo de las finanzas públicas, pagos de salarios irregulares, falta de saneamiento, ausencia de oportunidades educativas para los niños e inseguridad permanente (Boas, 2014). Esta situación no solo pone en duda la capacidad de los sucesivos gobiernos de la RCA, sino que también incrementa la desilusión hacia los funcionarios gubernamentales. A pesar de contar con recursos económicos, el país se encuentra entre los menos desarrollados y más pobres del mundo. El ingreso nacional per cápita es de apenas $774, y alrededor del 70 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza (Trading Economics, 2018). Un informe de ‘Conciliation Resources’ mostró que la deuda del país se triplicó al 1.8 por ciento del PIB entre 2010 y 2011. El estudio reveló además diversas anomalías en la ejecución de proyectos, desde corrupción y malversación de fondos hasta procedimientos contables comprometidos y falta de vigilancia. La RCA es uno de los países más pobres del mundo. En 2016, el crecimiento económico del país se desaceleró del 5 por ciento al 4.4 por ciento (Banco Mundial, 2016). Además, solo 10 de las 460 industrias que operaban en el país en la década de 1970 están en funcionamiento. La única universidad del país, con una capacidad para 1,000 estudiantes, alberga a más de 20,000 estudiantes (Paul-Crescent et al., 2018, p. 8). Estos indicadores funcionales negativos sugieren que el país no solo es frágil, sino también anormal, ya que carece de la iniciativa y la capacidad para aprovechar sus recursos. Además, el uso del terrorismo por parte de los grupos Seleka y Anti-balaka no está alineado con la identidad religiosa, sino con la incapacidad del gobierno para reducir las desigualdades socioeconómicas en el país (Conflict Scan, 2017, p. 3). Los gobiernos sucesivos en el país perpetuaron la desigualdad en la distribución de infraestructura entre los musulmanes, que dominaban la región norte, y los cristianos, que dominaban la región sur. La marginación económica y el abandono sufrido en estas regiones proporcionaron un contexto para el uso del terrorismo por parte de los habitantes del norte bajo la coalición Seleka, con el fin de exigir una parte justa de los recursos nacionales y el control del poder estatal. Por ejemplo, las provincias de Vakaga y Haute-Kotto sufrieron marginación y abandono, ya que los gobiernos sucesivos no lograron establecer escuelas, hospitales, carreteras e infraestructura en general. Esto llevó al surgimiento de grupos rebeldes que comenzaron a atacar instalaciones gubernamentales, tomar rehenes y buscar el control del poder para proteger sus intereses (International Crisis Reports, 2017). Además, la sustitución de las Fuerzas Armadas Nacionales por seguridad privada creó brechas de seguridad en la República Centroafricana, lo cual permitió el uso continuo del terrorismo tanto por el Estado como por grupos organizados (Global Security, 2020). Cuando el presidente Bozizé llegó al poder en 2003, estableció una guardia presidencial compuesta por mercenarios chadianos para proteger su gobierno. Posteriormente, los gobiernos sucesivos han continuado manteniendo fuerzas de seguridad privadas en lugar de las fuerzas armadas nacionales. La ausencia de una agencia de seguridad nacional para la protección de las vidas y propiedades de los ciudadanos significa que el Estado no es el único legítimo monopolio de la fuerza. Al mantener seguridad privada, el Estado puede llevar a cabo actos de terrorismo contra grupos de oposición. El grupo Anti-balaka fue uno de los grupos movilizados por el gobierno de Bozizé en 2003 para brindar seguridad a las comunidades rurales (CAR Briefing, 2014). Sin embargo, tras el surgimiento de la coalición Seleka, Bozizé los reactivó en 2013 para proteger su administración y ayudarlo a mantenerse en el poder hasta las elecciones generales programadas para 2016 (Kah, 2014, p. 9). El terrorismo de los Anti-balaka resultó en la limpieza étnica de miembros de la coalición Seleka y generó una crisis masiva de refugiados y desplazamientos internos (Amnistía Internacional, 2014). Esta privatización de la seguridad estatal allanó el camino para la intervención extranjera y el aumento de grupos armados de milicias que perpetran violencia para asegurar el poder estatal, desatar venganzas y proteger a sus miembros. La composición de estos grupos cambia constantemente, pero a menudo está compuesta por milicias de autodefensa, ladrones de carreteras y exmiembros de las fuerzas de seguridad y defensa. Entre 2002 y 2017, se identificaron 14 grupos armados (International Crisis Group, 2017). De manera similar, Francia, Chad y Camerún, entre otras potencias extranjeras, han armado en algún momento a un grupo u otro para proteger sus intereses geoestratégicos y económicos en la República Centroafricana (Boas, 2014). En 2013, tras una serie de bombardeos y asesinatos que resultaron en la muerte de más de 2,000 civiles, los Seleka, respaldados por mercenarios chadianos y sudaneses bajo el mando de Michel Djotodia, usurparon el poder estatal del gobierno liderado por cristianos (International Crisis Group, 2017, p. 7). Como represalia, los Anti-balaka iniciaron su reinado de terror para contrarrestar la coalición Seleka. El grupo Anti-balaka no comenzó como un grupo religioso, sino que surgió por la necesidad de brindar seguridad a la población; estaban motivados por su sed de venganza (Kah, 2014, p. 36). La ausencia de fuerzas de seguridad gubernamentales en las áreas periféricas y geoestratégicas del país, incluidas Bocaranga, Ndassima y Yassine, permitió que los grupos rebeldes controlaran los ricos recursos minerales de la región, utilizando los ingresos generados por esos recursos para financiar sus operaciones (Unión Africana, 2018; Lombard, 2014). A la fallida estructura de seguridad se suma la cuestión de la impartición de justicia, equidad y el acceso al sistema de justicia estatal. El sistema de justicia estatal ha sido subvertido y secuestrado por algunos miembros del Estado que maniobran y manipulan el sistema para servir a sus intereses egoístas e intimidar a los grupos de oposición (Kah, 2014, p. 37; Knoope & Buchanan-Clarke, 2018). Instituciones básicas como la Oficina del Fiscal, los tribunales, la gendarmería, la policía y los servicios penitenciarios no están operando en la mayor parte del país (Amnistía Internacional, 2014). Por otro lado, es fundamental reconocer el trasfondo religioso de la insurgencia en la República Centroafricana. Desde la escalada del conflicto en 2013, la religión se ha utilizado como un instrumento para radicalizar a los miembros de los grupos Seleka y Anti-balaka. Las dinámicas del terrorismo han trazado líneas divisorias entre musulmanes y cristianos en el país. Hasta 2013, cuando la coalición Seleka (dominada por musulmanes) derrocó al gobierno, el país estaba bajo un liderazgo cristiano que prestó poca atención al desarrollo de la región norte, dominada por musulmanes. Solo dos musulmanes han estado en el parlamento desde la independencia del país (Knoope & Buchanan-Clarke, 2018, p. 19). Esto proyectó una imagen de exclusión política y marginación económica por parte de los cristianos. Estos agravios fueron fácilmente movilizados por el líder Seleka, Djotodia, durante el golpe de 2013. El surgimiento de los grupos Anti-balaka y los consecuentes atentados contra centros musulmanes, como mezquitas y escuelas, han contribuido a la narrativa del terrorismo religioso (Unión Africana, 2018). La presencia de al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Boko Haram, el Estado Islámico y al-Shabaab aumenta el riesgo de infiltración y de una yihad violenta por parte de los grupos Seleka (Knoope & Buchanan-Clarke, 2018, p. 19). Además, aunque las partes involucradas en el uso del terrorismo se dividen según líneas religiosas, no pretenden establecer un estado basado en la religión. Su uso del terrorismo está motivado por las instituciones políticas débiles y las desigualdades económicas, que son características fundamentales de los Estados frágiles (Besley & Persson, 2011). En su manifiesto, la coalición musulmana Seleka tenía tres mandatos: derrocar al régimen de Bozizé, tomar el control del Estado y apoderarse de los recursos naturales (International Crisis Group, 2017). Los Anti-balaka, por su parte, están decididos a mantener su control del poder atacando a civiles musulmanes y bombardeando aldeas musulmanas. Con el tiempo, estos dos grupos rebeldes principales se han fragmentado en varios movimientos. Algunas fuentes estiman que actualmente hay alrededor de veinte grupos armados operando en el país (Unión Africana, 2018). Las crisis de legitimidad en el país y la incapacidad de establecer un plan para la transición política y el cambio de régimen han fomentado una cultura de violencia como el medio más rápido para obtener el poder estatal, y los políticos de la República Centroafricana han utilizado constantemente a estos grupos armados para llegar al poder o, una vez en el poder, para combatir a bandidos y otros pequeños grupos criminales en áreas remotas del país (Paul Crescent et al., 2018, p. 11).

Conclusión

Los Estados soberanos dentro del continente africano enfrentan diversos desafíos de construcción nacional, que van desde la pobreza hasta los conflictos y otras múltiples formas de inseguridad. Lamentablemente, cuando el nivel de inseguridad dentro de un país crece tanto que el Estado no puede cumplir con su obligación de garantizar la protección de vidas y propiedades, dicho Estado puede considerarse frágil. Sin embargo, un Estado no se vuelve frágil en un día o un año; más bien, la fragilidad del estado surge de múltiples debilidades que prosperan cuando los comportamientos anormales o disfuncionales son permitidos y se desarrollan con el tiempo dentro de las instituciones del estado. Los estudios sobre el terrorismo han demostrado que las instituciones económicas y políticas débiles dentro de un Estado facilitan el surgimiento de grupos terroristas. Estos grupos terroristas degeneran aún más el estado de seguridad dentro del país. Este estudio se basa en la literatura existente para investigar el surgimiento del terrorismo en la República Centroafricana (RCA). La investigación revela que el fracaso del Estado se manifiesta directamente en el carácter del Estado y su incapacidad para desempeñar sus funciones fundamentales. La RCA es muy débil debido a su incapacidad para transformar o refinar sus recursos minerales y utilizar los productos para proporcionar un buen gobierno. La naturaleza del Estado ha sido deficiente en la provisión de empleo, educación básica y erradicación de la pobreza masiva en el país, lo que permite que las masas dependan de divisiones religiosas y étnicas como un opio que determina sus relaciones sociales. En consecuencia, esta afiliación y dependencia de las inclinaciones religiosas pronto dividieron al Estado de la RCA y se expresaron en fanatismo y fundamentalismo religioso. El artículo argumentó que el uso del terrorismo por parte de grupos religiosos y del Estado en la República Centroafricana es una consecuencia directa de la incapacidad de utilizar los recursos estatales para el bienestar del pueblo, y no del deseo de establecer un Estado basado en ideologías religiosas. Esto se debe a que el papel fundamental del Estado es proporcionar un buen gobierno, destinado a transformar la vida de los ciudadanos. Los diversos grupos armados religiosos están reaccionando a una larga historia de negligencia, privación, aislamiento y frustración derivada de la incapacidad del gobierno para movilizar los recursos estatales hacia un desarrollo nacional equitativo y la autorrealización de los ciudadanos. En este contexto de un contrato social roto, el país encaja en la teoría del Estado frágil y anormal. Cabe destacar, en el uso del terrorismo en la RCA, el patrocinio de países extranjeros, lo que refuerza aún más la afirmación de la fragilidad estatal. En términos generales, al situar a la RCA en el marco de la fragilidad y la anormalidad, este artículo ha revelado cuestiones históricas y de desarrollo subyacentes que son fundamentales para comprender y abordar el terrorismo en el país. La razón por la cual el terrorismo en la RCA no ha atraído suficiente atención de los actores internacionales, y el papel de estos en la escalada del terrorismo en el país, merece una investigación y estudio más profundos. En conclusión, es necesario un cambio en el liderazgo del Estado en la República Centroafricana. Los líderes del Estado deben centrarse en el desarrollo de los recursos nacionales para proporcionar servicios sociales y satisfacer las necesidades básicas de la población. Deben construir un Estado inclusivo donde la identidad nacional y el patriotismo sean centrales para la transformación nacional a través de la cohesión entre grupos y el desarrollo de recursos (humanos y materiales). Solo así se podrán crear las condiciones para una consolidación de paz sostenible y transformaciones sociales en la RCA. El estudio recomienda múltiples procesos de construcción de paz y de nación que facilitarán la transformación del estado. Esto incluye transformar la cultura de agricultura de subsistencia en una economía de cultivos comerciales impulsada por las masas para la exportación, lo que permitiría gestionar la fragilidad estatal, y promover una cultura de cooperación civil-militar contra el terrorismo desde las raíces.

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Cogent Social Sciences

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Chukwuemeka N. Oko-Otu

Chukwuemeka N. Oko-Otu está completando un doctorado en vigilancia colonial en África en el Departamento de Estudios de la Guerra Moderna de la Universidad de Buckingham, Reino Unido. Tiene una maestría con distinción en análisis de conflictos de la prestigiosa Universidad de Kent y una licenciatura en historia y estudios estratégicos de la Universidad Federal Alex Ekwueme de Ndufu Alike Iwo. Sus intereses de investigación incluyen, entre otros, conflictos relacionados con la tierra, terrorismo, conflictos entre agricultores y pastores, brutalidad policial, vigilancia comunitaria y paz y resolución de conflictos.

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Kelechi Johnmary Ani

Kelechi Johnmary Ani es profesora titular del departamento de historia y estudios estratégicos de la Universidad Federal Alex Ekwueme, en Ndufu Alike Iwo, estado de Ebonyi.

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