Provider of in-depth & balanced analysis on hot issues around the world

En meses recientes, el Mar Rojo ha captado la atención global, particularmente debido a los ataques de los hutíes contra embarcaciones en el estrecho de Bab el-Mandeb, así como al acuerdo entre Etiopía y la autoproclamada República de Somalilandia sobre el acceso al Golfo de Adén, lo que desató una disputa con Somalia. El aumento de las tensiones y las crecientes respuestas militares corren el riesgo de agravar los conflictos en una región altamente volátil. El renovado enfoque en el Mar Rojo, sin embargo, también ofrece una oportunidad para redoblar el compromiso con el multilateralismo y mejorar la acción colectiva necesaria para abordar las amenazas que enfrenta la región. Esta publicación ofrece una visión general de los problemas actuales en la región y las posibles formas de abordarlos, basándose en los resultados de una mesa de discusión en el Foro de Estocolmo sobre Paz y Desarrollo 2024.

La competencia geopolítica en la región del Mar Rojo

El Mar Rojo se ha convertido en un importante punto de tensión para la contienda global y regional, con dinámicas de conflicto locales, regionales y globales profundamente entrelazadas. Las potencias regionales y globales están construyendo bases navales e instalaciones militares alrededor del Mar Rojo para aumentar su capacidad de proyección de poder, avivando las tensiones existentes y agravando los conflictos en curso. Esto ha empeorado las ya graves condiciones humanitarias, contribuyendo a la fragilidad en el Cuerno de África, el Medio Oriente y el norte de África. En Sudán, la competencia entre los estados del Golfo es ampliamente considerada un factor impulsor detrás de la guerra civil. En Somalia y Yemen, las influencias externas han alimentado disputas internas y agravado las tensiones, socavando los esfuerzos de construcción del Estado y ocasionando consecuencias particularmente devastadoras en Yemen. El cambio climático y la disputa por los escasos recursos naturales y productos básicos, como el agua, las tierras agrícolas y el suministro de alimentos, pueden reforzar esta dinámica. Los estados del Golfo, en particular, han invertido miles de millones en agricultura y manufactura en el Cuerno de África en los últimos años para asegurar la producción de alimentos y aprovechar los crecientes mercados laborales de la región.

La inseguridad regional se intensifica

La inseguridad en la región del Mar Rojo alcanzó un punto crítico a principios de 2024, cuando los ataques de los hutíes contra barcos en el Mar Rojo, el Golfo de Adén y el Estrecho de Bab el-Mandeb, en respuesta al conflicto en curso en Gaza, amenazaron aún más la estabilidad regional e internacional, alteraron el comercio y afectaron los mercados globales. En respuesta, Estados Unidos y el Reino Unido llevaron a cabo ataques aéreos contra objetivos en Yemen, mientras que la Unión Europea adoptó un enfoque más defensivo con el lanzamiento de la Operación Aspides para proteger las embarcaciones. Esta escalada retrasó las negociaciones de paz en Yemen, debilitando la frágil confianza necesaria para acordar un alto al fuego prolongado y una hoja de ruta hacia la paz. Los ataques hutíes también agravaron los desafíos humanitarios, interrumpiendo el flujo de bienes esenciales y ayuda humanitaria al Cuerno de África y a la región del Mar Rojo en general, lo que empeoró la escasez y el sufrimiento humano. En Sudán, alrededor de 26 millones de personas, más de la mitad de la población, sufren de inseguridad alimentaria aguda. En Yemen, aproximadamente 22 millones de personas necesitan asistencia humanitaria, con alrededor de 17 millones enfrentando inseguridad alimentaria aguda. La inestabilidad en ambas costas también ha aumentado la migración a través del Mar Rojo. El número de migrantes del Cuerno de África que llegan a Yemen casi se ha triplicado en los últimos años, con decenas de miles haciendo la peligrosa travesía anualmente en busca de mejores oportunidades económicas. Además, el aumento de la piratería frente a la costa de Somalia ha exacerbado la inseguridad regional, con informes de coordinación entre los hutíes y el grupo armado Al-Shabaab en el Cuerno de África, aumentando el riesgo de tráfico de personas y la migración forzada.

Oportunidades para fortalecer el multilateralismo, la cooperación y la acción colectiva

Las barreras para una cooperación efectiva en la región del Mar Rojo son significativas, pero no insuperables. Las rivalidades históricas y la inestabilidad política han erosionado la confianza entre los países de la región, y las diversas prioridades e intereses estratégicos de estos países complican la colaboración. A pesar de estos desafíos, la región tiene un inmenso potencial para el crecimiento y el desarrollo. La ubicación estratégica y los recursos de los países en ambas costas, si se aprovechan de manera constructiva y colectiva, podrían impulsar la prosperidad económica y la estabilidad regional. Sin embargo, la región solo podrá aprovechar su potencial y acelerar el desarrollo socioeconómico a través de un crecimiento inclusivo, la innovación y el abordaje de los desafíos de desarrollo que han perdurado por mucho tiempo. En este sentido, priorizar la integración económica y regional es crucial para desbloquear el vasto potencial de la región. De hecho, la proximidad geográfica entre el Cuerno de África y Yemen, a través del estrecho de Bab el-Mandeb, ha dado lugar a iniciativas como el Puente de los Cuernos, propuesto en 2007 entre Yibuti y Yemen, que representaba una visión audaz para una región más integrada, pacífica y próspera. Aunque el proyecto no se materializó, es un símbolo del potencial para la creación de lazos económicos, culturales y políticos profundos y mutuamente beneficiosos en toda la región del Mar Rojo. Aunque actualmente no existen mecanismos o foros operativos generales para la cooperación multilateral en la región, la creación en 2020 del Consejo del Mar Rojo - formalmente el Consejo de Estados Árabes y Africanos costeros del Mar Rojo y el Golfo de Adén - podría llenar este vacío. Una vez que esté operativo, podría ayudar a mitigar las tensiones y fomentar la cooperación hacia una visión compartida para la región.

De cara al futuro

Existen varias áreas en las que una mayor cooperación es alcanzable y podría beneficiar a la región del Mar Rojo en su conjunto. Por ejemplo, el establecimiento de patrullas costeras conjuntas y mecanismos de intercambio de información podría mejorar significativamente la seguridad marítima y combatir la piratería, el contrabando y el terrorismo a lo largo del vital corredor marítimo. Desarrollar acuerdos comerciales regionales y proyectos de infraestructura podría impulsar el crecimiento económico y la interdependencia, reduciendo la probabilidad de conflictos. Los esfuerzos colaborativos para abordar el cambio climático, gestionar los recursos hídricos compartidos y proteger los ecosistemas marinos podrían promover la sostenibilidad y reducir las tensiones relacionadas con los recursos naturales. La coordinación de respuestas humanitarias y programas de desarrollo podría abordar las causas fundamentales de la inestabilidad, como la pobreza, la inseguridad alimentaria y el acceso deficiente a la educación y a la atención médica. Finalmente, establecer plataformas para el diálogo y la mediación podría ayudar a resolver disputas de manera pacífica, evitando la escalada de conflictos. Al centrarse en estas áreas, los países de la región del Mar Rojo podrían avanzar hacia un futuro más cooperativo, estable y próspero. Fortalecer la cooperación a través de marcos multilaterales sólidos es vital para abordar los factores que sustentan la inseguridad regional, así como para promover el desarrollo sostenible. Las soluciones regionales deben ser lideradas por la propia región, en lugar de depender de entidades externas cuyas prioridades y recursos están actualmente enfocados en otros lugares. Los países de ambas costas del Mar Rojo deben verse entre sí como socios para alcanzar objetivos comunes y lograr estabilidad, priorizando la cooperación para conectar de manera efectiva sus necesidades e intereses. Como señala el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, en la ‘New Agenda for Peace’, reconstruir el consenso en torno a normas compartidas y desarrollar nuevas formas para que los estados actúen cooperativamente es crucial para abordar los desafíos colectivos y alcanzar objetivos comunes.