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Defense & Security

La pausa en la ayuda ha generado incertidumbre en la planificación militar de Ucrania, cambiando para siempre su estrategia de guerra

Suministro militar y entrega de armas estadounidenses para Ucrania. Caja de armas con banderas de Estados Unidos y Ucrania. ilustración 3d

Image Source : Shutterstock

by Benjamin Jensen

First Published in: Mar.07,2025

Mar.17, 2025

La guerra es un juego de números. Cada bando debe reunir los suministros, tropas y poder de fuego necesarios para mantener la lucha, detener los avances del enemigo y, con suerte, salir victorioso. Pero también es un juego de incertidumbre. Durante los últimos tres años, los estrategas militares de Ucrania han tenido que abordar cada batalla con cálculos fríos: ¿Cuánta munición queda? ¿Cuántos interceptores de defensa aérea pueden dispararse hoy sin quedarse cortos mañana? ¿Tenemos suficientes hombres y equipo para avanzar o mantener la posición? Pero ahora, con la asistencia militar de EE. UU. en pausa y el apoyo europeo limitado por realidades económicas, esa incertidumbre está aumentando. Como experto en guerra, sé que esto no es solo un problema logístico, sino también estratégico. Cuando los comandantes no pueden prever los recursos disponibles en el futuro, se ven obligados a tomar menos riesgos, priorizar la defensa sobre la ofensiva y prepararse para los peores escenarios. En la guerra, la incertidumbre no solo limita las opciones; moldea todo el campo de batalla y el destino de las naciones.

Trump ordena una pausa

El 3 de marzo de 2025, el presidente Donald Trump anunció la suspensión de toda la ayuda militar de EE. UU. a Ucrania. La decisión se tomó tras una tensa reunión en la Oficina Oval entre el mandatario estadounidense y Volodímir Zelenski, después de la cual Trump declaró que el líder ucraniano “no está listo para la paz”. Dos días después, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), John Ratcliffe, anunció que Washington también estaba pausando el intercambio de inteligencia y ordenó a aliados clave, como el Reino Unido, limitar la información que comparten con Kiev. El asesor de seguridad nacional, Michael Waltz, vinculó la pausa con las negociaciones en curso entre EE. UU. y Ucrania, afirmando que el suministro de armas y el intercambio de inteligencia se reanudarán una vez que Ucrania acuerde una fecha para iniciar conversaciones de paz con Rusia.

Un proveedor clave de armas

Cualquier pausa, sin importar su duración, afectará a Ucrania. Desde la invasión rusa en 2022, EE. UU. ha sido el mayor proveedor de asistencia militar para Kiev, seguido por la Unión Europea. Si bien el nivel de apoyo ha sido objeto de debate — frecuentemente influenciado por cómo se calculan las donaciones de equipos a través de la ‘presidential drawdown authority’ (una facultad que permite al presidente utilizar inventarios del Departamento de Defensa) — EE. UU. ha entregado indudablemente sistemas de armas clave y una amplia variedad de municiones. Aunque esta asistencia ha reducido los inventarios militares estadounidenses, también ha permitido a Washington invertir en su industria de defensa y expandir la producción de armas. Por otro lado, aunque Europa ha comenzado a aumentar su gasto en defensa, los países de la UE enfrentan un crecimiento económico estancado y límites en su capacidad de endeudamiento para invertir en sus propias fuerzas armadas, y aún menos en Ucrania. Esto convierte a EE. UU. en un socio clave para Ucrania durante al menos los próximos dos años, mientras Europa expande su capacidad militar. Estas condiciones afectan la planificación de las campañas militares ucranianas. Los estrategas en Kiev deben equilibrar sus predicciones sobre la fuerza y las posibles acciones del enemigo con una evaluación de sus propios recursos. Este cálculo de guerra ayuda a determinar dónde atacar y dónde defenderse. La incertidumbre distorsiona estos análisis. Cuanto menos seguro esté un mando militar sobre su base de recursos, más arriesgadas se vuelven las maniobras ofensivas. Es en medio de esta niebla de incertidumbre donde cualquier pausa en la asistencia influye en el desarrollo de la guerra en Ucrania y en el poder de negociación de todas las partes en la mesa de diálogo.

Un nuevo mundo incierto

La Casa Blanca ha indicado que la pausa en la ayuda militar y el intercambio de inteligencia se levantará una vez que se fije una fecha para las negociaciones de paz. Sin embargo, incluso si EE. UU. reanuda el envío de armas e información, los generales ucranianos tendrán que librar el resto de la guerra con la certeza de que su mayor aliado puede cortar el suministro cuando le convenga. Y las consecuencias de este nuevo mundo incierto se sentirán en el campo de batalla. Ucrania ahora enfrenta un dilema brutal: estirar sus limitados recursos para mantener una defensa activa en todo el frente, o consolidar fuerzas, ceder terreno y asumir los costos políticos de intercambiar territorio por tiempo. El suministro material ha determinado el ritmo de las operaciones a lo largo de la guerra. Cuando Moscú cree que Kiev tiene escasez de municiones, intensifica sus ataques. De hecho, las principales ganancias rusas en el este de Ucrania en 2024 coincidieron con períodos críticos de desabastecimiento. Rusia ha aprovechado su ventaja en artillería, disparando hasta 20 proyectiles por cada uno disparado por Ucrania, y su superioridad aérea para avanzar al norte y oeste de la estratégica ciudad de Avdiivka. De cara a las líneas del frente en 2025, Rusia podría utilizar cualquier pausa en el suministro para reforzar sus operaciones ofensivas, que abarcan desde Jersón, en el sur de Ucrania, hasta Járkov, en el norte, además de sus intentos por expulsar a las unidades ucranianas de la región rusa de Kursk. Esto significa que Ucrania tendrá que decidir dónde mantener sus posiciones y dónde ejecutar acciones estratégicas de repliegue para desgastar a las fuerzas rusas. Intercambiar territorio por tiempo es una táctica militar antigua, pero conlleva enormes costos políticos cuando el terreno en juego es tu propio territorio soberano. Por lo tanto, la lógica militar de las acciones de repliegue genera riesgos políticos en Ucrania, ya que mina la moral civil y debilita el apoyo a la gestión de la guerra por parte del gobierno.

Una terrible elección

Este dilema determinará dónde y cómo Ucrania enfocará sus esfuerzos en el campo de batalla. Primero, las operaciones de ataque de largo alcance contra Rusia serán cada vez menos viables. Cada dron que impacta una refinería en Rusia es un proyectil menos que puede frenar un avance ruso en el Donbás o un contraataque en Kursk. Ucrania tendrá que reducir la complejidad de su campaña defensiva y replegarse a líneas más profundas dentro de su propio territorio. Segundo, Rusia no solo combate en el campo de batalla, sino que utiliza una campaña aérea coercitiva para ganar ventaja en la mesa de negociaciones. Con la ayuda militar de EE. UU. en pausa, Moscú tiene una gran oportunidad para intensificar sus ataques contra ciudades e infraestructura ucranianas, obligando a Kiev a tomar decisiones difíciles: defender sus líneas del frente o proteger su centro de poder político. Desde Vietnam hasta Ucrania, el poder aéreo ha sido una herramienta clave en las negociaciones. El presidente Richard Nixon bombardeó Vietnam del Norte para forzar concesiones. Rusia podría hacer lo mismo con Ucrania. En este contexto, Moscú podría intensificar su campaña de misiles y drones contra ciudades e infraestructura ucranianas, debilitando las defensas y ejerciendo presión psicológica y económica. Y dado que Kiev depende de la asistencia occidental, incluyendo inteligencia y sistemas de defensa aérea como los misiles Patriot fabricados en EE. UU., esta estrategia coercitiva podría ser efectiva. Como resultado, Ucrania podría enfrentarse a una terrible decisión: concentrar sus defensas aéreas limitadas en activos militares clave para proteger el frente de batalla o en su centro político en Kiev. Si las tasas de interceptación de misiles y drones rusos disminuyen, esto podría llevar a un avance ruso en el frente o a un aumento de muertes civiles, lo que incrementaría la presión interna sobre los negociadores ucranianos.

La incertidumbre reina

El verdadero problema para Ucrania de cara al futuro es que, incluso si EE. UU. reanuda el apoyo y el intercambio de inteligencia, el daño ya está hecho. La incertidumbre, una vez introducida, es difícil de eliminar. Aumenta la posibilidad de que los líderes ucranianos acumulen municiones para reducir el riesgo de futuras pausas, en lugar de utilizarlas para llevar la lucha a Rusia. Y con una capacidad de decisión en el campo de batalla cada vez más limitada, los estrategas militares ucranianos se verán obligados a optar por la opción menos desfavorable para mantener la línea hasta que se negocie una paz duradera.

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The Conversation

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Benjamin Jensen

 

Benjamin Jensen es profesor adjunto de Hurst y ha impartido y ayudado a desarrollar cursos sobre paz, resolución de conflictos, política exterior y estrategia en la UA desde 2006. Fuera de la UA, es investigador principal de la guerra futura, juegos y estrategia en el Programa de Seguridad Internacional del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) y profesor de estudios estratégicos en la Escuela de Guerra Avanzada de la Universidad del Cuerpo de Marines. El Dr. Jensen ha pasado la última década investigando el carácter cambiante de la violencia política, la tecnología y la estrategia. Ha trabajado con la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA), el Laboratorio de Guerra del Cuerpo de Marines, la OTAN, el Ejército de los EE. UU. y una variedad de agencias y fundaciones gubernamentales para desarrollar juegos de guerra y ejercicios basados ​​en escenarios que exploran estrategia, análisis de defensa, respuesta a crisis, planificación militar y emergencias complejas.

Más allá de las cuestiones tradicionales de defensa y seguridad, apoyó a la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) en el desarrollo de un marco de evaluación de la seguridad humana y un manual de equipo rojo para analistas de alerta temprana y profesionales del desarrollo. Es autor de cuatro libros, incluido el de próxima aparición Información en guerra: innovación militar, redes de batalla y el futuro de la inteligencia artificial (Georgetown University Press, 2022), Estrategia militar en el siglo XXI: personas, conectividad y competencia (Cambria, 2018), Estrategia cibernética: el carácter evolutivo del poder y la coerción (Oxford University Press, 2018) y Forging the Sword: Doctrinal Change in the U.S. Army (Prensa de la Universidad de Stanford 2016). Más recientemente, se desempeñó como director senior de investigación y autor principal de la Comisión del Solarium del Ciberespacio de EE. UU.

Ha recibido el apoyo de múltiples fundaciones y agencias gubernamentales, incluida la Oficina de Investigación Naval, la Iniciativa OSD Minerva, la Fundación Hewlett, la Corporación Carnegie de Nueva York, el Instituto Charles Koch, la Fundación Smith Richardson y el Centre national de la recherche scientifique (Centro Nacional Francés de Investigación Científica). Es alumno del Taller Basin Harbor del Centro Philip Merrill de Estudios Estratégicos, de la Iniciativa Bridging the Gap y de la Academia Estadounidense de Educación Estratégica.

El Dr. Jensen se graduó de la Universidad de Wisconsin-Madison y recibió su maestría y doctorado de la Escuela de Servicio Internacional de la Universidad Americana, así como una maestría de la Universidad Nacional de Inteligencia.

Es un oficial de reserva en el ejército de los EE. UU. con cuatro movilizaciones que ha comandado desde el nivel de pelotón hasta el de batallón y ha defendido múltiples equipos rojos y organizaciones conjuntas de inteligencia vinculadas a Afganistán y Ucrania.

 

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