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Diplomacy

China, Rusia, Irán, Corea del Norte: ¿el nuevo pacto autocrático?

Ajedrez con banderas de China, Rusia, Irán y Corea del Norte. Relaciones entre Rusia y China y cooperación militar

Image Source : Shutterstock

by Radu Vranceanu , Marc Guyot

First Published in: Apr.29,2024

Jun.10, 2024

Hay que decir que el modelo “liberal democrático”, que combina democracia política y economía de mercado, ha tenido dificultades para imponerse a escala mundial. En su lugar, en algunos países se ha impuesto con el tiempo un tipo de régimen híbrido, que podría definirse como “liberal autocrático”. Este modelo se basa en un liderazgo poco o nada democrático que, sin embargo, se apoya en una mezcla de dirigismo y economía de mercado para garantizar el crecimiento económico.

El “CRINK” o alianza de poderes autoritarios

A diferencia de las democracias liberales, los regímenes autoritarios dan prioridad al crecimiento económico como fin en sí mismo. Por ejemplo, en China, los objetivos de crecimiento suelen ser fijados por las autoridades, y se espera que la sociedad se adapte independientemente de los sacrificios que ello implique. La prioridad de los dirigentes es la supremacía en tecnologías civiles y militares y el control de los recursos. En ese marco, la mejora del nivel de vida de la población no es más que un beneficio colateral, subordinado al objetivo principal y prescindible cuando se considera necesario. Si bien el respeto por los derechos humanos es un pilar fundamental de las democracias liberales, no es ni una prioridad ni una restricción para los líderes de estas naciones autoritarias. En general, sus líderes se oponen abiertamente a la “hegemonía occidental”. Muchos líderes de países emergentes muestran su simpatía por estos países autoritarios; por lo menos, comercian con ellos sin ningún problema. En el frente militar y de defensa, las democracias liberales de Europa y Norteamérica se agrupan en torno a la OTAN. Estados Unidos, como líder de esta organización, lleva muchos años asignando constantemente más del 3,4% de su PIB al gasto militar y cuenta con unas fuerzas armadas considerables, ejemplificadas por la operación de once portaaviones a partir de 2023. Hasta hace unos meses, en los países occidentales, la invasión de Ucrania se consideraba más bien una acción aislada de Rusia, atribuida a la arrogancia de Vladimir Putin. No se contemplaba la posibilidad de una coordinación entre autócratas. Sin embargo, esta perspectiva está evolucionando rápidamente. En un informe presentado al Senado en abril de 2024, el General Chris Cavoli, Comandante de las Fuerzas Armadas estadounidenses en Europa, destacó la aparición de un “eje de adversarios”, que incluye a China, Rusia, Irán y Corea del Norte. El 6 de abril, el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, declaró en una entrevista de la BBC que China, Rusia, Irán y Corea del Norte cooperaban cada vez más contra las democracias occidentales y formaban ahora una “alianza de potencias autoritarias”. Proponemos utilizar el acrónimo CRINK para denotar esta coalición informal que comparte intereses económicos y estratégicos comunes. Bajo la superficie de diversos incidentes, parece existir una coordinación tangible entre los países de la CRINK.

Más allá de las coincidencias

Desde la invasión de Ucrania en febrero de 2022, Rusia ha desplegado una parte significativa de sus fuerzas armadas para avanzar en territorio ucraniano, marcando el mayor conflicto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y provocando numerosas bajas militares y civiles. Ucrania ha informado recientemente de la pérdida de 31,000 militares desde el inicio del conflicto, una cifra que puede estar subestimada, mientras que se cree que las pérdidas rusas son aún mayores. A pesar de estas bajas, Rusia sigue manteniendo la intensidad de su esfuerzo bélico. Hasta la fecha, se estima que el ejército ruso en Ucrania cuenta con unos 470,000 efectivos, lo que representa un aumento del 15% desde el inicio de la invasión. Mientras tanto, China ha intensificado la frecuencia de sus maniobras militares en el estrecho de Taiwán y ha aumentado las actividades de vigilancia en la región. La simultanea expansión del expansionismo ruso hacia Occidente y la intensificación de los esfuerzos de comunicación de China respecto a Taiwán no parecen ser coincidencia. Esta hipótesis gana credibilidad a partir de las numerosas cumbres entre los líderes de ambas naciones en 2023, así como sus resonantes declaraciones de amistad inquebrantable, especialmente evidentes cuando anunciaron su “asociación estratégica integral para una nueva era” el 11 de noviembre. El 12 de abril, Estados Unidos hizo públicos documentos clasificados que revelaban que Pekín estaba suministrando a Rusia motores para drones y misiles de crucero, además de componentes electrónicos militares y tecnología de vigilancia por satélite. Irán ha intensificado su producción de uranio enriquecido y, según el ejército estadounidense, está brindando apoyo a Hamás y a los ataques de los rebeldes Hutí contra buques comerciales en el Mar Rojo. En respuesta a los ataques selectivos israelíes, Teherán lanzó un enjambre de drones y misiles contra objetivos militares en Israel la noche del 13 de abril, lo que significo su primer ataque directo. La desestabilización de la región del Mar Rojo y los conflictos en curso en la Franja de Gaza, así como cada vez más en el sur de Líbano, parecen significar los esfuerzos de Irán por debilitar la efectividad militar de Estados Unidos. Esta estrategia obliga a Estados Unidos a mantener una presencia en múltiples frentes, lo que a su vez reduce la disponibilidad de armas y municiones estadounidenses para Ucrania. Mientras tanto, Corea del Norte intensifica sus provocaciones con lanzamientos de misiles balísticos de muy largo alcance y amenazas de ataques nucleares contra Corea del Sur.

Sanciones mutuas

En términos económicos, la “guerra” entre ambos bloques ya ha comenzado. Estados Unidos y sus aliados llevan varios años aplicando sanciones económicas a Irán, y desde 2022 a Corea del Norte y Rusia. Principalmente, estas sanciones pretenden restringir la capacidad de estas naciones para modernizar su base industrial de defensa. En el caso de Irán, frenar su programa nuclear militar. Aunque no existe un conflicto abierto entre China y Occidente, tanto Estados Unidos como los países europeos llevan tiempo persiguiendo la desvinculación económica de China. En 2017, convencido de que China no cumplía sus compromisos en materia de libre comercio bidireccional, Donald Trump inició una ofensiva económica contra China imponiendo fuertes aranceles. Pekín respondió imponiendo aranceles equivalentes a los productos estadounidenses. Los objetivos estratégicos de Trump eran dos: en primer lugar, reducir la dependencia económica estadounidense de China y, en segundo lugar, frenar los avances tecnológicos chinos en el ámbito militar mediante el embargo de la exportación de tecnologías estadounidenses militarmente sensibles. Joe Biden no sólo ha continuado, sino que ha reforzado la política de desvinculación económica, intensificando la guerra arancelaria y abogando por una estrategia “made-in-USA”. Además, ha endurecido los controles sobre los componentes militares con destino a China, ampliando el estricto embargo sobre las exportaciones a Rusia, Irán y Corea del Norte. Desde diciembre de 2023, se ha prohibido a las empresas que se benefician de subsidios bajo el programa de desarrollo de microprocesadores (‘CHIPS Act of 2022’) participar con países considerados “preocupantes” La lista oficial de estos países incluye a todos los miembros del CRINK. Los europeos también han adoptado una estrategia encaminada a disminuir su dependencia de China y revitalizar su sector industrial. Cabe destacar, por ejemplo, que el 50% de las exportaciones mundiales de fibra de nitrocelulosa provienen de China, a pesar de que estas fibras son componentes cruciales para los proyectiles, que actualmente escasean en el frente ucraniano. En 2022, la UE puso en marcha una directiva para salvaguardar el mercado único de las importaciones subvencionadas procedentes de terceros países, dirigida principalmente a China. Posteriormente, en septiembre de 2023, la UE estableció un mecanismo contra la coerción diseñado para contrarrestar a los países que intenten dictar cambios políticos en los Estados miembros de la UE mediante la imposición de restricciones comerciales. Lituania, por ejemplo, se enfrentó a medidas comerciales restrictivas impuestas por China tras firmar un acuerdo comercial con Taiwán en 2021. Por otra parte, Rusia se basó en la amenaza de cortar el suministro de gas para debilitar el apoyo económico y militar europeo a Ucrania, una estrategia que finalmente fracasó, ya que Europa diversificó rápidamente sus fuentes de gas recurriendo a países alternativos. No obstante, los miembros de la CRINK, junto con naciones como India y Brasil, facilitaron la resiliencia de Rusia ante las sanciones económicas no sólo sustituyendo a sus antiguos clientes y proveedores, sino también reorientando los flujos comerciales hacia Asia. En el primer trimestre de 2024, el superávit comercial de Rusia alcanzó los 22 mil millones de dólares, frente a los 15.4 mil millones de dólares durante el mismo periodo de 2023. Según ‘The Economist’, las importaciones chinas de petróleo ruso han aumentado 100,000 barriles diarios antes de la guerra a 500,000 barriles diarios en la actualidad. A cambio, se prevé que las exportaciones chinas a Rusia superen los 100.000 millones de dólares en 2023. Desde otoño de 2023, China también ha aplicado restricciones a las exportaciones de grafito, un conductor crucial para los componentes electrónicos. Las imágenes por satélite indican que Corea del Norte y Rusia han establecido un programa de intercambio de armas por petróleo, mientras que Irán suministra cantidades sustanciales de drones y tecnología militar a Rusia como parte de una amplia asociación comercial, que incluye la construcción de una línea ferroviaria entre ambas naciones.

Ambigüedades y vacilaciones estadounidenses

Durante el apogeo de la Guerra Fría, Estados Unidos se preparó para participar simultáneamente en dos grandes conflictos. La Revisión Estratégica de la Defensa Nacional de 2022 destaca el objetivo de asegurar la victoria en un posible enfrentamiento primero en la región del Indo-Pacífico, dada la amenaza de China, seguido de Europa, en respuesta al desafío ruso. Esta priorización un tanto ambigua y las realidades de la carrera armamentística mundial podrían indicar posibles desafíos para Estados Unidos si se enfrenta a la necesidad de librar dos grandes guerras simultáneamente en frentes separados. A medida que persiste el conflicto en Ucrania, el apoyo público occidental a la nación parece menguar. Las divisiones en el Congreso de Estados Unidos en torno al gasto público, influidas por los aliados republicanos de Donald Trump, provocaron un retraso de seis meses en la aprobación del último paquete de ayuda a Ucrania. El 20 de abril, el Congreso estadounidense aprobó finalmente una ayuda de 60 mil millones de dólares. El cambio de postura del congresista estadounidense Mike Johnson, un estrecho aliado de Donald Trump que se había opuesto durante mucho tiempo a la ayuda a Ucrania, y la tenue respuesta del propio Trump, dejan entrever un posible cambio de conciencia, posiblemente influido por la nueva inteligencia militar. Mientras tanto, los líderes europeos han intervenido parcialmente, a pesar de las limitaciones derivadas de la fragilidad de su industria de defensa. Figuras como Rishi Sunak, Emmanuel Macron, Georgia Meloni y Olaf Scholz, junto con otros líderes de la UE, han mostrado un firme apoyo a Ucrania, destacado por la firma de acuerdos bilaterales de una década de duración en febrero de 2024. La República Checa ha logrado establecer un programa europeo para la compra de municiones de artillería y tiene previsto entregar los primeros suministros en junio. Impulsada por el ímpetu europeo, la OTAN esta contemplando una iniciativa de cinco años para financiar la adquisición de sistemas de armas y municiones, con un acuerdo alcanzado en abril para desplegar nuevos sistemas de defensa aérea. En 2023, el gasto militar europeo habrá alcanzado los 588 mil millones de dólares, un 62% más que en 2014. Aunque la producción europea de armas y municiones sigue por detrás de la rusa, gradualmente está ganando impulso. En este contexto, cada vez son más las voces que subrayan el error de considerar la guerra en Ucrania de forma aislada, sin tener en cuenta el panorama geopolítico más amplio y la coordinación entre los países de la CRINK. Es probable que este argumento haya resonado entre los miembros más indecisos del Congreso estadounidense. Si Rusia consiguiera imponer su dominio en Ucrania, es muy probable que ello constituyera el primer paso de un inquietante efecto dominó. Empoderados por este triunfo y aprovechando un impulso favorable, otros regímenes autocráticos podrían seguir su ejemplo, embarcándose en acciones similares en territorios que reclaman. El costo de frenar este proceso sería mucho mayor que el de impedir la caída de la primera pieza.

First published in :

The Conversation / France

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Radu Vranceanu

Radu Vranceanu es profesor de economía en ESSEC e investigador asociado en THEMA (CNRS). Tiene un doctorado en economía de la Universidad de París 2 (HDR) y ha desarrollado experiencia en el análisis de ineficiencias informativas y la formación de expectativas, con aplicaciones a la macroeconomía. También participa en la investigación de economía experimental.

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Marc Guyot

Marc Guyot enseña economía en cursos de maestría y educación ejecutiva. Su investigación se centra en la economía de la competencia, la economía de la defensa y la economía del cambio climático. Ha publicado artículos en la Revue française d'économie y en el Journal of Defence Economics con Radu Vranceanu. Con Radu Vranceanu, es autor del libro de texto Économie managériale. Fue director de los programas especializados de gestión de ESSEC de 2002 a 2007. Marc tiene un doctorado en economía del Institut d'Études Politiques de París.

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