Energy & Economics
Comprender la estrategia del renminbi de China: integración estratégica por encima de la supremacía monetaria

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First Published in: Jun.20,2025
Jun.30, 2025
La estrategia de China para internacionalizar el renminbi (RMB) consiste en construir resiliencia e influencia a través de una integración global selectiva y gestionada por el Estado. Pekín no busca elevar al RMB al estatus de moneda de reserva global a la par del dólar, ni trata únicamente de protegerse de los riesgos geopolíticos derivados de la dependencia del dólar — aunque este es un componente importante —. Más bien, representa una respuesta pragmática a una economía global cada vez más fragmentada, marcada por las tensiones geopolíticas crecientes, una mayor instrumentalización del dólar y una acelerada innovación financiera y tecnológica. China está impulsando una forma de internacionalización dirigida y gestionada por el Estado que implica construir una red alternativa de relaciones e infraestructuras financieras que faciliten transacciones fuera del sistema dominado por Estados Unidos. Esto incluye líneas de intercambio de divisas con socios estratégicos, el establecimiento de bancos de compensación en RMB, mecanismos bilaterales para la liquidación comercial y plataformas de pago como el Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS, por sus siglas en inglés), que actúa como una alternativa parcial al SWIFT. Si bien estos esfuerzos ayudan a reducir la exposición a posibles interrupciones derivadas de la "instrumentalización del dólar", forman parte de una estrategia más amplia para insertar al RMB en esferas clave de transacción como el comercio, las inversiones y la energía. En estos ámbitos, China busca ampliar su influencia y establecer normas y mecanismos que favorezcan a sus intereses estratégicos y financieros.
La estrategia de internacionalización del renminbi de China es de múltiples capas, y abarca desde acuerdos bilaterales de intercambio de divisas, mecanismos de compensación en RMB, financiamiento para el desarrollo y sistemas de pago alternativos. Instrumentos como las transacciones petroleras denominadas en RMB (conocidas como “petroyuán”) y el yuan digital ilustran este enfoque. El petroyuán permite a países sancionados como Rusia e Irán liquidar sus transacciones petroleras en RMB, mientras que los crecientes lazos financieros de China con los estados del Golfo sugieren que podría expandirse aún más. De forma similar, aunque el yuan digital fue concebido principalmente para uso doméstico, ahora se está probando en transacciones transfronterizas, lo que podría sentar las bases para una red internacional de pagos digitales. Las innovaciones tecnológicas están facilitando esta transición mediante el desarrollo de monedas digitales emitidas por bancos centrales, sistemas de mensajería financiera alternativos y herramientas de liquidación basadas en blockchain, todas las cuales pueden respaldar transacciones seguras fuera de la infraestructura tradicional de compensación en dólares. A largo plazo, estos avances podrían reducir gradualmente la dependencia global del dólar. Estas iniciativas no buscan tanto un alcance global como asegurar una autonomía estratégica y ampliar la influencia en sectores clave. El objetivo de China es reducir su vulnerabilidad ante sanciones estadounidenses y la volatilidad del dólar, al tiempo que expande progresivamente el papel del RMB en el comercio, la energía y la financiación de infraestructuras, especialmente en el Sur Global, donde crece la demanda por alternativas.
Plataformas como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) y el BRICS+ desempeñan un papel importante en la estrategia de internacionalización del renminbi (RMB) de China. Éstas proveen la base geopolítica e institucional para el uso del RMB en el comercio y la inversión, especialmente en contextos políticamente alineados o con restricciones en el uso del dólar. Por ejemplo, en 2021 las liquidaciones en RMB con países de la IFR alcanzaron los 5.42 billones de yuanes, y China ha firmado decenas de acuerdos de intercambio de divisas (‘swap’) con sus socios. Aunque la mayoría de estas transacciones aún se realiza en dólares estadounidenses, el uso del RMB crece de forma constante. Estos acuerdos apuntan a una transición hacia un panorama monetario multipolar y sectorial, donde el RMB gana terreno en esferas específicas, aunque siga siendo marginal en las reservas globales y los mercados de divisas. Los acuerdos de intercambio de divisas, los bancos de compensación en RMB y la facturación comercial en moneda local están siendo promovidos entre los socios de China, especialmente aquellos que buscan reducir su dependencia de los sistemas financieros occidentales. El resultado es una red modesta pero creciente de interacciones basadas en el RMB, configurada por alineamientos políticos y un diseño institucional estratégico, más que por una demanda espontánea del mercado.
El dólar estadounidense sigue dominando las finanzas globales. Representa cerca del 90% de las transacciones de divisas y más de la mitad de las reservas internacionales. Sin embargo, esa dominancia se apoya cada vez más en fundamentos geopolíticos que muestran señales de tensión. La caótica política arancelaria del gobierno Trump 2.0, combinada con el uso agresivo de sanciones financieras por parte de EE. UU. en los últimos años, ha llevado tanto a aliados como a adversarios a cuestionar la fiabilidad a largo plazo del sistema basado en el dólar. Para los países expuestos a los vaivenes de la política exterior y económica estadounidense — ya sea por sanciones, volatilidad en las tasas de interés o fricciones comerciales — las alternativas basadas en el RMB que ofrece China representan una vía para diversificarse. En este sentido, la desdolarización no es una revolución, sino una recalibración estructural: un reequilibrio de riesgos más que una rivalidad de suma cero con el dólar. Lo que China ofrece no es una salida total del sistema dominado por el dólar, sino una cobertura incremental: un espacio monetario donde las transacciones en RMB ganan tracción en contextos donde se prioriza la diversificación y la reducción de la dependencia del dólar. Esta lógica respalda un impulso más amplio dentro del grupo BRICS+ para reducir la dependencia del dólar en el comercio y las finanzas. El grupo ha planteado propuestas para una moneda de reserva compartida, posiblemente respaldada por una cesta de monedas de los miembros o por materias primas como el oro, como parte de su esfuerzo por fomentar un sistema monetario más multipolar. Si bien tales propuestas enfrentan desafíos prácticos considerables, reflejan una clara intención política de alejarse de las estructuras dominadas por el dólar. China desempeña un papel central en estos esfuerzos, no promoviendo el RMB como moneda hegemónica global, sino integrándolo en arreglos financieros alternativos. Al hacerlo, China contribuye a un orden monetario en el que el dólar sigue siendo dominante, pero cada vez más cuestionado.
A pesar del creciente uso transfronterizo del RMB, persisten importantes limitaciones estructurales. La cuenta de capital de China sigue cerrada, sus mercados financieros carecen de transparencia y profundidad, y su banco central opera bajo la autoridad del partido-Estado, por lo que carece de independencia institucional. A diferencia de Estados Unidos, que emite dólares globalmente gracias a déficits persistentes en su cuenta corriente y de capital, China mantiene un superávit comercial. Esto limita aún más la oferta global de RMB y restringe su viabilidad como moneda de reserva. En tales condiciones, es poco probable que los bancos centrales adopten el RMB como activo de reserva clave, y China no muestra mayor interés en modificar esa situación por ahora: la estrategia de internacionalización del RMB de Pekín está diseñada para funcionar dentro de estas restricciones, no en contra de ellas. De hecho, el énfasis del partido-Estado en el control y la estabilidad resulta difícil de conciliar con la liberalización financiera que requiere el liderazgo monetario global. Sin embargo, para Pekín esto no representa una contradicción. El objetivo no es reemplazar al dólar, sino lograr una integración selectiva: un sistema en el que China y sus socios puedan realizar transacciones de forma segura, predecible e independiente de las presiones de Occidente. Este enfoque le permite a China expandir su influencia en dominios específicos, sin desafiar el orden monetario global centrado en el dólar.
La internacionalización del RMB no es ni una apuesta por la supremacía monetaria ni un simple acto de autodefensa. Es una herramienta de adaptación pragmática: parte del esfuerzo de China por construir resiliencia y ejercer influencia mediante una integración financiera selectiva y la creación de alternativas institucionales. A medida que el mundo avanza hacia una mayor incertidumbre geopolítica y económica — especialmente con la posible vuelta de una administración de Trump decidida a desmantelar el sistema comercial global —, los esfuerzos de China podrían acelerarse. El RMB no desplazará al dólar en el corto plazo, pero su papel creciente en sistemas alternativos de comercio, financiamiento y pagos señala la aparición lenta pero significativa de un orden monetario global más estratificado, fragmentado y disputado.
Este artículo se basa en la investigación revisada por pares de la Dra. Monique Taylor, publicada en el Journal of Current Chinese Affairs y East Asia Forum. Este trabajo ha recibido financiación de la acción de coordinación y apoyo Horizon Europe de la Unión Europea, bajo el código 101079069–EUVIP–HORIZON-WIDERA-2021-ACCESS-03. No obstante, las opiniones expresadas son únicamente de los autores y no reflejan necesariamente las de la Unión Europea o la Agencia Ejecutiva de Investigación Europea (REA). Ni la Unión Europea ni la autoridad otorgante pueden ser considerados responsables. This article is published under a Creative Commons License and may be republished with attribution.First published in :
La Dra. Monique Taylor es profesora universitaria de política mundial en la Universidad de Helsinki, Finlandia.
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