Defense & Security
Mareas cambiantes: La estrategia evolutiva de la OTAN y los crecientes desafíos de seguridad en el Mar Báltico
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First Published in: Oct.04,2024
Nov.11, 2024
Poco conocido para muchos, el entorno de seguridad a lo largo del Báltico es una de las áreas marítimas potencialmente más volátiles del mundo. Los recientes acontecimientos, especialmente la incorporación de Finlandia y Suecia a la OTAN, han resultado en un aumento de actividades militares y de recopilación de inteligencia, así como de operaciones en la zona gris, tanto por parte de la OTAN como de Rusia, en dichas costas. Una idea central en cualquier evaluación actual de esta ubicación es el cambio significativo en las últimas décadas en muchos aspectos críticos. Por un lado, la geografía política ha cambiado radicalmente. En 1990, Alemania y Dinamarca eran los únicos miembros de la OTAN en toda la región. Decir que la estrategia de seguridad carecía de cierta alineación sería quedarse corto. Incluso después de la caída de la Cortina de Hierro, socios clave en seguridad como Alemania y Polonia adoptaron enfoques diametralmente opuestos en su estrategia hacia Rusia. La política exterior alemana, durante años, involucró a sectores políticos rusos, así como a la sociedad en general, desarrollando estrechos vínculos económicos y políticos. La cooperación energética, concretamente, se convirtió en un pilar de las políticas de Berlín[1]. Con un marcado contraste, Polonia adoptó una postura cautelosa y a menudo adversarial hacia Rusia, influenciada por conflictos históricos y preocupaciones sobre la seguridad regional. Además, consciente de los riesgos de depender de la energía rusa, Polonia invirtió en fuentes alternativas, como la terminal de Gas Natural Licuado (GNL) en Świnoujście y promovió el proyecto ‘Baltic Pipe’ para importar gas natural desde Noruega a través de Dinamarca[2]. Siguiendo el consenso internacional general, el cambio de postura hacia Rusia después de 2022 ha ayudado a alinear las estrategias de los países europeos en el Báltico y ha dado un impulso sin precedentes a la cooperación en seguridad y al fortalecimiento de los lazos políticos y militares en la región. La decisión de Suecia y Finlandia de abandonar su postura semi-neutral de décadas significa que no solo Alemania, sino todo el continente europeo, reconoce ahora la postura agresiva de Rusia en la región del Báltico. Se buscó la membresía en la OTAN y la Política Común de Seguridad y Defensa de la UE comenzó a inclinarse hacia otros escenarios, como el Mar Báltico, que quizás habían sido pasados por alto en análisis previos. El cambio en la política de seguridad en Europa, como algunos expertos lo han llamado, ha tenido un “giro hacia el Este”[3].
Aunque otros responsables políticos recién ahora se ponen al día con la importancia crucial de esta región para Moscú, los estados bálticos están mucho más familiarizados con la naturaleza de las ambiciones rusas, las realidades de la guerra híbrida y la atención crítica que Rusia presta a las rutas marítimas para su economía y fuerzas militares. Estos territorios albergan salidas primordiales para el petróleo y gas, así como para bienes de consumo, a través de los puertos de Primorsk o San Petersburgo; quizá de manera aún más crítica, también son hogar del enclave de Kaliningrado, base de la Flota del Báltico rusa y su arsenal nuclear[4]. Con las tensiones fronterizas con Polonia y Lituania en aumento cada mes, la feroz intención rusa de defender la libertad de paso hacia Kaliningrado es, tal vez, el ejemplo más evidente de la lucha de Moscú por el control del Báltico. La geografía del Báltico podría estar sirviendo a los intereses rusos, como afirman algunos expertos. Acciones no muy distintas a una demostración limitada de fuerza, o meros ejercicios militares sobre “trozos simbólicos de territorio, como una isla en el golfo de Finlandia o una zona despoblada justo al otro lado de la frontera con Rusia”, podrían instrumentalizarse para dividir la opinión pública sobre la estrategia o incluso la posibilidad de una respuesta de la OTAN ante tal acto[5]. Operaciones en la zona gris como estas, quizás evocadoras de la invasión de Crimea en 2014, fácilmente se convierten en una carga para la credibilidad internacional de actores como Estados Unidos y podrían reducir rápidamente el apoyo general a la postura de seguridad occidental en el Báltico. El desafío planteado por Rusia es heterogéneo. Muchas acciones distintas en la última década han sido interpretadas por algunos como preludios parciales de posibles invasiones. Las maniobras relacionadas con ejercicios militares y rutas de unidades aéreas y navales, la constante presencia de actividades submarinas ilegales, así como el uso de “flotas fantasma” de buques cisterna que potencialmente podrían emplearse como armas ambientales, son solo algunos ejemplos de la agresiva postura de Moscú.
A pesar de los desafíos del escenario de seguridad actual, también debe decirse que las posiciones de la OTAN en el Báltico son ahora mucho más sólidas que hace un par de años[6]. La nueva incorporación de Finlandia y Suecia, así como el cambio táctico general en la política de seguridad, significan que la Alianza ahora puede ejercer su superioridad aérea, control de rutas marítimas y canales logísticos de manera mucho más efectiva. Las misiones de Presencia Avanzada Reforzada en los estados bálticos ahora enfrentan a las fuerzas terrestres rusas con posturas, moral y equipo muy distintos, debido a las tensiones impuestas por el conflicto en Ucrania. Capacidades como los recursos antisubmarinos, las contramedidas contra minas o los grupos operativos anfibios tienen ahora una presencia más amplia y avanzada en el Báltico; también se espera que el puerto de Gotemburgo sea el principal punto de envío para las fuerzas de la OTAN en la región. Debido a la realidad de la guerra híbrida en la región, junto con las vulnerabilidades de las naciones del Mar Báltico (ciberataques, sabotaje de infraestructura submarina, ataques a gasoductos y cables de comunicación), la hostilidad de Rusia probablemente seguirá siendo una preocupación principal para la OTAN en el futuro cercano. Se espera que la agresión de Moscú hacia la soberanía, seguridad e intereses económicos de Occidente continúe, aunque solo sea a través de ejemplos “menos evidentes” de operaciones como las de desinformación o el respaldo a grupos políticos marginales, por nombrar solo un par[7]. Las desventajas geográficas y energéticas inherentes que enfrenta actualmente Rusia no significan que el Mar Báltico esté bajo el control total de la OTAN. La diversidad de capacidades y tácticas agresivas disponibles para Moscú implica que podrían, con poca preparación adicional, atacar activos navales o terrestres de la Alianza. Los activos submarinos y de colocación de minas de Rusia, por ejemplo, continúan siendo una preocupación de mucho tiempo, y puede ser difícil disuadirlos, incluso si se implementan contramedidas tecnológicas efectivas e innovadoras en el Báltico. Los puntos estratégicos de estrangulamiento de la región, bajo las consideraciones ambientales o geográficas relevantes, no serán fácilmente evitados por ninguna de las partes. El inicio del uso operativo de vehículos de superficie no tripulados (USV, en inglés) o submarinos no limitará la capacidad de disrupción de la OTAN ni de Rusia.
El aumento de inversiones e interés político en la seguridad del Báltico es una situación favorable; sin embargo, deberá sostenerse en los próximos años. Los desafíos que enfrentan las fuerzas ucranianas en cuanto a ayuda militar o financiera internacional siguen siendo un claro recordatorio de la rápida pérdida de relevancia de los más graves conflictos geopolíticos en las salas de redacción y gabinetes políticos de todo el mundo. La clave para la defensa de la paz en el Báltico parece residir en el sólido respaldo de la OTAN para garantizar la libertad del tráfico marítimo. Esto, a su vez, prueba la validez de las medidas y recursos de seguridad en la zona, al tiempo que envía un mensaje claro a otras naciones de que las líneas de suministro, tanto en términos militares como comerciales, seguirán siendo respaldadas. Las preocupaciones reales por la seguridad de las rutas marítimas en las zonas más orientales del mar implican que la dependencia de las capacidades marítimas y aéreas de las fuerzas de la Alianza permanecen. Por ello, se siguen pidiendo mayores esfuerzos para coordinar, expandir y entrenar a las diferentes fuerzas nacionales en la región. Y no solo eso, como han demostrado las tácticas de maskirovka (un término militar ruso que se refiere a las medidas para engañar a los adversarios sobre las capacidades, intenciones y operaciones militares) a las que el Estado Mayor Militar ruso ha recurrido una y otra vez, persiste el temor de ataques limitados, de corto alcance y en escenarios de zona gris como otra posibilidad tangible. Una operación de este tipo, un escenario increíblemente delicado para tensiones internacionales adicionales e incluso acciones militares, claramente explotaría las capacidades de las tropas anfibias rusas, bien preparadas para operaciones de “salto estratégico” (“’island-hopping’”, en inglés), operaciones con pequeños escuadrones encubiertos en un territorio bien conocido para ellos. La OTAN, fortalecida como se ve hoy en día, necesariamente deberá promover mejoras adicionales en la política de seguridad para el mar Báltico. Mecanismos de defensa, como el desarrollo de fuerzas territoriales, el fortalecimiento de la voluntad de lucha en las naciones bálticas o los esfuerzos continuos para garantizar la superioridad de las fuerzas en el ámbito aéreo y naval, deberán mantener su trayectoria. Al final, solo el tiempo dirá si el Báltico llegará a ser un ejemplo ante la creciente agresión rusa en otros lugares.
[1] Westgaard, K. “The Baltic Sea Region: A Laboratory for Overcoming European Security Challenges”. Carnegie Endowment Research. 2023. Available at: https://carnegieendowment.org/research/2023/12/the-baltic-sea-region-a-laboratory-for-overcoming-european-security-challenges?lang=en [2] European Commission . “Inforegio - New Liquefied Natural Gas Terminal Improves Energy Supply and Security in Poland.” Europa.eu, 2021, ec.europa.eu/regional_policy/en/projects/poland/new-liquefied-natural-gas-terminal-improves-energy-supply-and-security-in-poland. [3] Erlanger, S. “Ukraine War Accelerates Shift of Power in Europe to the East”. The New York Times. January 26th, 2023. Available at: https://www.nytimes.com/2023/01/26/world/europe/eu-nato-power-ukraine-war.html [4] Messmer, M. “The Baltic Sea is far from a ‘NATO lake’ – the alliance must strengthen its defences”. Chatham House Comments. 2024. Available at: https://www.chathamhouse.org/2024/04/baltic-sea-far-nato-lake-alliance-must-strengthen-its-defences [5] Lucas, E. et al. “Sea Change: Nordic-Baltic Security in a New Era”. CEPA Comprehensive Reports. 2024. Available at: https://cepa.org/comprehensive-reports/sea-change-nordic-baltic-security-in-a-new-era/ [6] Wills, S. “BALTOPS 24 in a Contested NATO Lake”. Center for Maritime Strategy. 2024. Available at: https://centerformaritimestrategy.org/publications/baltops-24-in-a-contested-nato-lake/ [7] Savitz, S. & Winston, I. “A Brief Naval Overview of the Baltic Sea Region”. RAND Corporation Expert Insights. June 2024. Available at: https://www.rand.org/pubs/perspectives/PEA2111-1.html#document-details
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Pablo tiene una Doble Licenciatura en Relaciones Internacionales y Derecho de la Universidad de Deusto en Bilbao, España. Durante el tercer año de sus estudios universitarios, tuvo la oportunidad de estudiar un semestre en la Escuela Superior de Economía de Moscú y, en el último año, colaborar en la elaboración del Plan Estratégico 2030 para su ciudad natal, San Sebastián. Sus intereses incluyen la competencia entre grandes potencias, la seguridad del espacio exterior y el espacio postsoviético, pero como tiene una mente intrínsecamente curiosa, siempre está aprendiendo sobre diferentes subcampos.
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