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Defense & Security

El plan de la Cúpula Dorada de Trump amenaza con alimentar una nueva carrera armamentista

El presidente Donald Trump anuncia el sistema de defensa antimisiles Golden Dome P20250520JB-0081

Image Source : Wikimedia Commons

by Julia Cournoyer

First Published in: May.28,2025

Jun.09, 2025

El plan para un escudo avanzado antimisiles sobre Estados Unidos no ofrece ninguna garantía de éxito y corre el riesgo de socavar la seguridad global.

La semana pasada, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó su plan de 175 mil millones de dólares para construir la llamada "Cúpula Dorada" (‘Golden Dome’): un escudo de defensa antimisiles de costa a costa diseñado para proteger al país contra armas hipersónicas, balísticas y espaciales. Pero lejos de mejorar la seguridad nacional de EE. UU., la iniciativa corre el riesgo de agravar la inestabilidad global y acelerar la competencia estratégica. El concepto de la Cúpula Dorada es ambicioso. La propuesta contempla una arquitectura de defensa en múltiples capas que implicaría cientos o incluso miles de satélites en órbita, equipados con sensores e interceptores avanzados, incluyendo láseres espaciales. Estos detectarían, rastrearían y neutralizarían misiles entrantes y otras amenazas en distintas fases de su trayectoria. Tanto en su visión como en su retórica, los planes recuerdan a la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI, por sus siglas en inglés) de Ronald Reagan de 1983, conocida comúnmente como “’Star Wars’” (Guerra de las Galaxias). Al igual que la Cúpula Dorada, la SDI proponía un sistema de defensa por capas que dependería de tecnologías de punta — en gran parte no probadas — para interceptar misiles antes de que alcanzaran territorio estadounidense. Pero a pesar de años de inversión, la SDI nunca produjo un sistema funcional y eventualmente fue cancelada, dejando en evidencia la brecha entre la ambición y la capacidad que aún persiste hoy. El plan también se inspira en el sistema Cúpula de Hierro (‘Iron Dome’) de Israel. Pero esta comparación resulta engañosa. Israel es mucho más pequeño que Estados Unidos, y su Cúpula de Hierro protege al país de cohetes de corto alcance y sin guía — amenazas limitadas en número, velocidad y dirección. El plan de Trump, en cambio, busca defender todo el territorio estadounidense de amenazas mucho más avanzadas y numerosas, como misiles balísticos de largo alcance, vehículos planeadores hipersónicos y sistemas de entrega orbital. La escala, complejidad y sofisticación técnica requeridas son de un orden completamente distinto.

Costos y riesgos

A pesar de que Trump estima que el sistema costará 175 mil millones de dólares y que podría construirse en apenas tres años, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) ha advertido que solo los componentes espaciales podrían costar hasta 542 mil millones de dólares para su despliegue y operación durante los próximos 20 años. Mientras tanto, persisten preguntas fundamentales sin respuesta: cómo será el sistema, quién lo construirá y si realmente funcionará como se espera.

“Emprender el desarrollo de la Cúpula Dorada implica priorizar un sistema costoso y no probado por encima de capacidades más inmediatas y alcanzables.”

Invertir los recursos necesarios para desarrollar un sistema tan avanzado requeriría hacer concesiones significativas, que podrían ir en detrimento de otras prioridades de defensa. Actualmente, Estados Unidos no cuenta con todo el espectro tecnológico necesario para interceptar misiles hipersónicos o balísticos en el espacio, lo que requeriría interceptores o láseres capaces de operar a enormes distancias con una precisión casi instantánea. Emprender la Cúpula Dorada corre el riesgo de dar prioridad a un sistema costoso y no probado, en lugar de enfocarse en capacidades más realistas y urgentes, como mejorar las defensas regionales contra misiles o fortalecer la resiliencia cibernética frente a amenazas emergentes como los drones. El plan también conlleva posibles consecuencias estratégicas peligrosas. Un sistema que aspire a hacer invulnerable a Estados Unidos frente a ataques con misiles sería casi con seguridad interpretado por sus adversarios como un intento de debilitar la lógica de la disuasión nuclear. Si Washington es percibido como desarrollador de un escudo que en algún momento podría neutralizar un ataque nuclear de represalia, corre el riesgo de desencadenar una peligrosa carrera armamentista global. Pekín y Moscú ya han criticado el proyecto de la Cúpula Dorada como “profundamente desestabilizador” y podrían responder con una variedad de contramedidas, como ampliar sus arsenales ofensivos o desarrollar nuevos sistemas de lanzamiento. Esta carrera armamentista también podría incentivar el despliegue de armas en el espacio, justo cuando este ámbito sigue estando peligrosamente poco regulado. La Cúpula Dorada, por tanto, podría socavar la seguridad global, haciendo del mundo un lugar más peligroso, incluso para Estados Unidos.

¿Una herramienta para la diplomacia?

Ante estos riesgos, Estados Unidos debería utilizar el plan de la Cúpula Dorada como una herramienta para relanzar la diplomacia en materia de control de armas. Washington debería aprovechar esta propuesta para reanudar el diálogo con otras potencias, incluidas Rusia y China, sobre contención mutua, transparencia y gobernanza de tecnologías emergentes relacionadas con misiles y sistemas espaciales. Esto resulta especialmente urgente dada la degradación de los marcos actuales de control de armas. El último gran acuerdo entre Estados Unidos y Rusia, el Tratado New START, fue suspendido por el presidente Vladímir Putin en 2023. Dicho tratado expirará en 2026 y no hay un sucesor en camino. A pesar del crecimiento del arsenal chino, las conversaciones sobre control de armas entre EE. UU. y China también fueron suspendidas en julio de 2024 debido a la venta de armas estadounidenses a Taiwán. Mientras tanto, los rápidos avances en tecnología de misiles, sistemas espaciales e inteligencia artificial están superando las normas y reglas existentes para gestionarlos. A medida que aumentan las tensiones geopolíticas, también crece el riesgo de errores de cálculo y escaladas no intencionadas. Por lo tanto, la necesidad de reactivar el diálogo estratégico es más urgente que nunca. Aunque China y Rusia puedan mostrarse escépticas respecto a las intenciones de Estados Unidos, los componentes espaciales de la Cúpula Dorada podrían abrir una rara oportunidad para retomar el diálogo sobre seguridad espacial dentro del marco del control de armas. Esto no necesariamente implicaría una reducción inmediata de ojivas nucleares, pero sí podría enfocarse en áreas de preocupación compartida, más inmediatas y alcanzables.

Seguridad espacial

La seguridad espacial es una de las vías más prometedoras y necesarias para fomentar la cooperación. A medida que las potencias nucleares dependen cada vez más de sistemas espaciales tanto para fines militares como civiles — desde sistemas de alerta temprana y comunicaciones hasta navegación y vigilancia —, también aumentan los riesgos de errores de cálculo o de una escalada no intencionada en órbita.

“El anuncio de la Cúpula Dorada debe verse como una oportunidad estratégica para iniciar nuevas discusiones sobre seguridad espacial.”

Un paso pragmático y urgente sería lanzar un diálogo sobre las normas que deberían regir el comportamiento en el espacio, incluyendo evitar acercamientos peligrosos a satélites, limitar el despliegue de ciertos sistemas espaciales o mejorar la transparencia. Incluso medidas modestas, como acordar el intercambio de notificaciones sobre lanzamientos de satélites o discutir las capacidades de doble uso, podrían ayudar a generar confianza y reducir la probabilidad de conflictos en órbita. Al enfocarse en el espacio — donde los intereses coinciden y las vulnerabilidades mutuas son evidentes —, Estados Unidos podría contribuir a restablecer las bases para un diálogo estratégico más amplio en el futuro.

Evitar errores del pasado

En la década de 1980, la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) de Reagan consumió enormes recursos, intensificó las tensiones internacionales y no logró ofrecer un sistema de defensa funcional. También contribuyó a una carrera armamentista que dejó al mundo más dividido, no más seguro. La Cúpula Dorada corre el riesgo de repetir esos mismos errores, pero con más actores involucrados, tecnologías más rápidas y con menos mecanismos de control en funcionamiento. En un momento en que los marcos de control de armas se están desmoronando y las tensiones globales van en aumento, el anuncio de la Cúpula Dorada debería verse como una oportunidad estratégica para iniciar nuevas discusiones sobre seguridad espacial. Enmarcar esta propuesta como un punto de partida para el diálogo — en lugar de una señal de ambición unilateral — podría ayudar a estabilizar un momento peligrosamente volátil. De lo contrario, el proyecto corre el riesgo de empujar al mundo un paso más cerca hacia un futuro más disputado, militarizado e inseguro.

Publicado originalmente en el sitio web de Chatham House el 28 de mayo de 2025.

First published in :

Chatham House

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Julia Cournoyer

Julia Cournoyer es investigadora asociada del programa de Seguridad Internacional de Chatham House y editora asociada del Journal of Cyber ​​Policy. Su investigación abarca principalmente proyectos relacionados con la política de armas nucleares, la prevención de conflictos, las tecnologías emergentes, la bioseguridad, la ciberseguridad y la seguridad del espacio ultraterrestre. En 2023, fue seleccionada como investigadora nuclear en el Proyecto sobre Asuntos Nucleares del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (Iniciativa de Becarios Nucleares PONI del CSIS), y en 2024 fue seleccionada como becaria de Ploughshares Nuclear Futures. Anteriormente, realizó prácticas en la OTAN y trabajó como consultora de estrategia internacional para ONHYS, una empresa tecnológica francesa que desarrolla software de simulación del virus COVID-19. Tiene maestría en Seguridad Internacional de la Escuela de Asuntos Internacionales de París (Sciences Po) y una licenciatura en Relaciones Internacionales de la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres.

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