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Defense & Security

La guerra en Sudán está lejos de terminar: están surgiendo grupo armados de civiles

Doble exposición de la bandera de Sudán. Símbolos que representan la Guerra Civil. La guerra civil entre las fuerzas del gobierno sudanés y las

Image Source : Shutterstock

by Mohamed Saad

First Published in: Apr.11,2025

Apr.28, 2025

La guerra de Sudán, que ahora entra en su tercer año, ha dado un giro inesperado. En marzo de 2025, las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), también conocidas como los Janjaweed, se retiraron de Jartum, abandonando el palacio presidencial y el aeropuerto. Esta retirada contrasta de forma significativa con la victoria anterior del grupo paramilitar, cuando sus tropas irrumpieron en la capital en abril de 2023. La caída de Jartum marca un punto de inflexión. Pero, basándome en mi investigación sobre la agitación política en Sudán durante las últimas tres décadas, no creo que los acontecimientos recientes representen el capítulo final de la guerra. Lo que comenzó como una lucha de poder entre dos facciones militares ahora se está transformando en un conflicto mucho más amplio, caracterizado por una creciente fragmentación y el surgimiento de grupos armados civiles. En todo el país están apareciendo nuevas milicias, muchas de ellas formadas por civiles que antes no tenían ninguna participación en la guerra. El ejército alentó a los civiles a luchar, pero ahora se enfrenta a un número creciente de grupos armados independientes. Tanto en las ciudades como en las zonas rurales, los civiles han tomado las armas. Algunos están luchando junto al ejército, respondiendo a los llamados del liderazgo militar, incluido el jefe del ejército Abdel Fatah al Burhan, para defender sus vecindarios y a sus familias. Otros han formado unidades de autodefensa para protegerse del saqueo y la violencia. Algunos se han unido a milicias disidentes que tienen sus propias agendas. Estos grupos no comparten un objetivo común. Algunos luchan por defensa propia, otros por poder político. Algunos por ingresos y riqueza. Otros buscan el control étnico: la población de Sudán está compuesta por 56 grupos étnicos y 595 subgrupos étnicos. Esto es lo que hace que la guerra en Sudán sea aún más peligrosa: la fragmentación está generando múltiples mini guerras dentro del conflicto general.

Cómo las Fuerzas de Apoyo Rápido perdieron Jartum

Varios factores clave obligaron a las FAR a retirarse de Jartum después de haber reclamado el control de la capital sudanesa dos años antes.  Fracturas internas: Las FAR, construidas sobre la base de la lealtad tribal, tuvieron dificultades para mantenerse unidas a medida que la guerra se prolongaba. Muchas facciones se sintieron marginadas por su líder, Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti.  Resistencia civil: La dependencia de la brutalidad por parte de las FAR les salió contraproducente, alejando incluso a quienes podrían haberlas apoyado. En lugar de consolidar el control, convirtieron a los civiles en enemigos. Las FAR recurrieron al terror: saqueos, asesinatos masivos y violencia sexual. En lugar de obtener dominio, provocaron una resistencia feroz. Los civiles armados, que inicialmente tomaron las armas en defensa propia, se han convertido en una red informal de milicias que combate a las FAR.  Intervención extranjera: Informes sugieren que ataques aéreos egipcios y apoyo táctico ayudaron al ejército a recuperar Jartum. Además, drones Bayraktar de fabricación turca debilitaron las posiciones de las FAR. Con las líneas de suministro cortadas, las FAR no tuvieron otra opción más que retirarse. Jartum no fue solo una derrota militar para las FAR, fue un punto de inflexión en la forma en que se libra la guerra: ya no es solo una lucha entre militares, sino una batalla que involucra a civiles armados en todo Sudán. Según informes de organizaciones humanitarias, observadores del conflicto y testimonios locales, ha surgido una imagen más clara del creciente número de grupos armados que operan en todo Sudán. Estos grupos se han formado como respuesta al conflicto en escalada. Análisis recientes destacan que el tráfico de armas y la movilización comunitaria intensificada se han acelerado en los últimos dos años. Las unidades de defensa vecinal han surgido en zonas urbanas de Gezira en el centro de Sudán, en El-Fasher en Darfur del Norte, Dalang en Kordofán del Sur, El-Obeid en Kordofán del Norte, Babanusa en Kordofán Occidental y Jartum. Inicialmente fueron creadas para proteger zonas residenciales de las FAR, pero desde entonces han ampliado sus funciones y operan cada vez más fuera de la supervisión del ejército. Las milicias tribales y regionales, especialmente en Darfur y Kordofán también han cobrado mayor protagonismo. En estas regiones, las rivalidades étnicas y políticas arraigadas se han entrelazado con la guerra actual. Algunos de estos grupos milicianos se han alineado con el ejército. Otros permanecen independientes, persiguiendo sus propias agendas, que incluyen la toma y control de territorios. En Darfur, el creciente enojo por el favoritismo de Hemedti hacia su propia tribu (los Rizeigat) provocó deserciones. Las divisiones internas dentro de las FAR han jugado un papel clave en sus recientes derrotas. Algunos excombatientes de las FAR han formado sus propias milicias. Las FAR nunca fueron una fuerza unificada, sino una alianza tribal dominada por la familia Dagalo y las élites Rizeigat. Al principio, los ingresos del oro aseguraban la lealtad, pero a medida que la guerra se ha prolongado, las fracturas internas se han profundizado. Otro grupo vinculado a cuestiones étnicas es el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán-Norte (‘Sudan People’s Liberation Movement-North’). Este ha ampliado su control en Kordofán y el Nilo Azul, dos regiones del sur de Sudán ricas en recursos. El grupo se alió con las FAR para impulsar su propia agenda, que incluye asegurar una mayor autonomía para estas regiones y promover un marco político secular que desafía el gobierno de Jartum, de tendencia islamista. Otras milicias étnicas también operan en el este de Sudán, apoyadas por países vecinos como Eritrea, lo que agrava aún más la situación. También están en aumento las milicias vinculadas al islamismo. El principal ejemplo de estos grupos es la Brigada El-Baraa Ibn Malik, que ha surgido como un actor clave apoyando al ejército contra las FAR. Los informes vinculan al grupo con remanentes del régimen de Omar al-Bashir (1993–2019), específicamente con las disueltas Fuerzas de Defensa Popular. Esta era una fuerza paramilitar establecida a mediados de los años 80 para defender a las tribus árabes y apoyar al ejército. Floreció durante el régimen de al-Bashir.

¿Qué sigue?

Aunque la retirada de las FAR de Jartum representa una gran victoria para el ejército sudanés, no significa que la estabilidad esté regresando. En cambio, Sudán enfrenta ahora una nueva y peligrosa realidad: el auge de la militarización civil. Si no se controla, estos grupos podrían evolucionar y establecer territorios de facto controlados por señores de la guerra, donde comandantes locales ejerzan el poder sin restricciones. Esto socavaría cualquier posibilidad de un gobierno centralizado en Sudán. Con la multiplicación de milicias y la ausencia de una solución política clara, el país corre el riesgo de convertirse en un campo de batalla entre facciones enfrentadas. Mientras tanto, los mediadores internacionales luchan por encontrar una salida al conflicto, al tiempo que continúa la interferencia extranjera. Los Emiratos Árabes Unidos, uno de los principales aliados de las FAR, siguen apoyando financieramente a Hemedti, asegurando su permanencia en el comercio de oro en Sudán.

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The Conversation

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Mohamed Saad

Tengo un doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad Carolina de Praga, donde mi investigación se centró en los movimientos islamistas, la movilización de recursos y la democratización en el mundo árabe. También obtuve una Maestría en Estudios de Seguridad Internacional de la misma institución.

Soy autor de dos libros: 'Mamluks and Generals: A Study on the Genealogy of Military Rule in Egypt' (Ethics International Press, 2025), que examina las raíces históricas del dominio militar en Egipto y su persistencia en la gobernanza moderna, e 'Inclusión condicional: distribución de recursos y moderación islamista durante los levantamientos árabes' (Ethics Press, 2024), que analiza la relación entre los recursos estatales y el comportamiento político de los movimientos islamistas.

Mi investigación ha sido publicada en revistas académicas como el 'Journal of Strategic and Military Studies' y el 'Digest of the Middle East Studies', donde he explorado temas que van desde la dinámica de disuasión entre Estados Unidos e Irán hasta la contrainsurgencia en el Sinaí. Además, contribuyo con análisis políticos para medios de comunicación como Almanassa y Raseef22, centrándome en conflictos militares, movimientos islamistas y cambios geopolíticos en Medio Oriente y África.

Con especialización en asuntos militares y de seguridad, mi trabajo analiza la intersección del conflicto armado, las luchas de poder regionales y las intervenciones internacionales, incluso en Sudán.

 

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