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Diplomacy

¿La Ronda de Mascate allana el camino para un posible acuerdo entre Washington y Teherán?

Cremallera separa o conecta las banderas de Estados Unidos e Irán con un símbolo de radiación

Image Source : Shutterstock

by Sherif Haridy

First Published in: Apr.17,2025

May.05, 2025

Las conversaciones entre Estados Unidos e Irán celebradas en Mascate concluyeron el sábado 12 de abril de 2025, abordando con éxito temas conflictivos entre ambas naciones, en particular la crisis del programa nuclear iraní. El ministro de Relaciones Exteriores Abbas Araghchi encabezó la delegación iraní, mientras que el enviado estadounidense para Medio Oriente, Steve Witkoff, lideró el equipo de EE. UU., con Omán actuando como mediador durante todo el proceso. Ambas delegaciones expresaron su satisfacción con el ambiente que predominó durante las discusiones. El presidente Donald Trump calificó las conversaciones como “muy bien encaminadas”, mientras que Witkoff describió las negociaciones en Omán como “muy positivas y constructivas”. Según Araghchi, todas las partes demostraron su compromiso de avanzar en los diálogos hasta alcanzar un acuerdo mutuamente beneficioso. Tras la conclusión de estas negociaciones productivas, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán anunció una segunda ronda de conversaciones indirectas que se llevará a cabo el sábado 19 de abril, nuevamente en Mascate y con la mediación de Omán.

Primera Ronda

Las conversaciones entre Estados Unidos e Irán en Mascate revisten una gran importancia, ya que representan el primer compromiso diplomático desde que cesaron las negociaciones entre abril de 2021 y septiembre de 2022, las cuales se llevaron a cabo en formato 4+1 con participación indirecta de EE. UU. Cabe destacar que estas discusiones en Mascate marcan el primer intercambio diplomático bajo las administraciones del presidente iraní Masoud Pezeshkian y del presidente estadounidense Donald Trump. De estas conversaciones se desprenden varias implicaciones clave:

1. Un formato de negociación que permite salvar las apariencias para ambas partes:

Tras el anuncio de las conversaciones previstas, Washington insistió de manera constante en mantener un diálogo directo para acelerar el proceso y alcanzar rápidamente un acuerdo. Por su parte, Teherán exigió mantener un formato indirecto, al menos en un inicio, con el fin de generar confianza en la sinceridad de EE. UU. Según informes publicados, las delegaciones de Estados Unidos e Irán se ubicaron en habitaciones separadas dentro de la residencia del ministro de Relaciones Exteriores de Omán, Badr al-Busaidi, intercambiando mensajes escritos a través de mediadores omaníes, lo cual satisfizo la exigencia iraní de negociaciones indirectas. También se informó que, tras finalizar la sesión de aproximadamente dos horas y media, Araqchi se reunió brevemente con Witkoff, conversando durante unos minutos en presencia del canciller omaní antes de retirarse, cumpliendo así con el deseo de Washington de incluir un contacto directo. Más allá de estos acuerdos procedimentales para la ronda inicial, este tipo de compromisos demuestra la disposición de ambas partes para superar los obstáculos que impiden llegar a un acuerdo, lo que podría anticipar soluciones a otros desafíos esperados en futuras rondas de negociación.

2. Desacuerdo sobre el marco de las negociaciones:

Desde la primera ronda de conversaciones, persiste un desacuerdo entre ambas partes sobre el alcance de las negociaciones. Irán sostiene firmemente que las discusiones deben centrarse exclusivamente en asuntos nucleares, dejando fuera tanto el programa de misiles como su papel en la región. Respaldando esta postura, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, Esmail Baghaei, declaró el 13 de abril que se había llegado a un acuerdo para limitar las negociaciones al tema nuclear y al levantamiento de sanciones, confirmando que estos serían los puntos de la agenda para los próximos diálogos. Por su parte, Washington insiste en incluir temas adicionales en las negociaciones con Teherán, en particular los programas armamentísticos, siendo el programa de misiles una de sus principales preocupaciones. Witkoff afirmó que cualquier acuerdo diplomático con Irán dependerá de la verificación de sus programas de enriquecimiento de uranio y, en última instancia, de la confirmación del arsenal de misiles que Irán ha desarrollado a lo largo de los años. Teherán ha declarado en repetidas ocasiones su disposición a adoptar medidas que verifiquen que no posee armas nucleares, citando con frecuencia la fatua del líder supremo Ali Jamenei que prohíbe dichas armas. Estas declaraciones podrían indicar una voluntad de reducir su programa nuclear y, posiblemente, volver a los niveles de enriquecimiento del 3.67% establecidos en el acuerdo de 2015, significativamente inferiores a los niveles actuales que superan el 60%. Sin embargo, Irán ha rechazado de forma tajante desmantelar completamente su programa nuclear (como en el llamado “modelo libio”) o transferir uranio altamente enriquecido a terceros países, alegando desconfianza hacia Washington y temor a un nuevo retiro de acuerdos, como ocurrió durante la presidencia de Trump en 2018. En cuanto al programa de misiles, el portavoz de la Guardia Revolucionaria, Ali Mohammad Naeini, respondió a la declaración de Witkoff sobre incluir el arsenal misilístico en las negociaciones, afirmando que las capacidades militares de Irán, incluido su programa de misiles, representan una “línea roja” que no es negociable en ninguna circunstancia.

3. Potenciales incentivos económicos iraníes:

Algunas fuentes indican que, en respuesta a la carta del presidente Trump, Irán ofreció “beneficios económicos” que podrían favorecer a empresas estadounidenses en caso de alcanzarse un acuerdo entre ambas partes. Estas fuentes estiman que dichos beneficios podrían superar el billón de dólares. La propuesta está alineada con la declaración del presidente Pezeshkian del 9 de abril, en la que afirmó que el líder supremo Jamenei no se opondría a la entrada de inversiones estadounidenses en Irán, “siempre y cuando no conspiren contra el país”. Araghchi confirmó esta postura en un artículo publicado ese mismo día en el ‘Washington Post’, donde instó a Estados Unidos a optar por vías diplomáticas en su trato con Irán y describió la economía iraní como una “oportunidad de billones de dólares” para empresas y empresarios estadounidenses. Los intentos de Teherán reflejan su interés en motivar a la administración de Trump, que prioriza el comercio y la inversión como factores clave en su política exterior. Una de las razones por las que Trump se retiró del acuerdo nuclear de 2015 fue la falta de beneficios para EE. UU. en los negocios de inversión que se generaron tras la apertura hacia Irán, mientras que los europeos sí obtuvieron ventajas, especialmente en los sectores petrolero y petroquímico. En consecuencia, Teherán está enfocando estratégicamente su mensaje en las oportunidades económicas, con la intención de avanzar hacia una vía diplomática con Washington y lograr un acuerdo que alivie la carga de las sanciones impuestas al país.

4. Exclusión europea:

Ningún país europeo participó en las negociaciones de Mascate, y es probable que Washington no haya mantenido consultas con la “troika europea” (Reino Unido, Francia y Alemania), que sí participó con Irán en el acuerdo de 2015. Según fuentes, la reunión entre el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, y los ministros de Relaciones Exteriores de los tres países europeos, realizada al margen del encuentro de cancilleres de la OTAN en Bruselas el 3 de abril, no logró producir ningún plan conjunto para abordar los temas conflictivos con Irán. Esta exclusión refleja las tensas relaciones entre Washington y sus aliados europeos, derivadas de numerosos desacuerdos — entre ellos, la postura actual de la administración estadounidense sobre la guerra entre Rusia y Ucrania, y los aranceles impuestos a la mayoría de los países, incluidos los europeos —. Además, pone en evidencia el deseo del presidente Trump de negociar con Irán sin estar atado a los intereses de otras partes. Los europeos prefieren un enfoque diplomático para tratar con Teherán, un enfoque que Trump no considera del todo confiable. En cambio, ve la opción militar como una alternativa viable en caso de que las negociaciones fracasen o no conduzcan a un acuerdo con Irán. Sin embargo, la “troika europea” mantiene una influencia significativa sobre Teherán mediante el llamado “mecanismo de activación”. Este mecanismo permite la reimposición automática de las sanciones de la ONU contra Irán — vigentes antes del acuerdo de 2015 — si alguno de estos países presenta una queja ante el Consejo de Seguridad por una violación del acuerdo por parte de Irán. Dicho poder de presión quizá explique por qué la delegación iraní en Mascate solicitó a su contraparte estadounidense que Washington se comprometa a evitar que se active el “mecanismo de activación” contra Teherán. En consecuencia, los países de la “troika europea” seguirán siendo parte de las negociaciones entre Estados Unidos e Irán, independientemente del formato que adopten.

Efectos Potenciales

Tras las conversaciones iniciales entre Estados Unidos e Irán en Mascate, pueden anticiparse varias posibles repercusiones:

1. Postergación de la opción militar:

El ambiente positivo durante las conversaciones en Mascate, junto con el anuncio de futuras rondas de diálogo, sugiere que Washington podría retrasar una acción militar en relación con el tema nuclear iraní. En un inicio, la administración de Trump promovía la intervención militar como una táctica de presión para forzar a Teherán a volver a la mesa de negociaciones y lograr un rápido acuerdo sobre su programa nuclear. No obstante, con el diálogo en curso entre ambas partes, cualquier opción militar podría mantenerse en pausa hasta que los resultados de estos intercambios diplomáticos sean más claros. El creciente costo de un conflicto militar podría llevar a ambas partes a priorizar las negociaciones diplomáticas y la búsqueda de concesiones. Teherán reconoce que un ataque estadounidense a sus instalaciones nucleares — ya sea de forma unilateral o con cooperación israelí — representaría un desafío abrumador para contrarrestar y gestionar. A su vez, Washington entiende que bombardear instalaciones nucleares iraníes podría exponer a sus fuerzas y bases en toda la región a ataques de represalia por parte de Teherán o sus aliados armados, además de poner en riesgo el tráfico marítimo vital. Dadas estas consideraciones de alto riesgo, es probable que ambas naciones den prioridad a soluciones diplomáticas para resolver sus diferencias, manteniendo la acción militar como última alternativa en caso de que las negociaciones fracasen.

2. Aumento de las posibilidades de firmar un acuerdo:

A diferencia de las negociaciones anteriores durante las administraciones de Hasán Rohaní y Ebrahim Raisi, los datos actuales sugieren que Teherán enfrenta fuertes limitaciones de tiempo. Trump ha impuesto un plazo temporal para que Irán resuelva su programa nuclear, con la opción militar como alternativa. Esta posibilidad ha ganado fuerza debido a que Teherán ha perdido capacidades significativas entre sus aliados regionales, lo que antes habría elevado el costo de un ataque en su contra. Además, según fuentes israelíes y estadounidenses, el ataque israelí del 26 de octubre de 2024 logró destruir sistemas de defensa críticos dentro del territorio iraní. La próxima expiración del acuerdo nuclear de 2015, el 18 de octubre, aumenta la presión sobre Irán. La urgencia crece a medida que el país busca una solución antes de que los países de la troika europea activen el “mecanismo de activación” antes de esa fecha límite. A diferencia de las negociaciones durante los gobiernos de Rohaní y Raisi, las conversaciones actuales probablemente avanzarán con mayor rapidez. La declaración de Trump del 13 de abril, en la que afirmó que espera “una decisión sobre Irán muy pronto”, refuerza la posibilidad de un acuerdo acelerado con Teherán.

3. Oposición interna en Irán:

La decisión de llevar a cabo negociaciones con Washington podría enfrentar oposición por parte de algunos grupos fundamentalistas radicales. Aunque las conversaciones con Estados Unidos cuentan con la aprobación del líder supremo Jamenei y de instituciones influyentes — y no se originan directamente en el gobierno de Pezeshkian —, sigue existiendo la posibilidad de resistencia a estos diálogos. Las declaraciones de figuras como Hamid Rasaee, miembro conservador de la Asamblea Consultiva Islámica (parlamento), reflejan esta latente oposición, al afirmar que “las negociaciones actuales se realizaron con la aprobación del líder supremo para demostrar su fracaso, y para que algunos funcionarios optimistas descubran una vez más que los estadounidenses no son confiables y que es irracional depender de ellos”. Además, cualquier acuerdo que permita la entrada de inversiones estadounidenses en el mercado iraní podría generar objeciones por restricciones constitucionales. Los artículos 81 y 153 de la Constitución prohíben específicamente otorgar concesiones a empresas extranjeras y el control extranjero sobre los recursos. Desde esta perspectiva, estas iniciativas diplomáticas podrían enfrentar resistencia por parte de instituciones que controlan sectores económicos clave, como la Guardia Revolucionaria y el bazar. Algunos sectores radicales podrían interpretar estos avances como una “occidentalización de la economía”, viéndolos como repetición de escenarios históricos que aún persisten en la memoria colectiva iraní.

4. Fortalecimiento del papel del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán:

La información previa a la ronda de conversaciones en Mascate señalaba que tres figuras habían sido designadas para representar a la delegación iraní: Ali Larijani, asesor del líder supremo; Mohammad Foruzandeh, miembro del Consejo de Discernimiento del Interés del Estado; y Mohammad Javad Zarif, exasistente del presidente iraní para asuntos estratégicos. Sin embargo, la delegación iraní que finalmente viajó a Omán fue encabezada por el ministro de Relaciones Exteriores, Abbas Araghchi, e incluyó a sus asesores en asuntos políticos, Takht-e Ravanchi; en asuntos legales e internacionales, Kazem Gharibabadi; y al vocero del ministerio, Esmail Baghaei, junto con otros negociadores y expertos técnicos. Esta composición coincide con declaraciones previas de Araghchi, en las que afirmó que la responsabilidad de las negociaciones recaería en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Esta priorización indica la intención del régimen de enviar señales diplomáticas, similar a lo que ocurrió tras la elección del expresidente Hasán Rohaní en 2013, lo cual eventualmente llevó a la firma del acuerdo nuclear de 2015. Este enfoque diplomático contrasta con los períodos en los que Teherán adoptó posturas más radicales, durante los cuales se otorgaron amplios poderes al Consejo de Seguridad Nacional para manejar el tema nuclear, como ocurrió en los gobiernos de los expresidentes Mahmud Ahmadinejad y Ebrahim Raisi. La estrategia del régimen parece inseparable de otras medidas internas que se están tomando en preparación para la firma de un posible acuerdo con Occidente. Ejemplos destacados incluyen avances hacia la aprobación de condiciones necesarias para adherirse al Grupo de Acción Financiera contra el Blanqueo de Capitales y la Financiación del Terrorismo (GAFI o FATF, por sus siglas en inglés), lo cual permitiría a los bancos iraníes acceder al sistema internacional de transferencias financieras SWIFT. Algunos analistas también atribuyen a este esfuerzo otras medidas internas, como revisiones a las disposiciones estrictas de la ley de "castidad y velo", la liberación de personas en arresto domiciliario como el destacado reformista Mehdí Karrubí, y el relajamiento de ciertas restricciones sobre el uso de internet.

5. Malestar de Rusia y China:

Las negociaciones entre Estados Unidos e Irán podrían generar malestar en Rusia y China, ambos firmantes del acuerdo nuclear de 2015. Estas naciones temen que Teherán alcance un acuerdo con Washington que debilite la coordinación trilateral entre Rusia, China e Irán. Estas preocupaciones se intensifican en medio de unas relaciones sumamente tensas entre Washington y Pekín, luego del anuncio de aranceles recíprocos históricamente altos entre ambos países. A esto se suma la aparente indiferencia de Trump ante la demora del presidente ruso Vladimir Putin en responder al plan de paz propuesto por EE. UU. para Ucrania. En este contexto, se anunció la visita del canciller iraní Abbas Araqchi a Moscú, antes de la segunda ronda de conversaciones programada para el 19 de abril, con el fin de informar a la parte rusa sobre el progreso de las negociaciones con Washington. Además, el viceministro de Relaciones Exteriores de Irán, Kazem Gharibabadi, se reunió con su homólogo ruso, Sergey Vasilievich Vershinin, durante una conferencia de países defensores de la Carta de las Naciones Unidas en Moscú. Estos esfuerzos diplomáticos buscan calmar las inquietudes rusas y enviar un mensaje a Washington: que Teherán cuenta con otras alternativas internacionales si las negociaciones actuales fracasan. En conclusión, las conversaciones en Mascate sirvieron como una ronda exploratoria tanto para las delegaciones de Estados Unidos como de Irán, permitiendo a ambas partes aclarar intenciones y demostrar su compromiso antes de avanzar a etapas posteriores. Persisten diferencias complejas y difíciles entre ambas partes, pero está claro que, al menos por ahora, ambas favorecen a una solución diplomática. El éxito dependerá de las exigencias estadounidenses y de las posibles concesiones iraníes. Las futuras rondas probablemente estarán marcadas por una mayor tensión, dejando abiertas todas las posibilidades respecto al resultado final de estos esfuerzos diplomáticos.

First published in :

Future For Advance Research & Studies (FARAS)

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Sherif Haridy

Sherif Haridy es un investigador político especializado en asuntos iraníes. Actualmente trabaja en el Future Center for Advanced Research and Studies (FARAS) en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos, donde también se desempeña como editor en jefe adjunto de la revista Asian Trends. Haridy, graduado de la Facultad de Economía y Ciencias Políticas de la Universidad de El Cairo, está cursando una maestría en la misma institución, centrándose en los asuntos iraníes. Su experiencia profesional incluye importantes contribuciones a organizaciones de investigación gubernamentales e independientes, incluido el Centro de Información y Apoyo a la Decisión del Gabinete Egipcio. A lo largo de su carrera, Haridy ha sido autor de numerosos artículos y estudios que analizan cuestiones políticas, con especial énfasis en los desarrollos regionales.

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