Diplomacy
México – Ecuador: Coordenadas de una crisis diplomática anunciada
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First Published in: Apr.07,2024
May.27, 2024
El anuncio de López Obrador del rompimiento de relaciones diplomáticas con Ecuador marca un punto de inflexión en la política exterior de México. Desde 1979, el país no había interrumpido un vínculo de esa naturaleza con otra nación. En los últimos años, romper relaciones no había sido una práctica común por parte de México. En el siglo XIX, Benito Juárez suspendió nexos con los países que reconocieron al Imperio de Maximiliano. En el XX, el gobierno cortó vínculos con la Unión Soviética en 1930 por promover ideología comunista; con España en 1936 en el marco de su Guerra Civil; con Reino Unido en 1938 luego de la expropiación petrolera; con Alemania, Japón e Italia en 1941 después del ataque a Pearl Harbor; con Guatemala en 1958 luego de que aviones guatemaltecos dispararan contra embarcaciones mexicanas en el Pacífico; en 1974 con Chile después del golpe de Estado contra Salvador Allende y en 1979 con Nicaragua debido a la dictadura de Somoza. Pero en los últimos 45 años el país no había recurrido a esa práctica. El reciente anuncio fue un tanto sorpresivo porque México se caracteriza por proyectar relaciones amistosas con América Latina y es reconocido por la defensa de la paz. Además, el presidente López Obrador había planteado tener relaciones amistosas con los países latinoamericanos y apegarse al principio de No Intervención. Previo al rompimiento con Ecuador, México se había involucrado en algunas crisis diplomáticas con algunos países latinoamericanos. En el sexenio de Vicente Fox, México expulsó al embajador Cubano en 2004 y más tarde ocurrió un incidente similar con Venezuela, pero no se cortaron las relaciones. En ambos casos, el nivel de interacción pasó de Embajador a encargado de negocios. En la presente administración, Bolivia y Perú habían declarado personas non gratas a embajadores mexicanos y fueron retirados. Incluso, Perú anunció la misma figura contra el presidente López Obrador. Pero en ambos casos no hubo un rompimiento tajante de relaciones. Por otra parte, México ha sido un actor generoso en la práctica de otorgar asilo diplomático a perseguidos políticos. Por ejemplo, el país acogió a León Trotski en los años treinta y a un número importante de españoles que huían de la guerra civil en esa nación. En los años sesenta y setenta, México recibió a cientos de asilados sudamericanos luego de los golpes de Estado militares en esos países. Incluso López Obrador concedió esa figura a Evo Morales y se la ofreció a Pedro Castillo, expresidentes de Bolivia y Perú respectivamente. En parte, el origen de la crisis diplomática entre Ecuador y México fue por el haber tenido como huésped desde diciembre del 2023 a Jorge Glas, ex vicepresidente del Ecuador, acusado de actos de corrupción. Desde inicios del 2024, el gobierno ecuatoriano solicitó al de México la entrega de Glas para que pudiera cumplir su condena puesto que ya tenía una sentencia. Como la SRE se negó y López Obrador realizó críticas al gobierno del presidente ecuatoriano Daniel Noboa, entonces la Cancillería ecuatoriana declaró persona non grata a la embajadora mexicana Raquel Serur. En respuesta, el gobierno mexicano otorgó el asilo político a Jorge Glas. Ante el temor por una posible fuga, el gobierno ecuatoriano decidió ingresar por la fuerza a la embajada de México en Quito para detener a Glas. El hecho constituyó una flagrante violación a la Convención de Viena de Relaciones Diplomáticas. A la letra, el documento establece en su artículo 22 que “los locales de la misión son inviolables. Los agentes del Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión”. El incidente estableció un precedente negativo en las interacciones interamericanas. En respuesta a esta acción, el presidente López Obrador decidió romper relaciones diplomáticas con Ecuador. La medida representó un hito en la política exterior de México, pero era consistente con la acción tomada por Ecuador. Aunque México tenía otras opciones, el rompimiento de relaciones era la decisión adecuada por la gravedad del hecho. Las posibles alternativas que la SRE tenía -sin la necesidad de romper por completo el vínculo- eran: 1) enviar una nota de protesta al gobierno de Ecuador; 2) retirar al embajador de Ecuador en México; 3) presentar el caso ante la OEA; 4) demandar a Ecuador ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de la ONU; 5) romper relaciones diplomáticas, pero mantener las consulares. La primera opción era demasiado suave desde el punto de vista de la política exterior y podía ser poco efectiva. La segunda era viable, pero no de alto impacto. La tercera es adecuada porque la OEA sirve para dirimir las diferencias entre los miembros. La cuarta es la mejor alternativa sin necesidad de romper relaciones diplomáticas. La quinta opción podría ser factible para no dejar desprotegida a la comunidad mexicana en Ecuador y no afectar la relación económica y de turismo entre ambos países. En concreto, una adecuada decisión era combinar algunas de las alternativas mencionadas; por ejemplo: presentar el caso ante la OEA, demandar a Ecuador en la CIJ y mantener las relaciones consulares. Sin embargo, el rompimiento fue la decisión que se tomó debido a la gravedad del hecho. Pero también es importante tomar en cuenta el contexto interno. En parte, AMLO tomó esa decisión por razones de política interna. La defensa de la soberanía fortalece su base de apoyo popular. Sus seguidores lo ven como el presidente que defiende la soberanía de la nación. Además, la medida ayuda a MORENA y a Claudia Sheinbaum para la campaña electoral porque fortalece la posición de México en el exterior y al interior. Por ejemplo, había un consenso amplio entre la opinión pública mexicana. Incluso, la candidata de oposición, Xóchitl Gálvez, apoyó la decisión. Además, la mayoría de las naciones latinoamericanas condenaron el hecho y mostraron solidaridad a México. La ONU, la OEA, la Unión Europea también condenaron la violación al Derecho Internacional. Asimismo, Estados Unidos y Canadá mostraron molestia por la acción de Ecuador. No toda la opinión pública apoyó la medida de López Obrador. Algunos criticaron que México otorgara asilo político a un delincuente. En la misma lógica, había una opinión de que las declaraciones de AMLO –criticando al gobierno de Ecuador– representaban una violación al principio de No Intervención y ello era la causa de la crisis diplomática entre ambos países. Es decir, desde esta perspectiva, México también tenía culpa de que el conflicto haya escalada hasta el rompimiento de relaciones diplomáticas. Efectivamente, la Convención de Caracas sobre el Asilo Diplomático de 1954 establece que un gobierno no puede otorgar asilo político a una persona que tenga una sentencia condenatoria. Pero el mismo instrumento establece que “corresponde al Estado asilante la calificación de la naturaleza del delito o de los motivos de la persecución”. Es decir, México estaba aplicando este criterio y decidió darle el asilo a Glas. Por lo tanto, existe una divergencia en este punto. Para Ecuador, México no podía otorgar el asilo porque se trataba de un delincuente con sentencia. Sin embargo, para México, Glas es un perseguido político y, por lo tanto, tiene derecho al asilo. Lo más adecuado era que Ecuador no invadiera la embajada, no otorgara el salvoconducto a Glas y presentara el caso ante la CIJ para que esta instancia decidiera si se trataba de un delincuente o un perseguido político. ¿Qué factores explican el escalamiento de la crisis entre estos dos países – el asalto a la embajada y el rompimiento de relaciones –? Para entender estas decisiones, es necesario primero conocer el contexto en Ecuador. En primer lugar, Daniel Noboa es un presidente joven con poca experiencia en la política. Es un empresario de derecha que llegó a la presidencia cuando el anterior mandatario estableció la “muerte cruzada”, que es un mecanismo que implica la posibilidad de destituir al presidente de Ecuador y disolver la Asamblea Nacional. En este contexto, Noboa está cubriendo el periodo que ocupaba el anterior presidente y debe dejar el cargo en 2025 para convocar a nuevas elecciones. Además, hace algunos meses, el Ecuador vivió una fuerte etapa de inseguridad cuando algunos reos tomaron cárceles y tuvieron de rehenes a los custodios. El narcotráfico, ligado a los carteles mexicanos, se ha incrementado en ese país. Incluso, el año pasado fue asesinado un candidato presidencial. Ante esta situación, el presidente Noboa necesitaba de acciones fuertes para consolidar su poder y ganar legitimidad. Sin embargo, algunos grupos al interior de Ecuador han criticado la invasión a la embajada mexicana y están pidiendo su renuncia por su incapacidad de gobernar. El partido de oposición critica a la canciller por su falta de experiencia diplomática y a la ministra encargada del operativo, quien es de origen mexicana. Tanto el presidente como la canciller han justificado la acción con base en la posibilidad de la fuga de Glas; la consideración de que era un delincuente sentenciado y que la solicitud de asilo era ilegal; y a la defensa de la dignidad de Ecuador. Por otro lado, en México, el presidente López Obrador ha desarrollado una política exterior hacia América Latina inconsistente. Si los gobiernos son afines a su ideología, entonces hay un trato amable. Pero si son contrarios a su forma de pensar, entonces critica a esos gobiernos, lo que constituye una violación al principio de No Intervención en los asuntos internos de otro país. Es decir, el presidente aplica los principios de manera discrecional. Por otra parte, el presidente ha nombrado embajadores en América Latina sin experiencia diplomática, lo que abona a generar conflicto en algunos casos. Las declaraciones de AMLO, muchas veces improvisadas, no abonan a mantener relaciones estables con los gobiernos de derecha en América Latina. En esta administración tres embajadores fueron declarados personas non gratas, lo que representa una falla en la estrategia de política exterior. Las consecuencias del rompimiento de relaciones diplomáticas son amplias y negativas. Por ejemplo, los nacionales de cada país no contarán con protección diplomática. En el futuro próximo, será difícil conseguir visas para viajar y el comercio entre ambos países se puede reducir. Ecuador estaba explorando la posibilidad de incorporarse a la Alianza del Pacífico. Con lo ocurrido, esa opción se cancela. Por lo tanto, el fortalecimiento de la integración latinoamericana puede encontrar obstáculos. La invasión a la embajada y el rompimiento de relaciones pueden afectar las relaciones interamericanas y generar polarización en la región. Es probable que la cooperación para la lucha contra el narcotráfico entre México y Ecuador se detenga. Las posibles soluciones conjuntas a la migración de latinoamericanos a Estados Unidos pueden encontrar obstáculos si el incidente genera divisiones. El prestigio de Ecuador en la región puede verse afectado por la clara violación al derecho internacional. Tal vez no todos los países apoyen a México, pero van a defender el principio de la inviolabilidad de una embajada. En resumen, ambas partes contribuyeron a la escalada del conflicto. Tanto Ecuador como México tomaron decisiones equivocadas. Sin embargo, nada justifica que un país atropelle una embajada y viole uno de los principios más respetados del derecho internacional. Por lo tanto, la decisión de México de romper relaciones diplomáticas con Ecuador está justificada por la gravedad de lo ocurrido.
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Es profesor-investigador de tiempo completo en la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales (FEyRI) de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Obtuvo su licenciatura y maestría en Relaciones Internacionales por la UNAM y su doctorado en Estudios Internacionales por la Universidad de Miami. Es presidente del Centro de Enseñanza y Análisis Sobre la Política Exterior de México A.C. (CESPEM). Asimismo, fue presidente de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI) en el periodo 2015-2017. Sus temas de interés son: política exterior de México, diplomacia local y transfronteriza, y cooperación internacional. Es autor de varios libros entre los que destacan: Factores, bases y fundamentos de la política exterior de México y Para entender la política exterior de México. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), nivel III, y es miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
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