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Energy & Economics

El regreso de Japón a la energía nuclear civil refleja el pragmatismo del gobierno

Centrales nucleares en Japón, representación 3D aislada sobre fondo blanco

Image Source : Shutterstock

by Gauthier Mouton

First Published in: May.04,2025

May.12, 2025

Catorce años después del incidente de Fukushima, y ante una crisis energética, tensiones geopolíticas y metas de descarbonización, Japón relanza la energía nuclear.

El incidente en la central nuclear de Fukushima Dai-ichi (Fukushima I), ocurrido el 11 de marzo de 2011, parece ya un recuerdo lejano. A partir de ahora, Japón se ha comprometido al “máximo aprovechamiento” de la energía nuclear, como se establece en el 7º Plan Estratégico de Energía, adoptado el 18 de febrero de 2025 por el gobierno japonés. Esto representa un giro de 180 grados respecto al plan anterior de 2021, el cual buscaba reducir significativamente la dependencia de la energía atómica. Japón, pionero en Asia en este ámbito, conectó por primera vez una planta nuclear a su red eléctrica en 1966 (¡11 años antes que Corea del Sur y 35 años antes que China!). ¿Entonces, por qué Tokio vuelve a apostar por la energía nuclear? Además del objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el aumento de los precios del gas debido a la guerra en Ucrania hace que la energía nuclear sea una opción más atractiva para Japón, un país que importa el 90% de sus necesidades energéticas. Según un informe publicado en enero de 2025 por la Agencia Internacional de Energía (AIE), la electricidad generada por energía nuclear alcanzará niveles récord este año, representando poco menos del 10% de la producción mundial. Este crecimiento está impulsado por la electrificación de usos y sectores como los vehículos eléctricos y los centros de datos. Con el auge de la inteligencia artificial, la AIE predice que las necesidades eléctricas de los centros de datos podrían duplicarse para 2030, lo que en parte justifica la decisión de Japón de reactivar la energía nuclear. A nivel interno, la opinión pública y los cambios en el panorama político japonés ofrecen más pistas para entender esta reorientación. Japón también apuesta por la energía nuclear para mantenerse en la competencia geoeconómica global por la energía.

Garantías del gobierno

La liberación de agua contaminada de la central nuclear de Fukushima al Océano Pacífico el 24 de agosto de 2023 ha agravado las relaciones vecinales en Asia Oriental. Aunque el proyecto fue aprobado por el Organismo Internacional de Energía Atómica, el vertido de más de 1.3 millones de metros cúbicos de agua tritiada provocó un fuerte rechazo en Corea del Sur y una dura reacción por parte de China, que suspendió todas las importaciones de mariscos japoneses por más de un año. ¿Realmente son seguras estas aguas contaminadas? Inmediatamente después del colapso de los tres reactores, el objetivo más urgente fue enfriar el corio — una mezcla de combustible y metal fundido — con agua de mar. Sin embargo, el tratamiento químico del agua recuperada elimina casi todos los radionúclidos, con excepción del tritio. Desde 2011, el gobierno japonés ha estado investigando las repercusiones sanitarias del accidente, cuyos resultados son monitoreados por el Instituto de Protección Radiológica y Seguridad Nuclear. De los millones de muestras tomadas entre 2011 y 2019, menos del 1% superó el límite de 1,000 Bq/kg, en línea con los estándares de la Organización Mundial de la Salud. El Ministerio del Medio Ambiente también ha establecido un sitio de almacenamiento provisional para los desechos más contaminados, en Okuma y Futaba, con operación prevista hasta 2045.

Comprendiendo el riesgo nuclear

Los accidentes en plantas nucleares como la de Three Mile Island (1979) y Chernóbil (1986) fueron resultado de errores humanos, característicos de lo que Ulrich Beck describe como la sociedad del riesgo. Fukushima, sin embargo, fue causado por un terremoto seguido de un tsunami. A pesar de la construcción de muros anti-tsunami, la amenaza de desastres naturales persiste, como lo demostró el terremoto de Noto del 1 de enero de 2024. En uno de los países con mayor actividad sísmica del mundo, la opinión pública sobre el riesgo nuclear ha evolucionado considerablemente en los últimos diez años. Mientras que en 2013 solo el 22% de los japoneses apoyaba la reactivación de las plantas nucleares, la encuesta más reciente, realizada en febrero de 2023 por el principal diario nacional, ‘Asahi Shimbun’, mostró que el 51% de los japoneses ahora está a favor del regreso a la energía nuclear.

Un escenario político sin precedentes

Las elecciones parlamentarias anticipadas de octubre de 2024 obligaron a los partidos a clarificar sus posturas sobre el papel del átomo en la generación de energía del archipiélago. El primer ministro Shigeru Ishiba, con la intención de fortalecer la influencia del Partido Liberal Democrático (PLD), convocó las elecciones, pero estas resultaron en un desastre electoral. Por primera vez desde 2009, el PLD y su aliado de centroderecha, el partido Komei, dejaron de ser la principal coalición gobernante. Esta crisis política reveló las diferencias dentro del bloque PLD-Komei en torno a la estrategia energética. El conservador PLD aboga por “maximizar el uso” de las plantas nucleares y desarrollar nuevos reactores, mientras que su aliado promueve una sociedad no dependiente de la energía atómica. Antes de las elecciones, la carrera por la candidatura del PLD ya había puesto en evidencia los giros de postura de algunos rivales previamente antinucleares de Shigeru Ishiba. El principal grupo opositor, el Partido Democrático Constitucional, liderado por el popular exprimer ministro Yoshihiko Noda, reconoce la necesidad de mantener cierta capacidad nuclear en el corto plazo, pero descarta la construcción de nuevas plantas. Otros grupos, como el Partido Popular y el Partido de la Innovación de Japón, defienden el reinicio de las plantas existentes y la modernización del parque nuclear. Finalmente, el Partido Comunista Japonés y varios pequeños grupos ecologistas siguen firmemente opuestos a la energía nuclear. Sin embargo, detrás de esta fragmentación ideológica en la Dieta Nacional [órgano legislativo], todos coinciden en la urgencia de avanzar en la transición energética de Japón.

Descarbonizar sin perder competitividad

Además del objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 73% para 2024 en comparación con 2013, Japón también se ha fijado una meta ambiciosa: lograr que entre el 20% y el 22% de su matriz energética provenga de la energía nuclear para 2030. Sin embargo, con solo 14 reactores actualmente en funcionamiento, el país no cuenta con la capacidad suficiente para alcanzar esa meta. La construcción de nuevas plantas nucleares puede tardar décadas, y el reinicio de reactores existentes también toma varios años. Lejos de la central nuclear de Bataan, en Filipinas, conocida por su condición de “central fantasma”, el sureste asiático representa un mercado en rápido crecimiento para la energía nuclear. Indonesia, por ejemplo, ha presentado planes para construir 20 nuevas plantas nucleares para 2036, enfocándose en reactores modulares pequeños, que son más seguros, económicos y rápidos de construir. Vietnam, por su parte, ha firmado acuerdos de cooperación con Japón. Estos proyectos están transformando el panorama energético en el sureste asiático y destacan la creciente competencia geoeconómica. Además de la generación de electricidad, Japón ve la energía nuclear como un vector de innovación tecnológica y, por tanto, como una palanca de influencia para sus empresas en esta región de alto potencial. Por ejemplo, en julio de 2023, Mitsubishi Heavy Industries fue designada para liderar un programa de reactores rápidos enfriados por sodio. Pero evitemos cualquier tipo de “sensacionalismo” sobre el regreso del átomo a Japón, ya que su matriz energética sigue siendo en gran medida dependiente del carbono (petróleo: 38%; carbón: 26%; gas natural: 21%; nuclear: 5.8%). Este giro no representa un cambio de paradigma, sino que forma parte de una tendencia global, especialmente en Asia, donde se concentran tres cuartas partes de los reactores en construcción. Los desafíos que enfrenta el archipiélago son numerosos: limitaciones geográficas, un modelo económico intensivo en energía y un contexto geopolítico desfavorable que incrementa la inseguridad energética. Por ello, la decisión del gobierno japonés de reactivar la energía nuclear refleja una forma de pragmatismo.

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Gauthier Mouton

Gauthier Mouton, doctor en Ciencias Políticas (UQAM), es profesor e investigador en el Instituto de Estudios Políticos de Lyon (Sciences Po Lyon), donde dirige el programa de diplomatura de la institución sobre Estudios del Lejano Oriente Contemporáneo. Después de estudiar derecho público y ciencias políticas, obtuvo una maestría en Relaciones Internacionales (vía de investigación) de la Universidad de París 1 Panthéon-Sorbonne. Sus intereses de investigación incluyen la geopolítica de China, las rivalidades de poder en el Indo-Pacífico por los hidrocarburos y los recursos minerales, así como cuestiones de transición energética desde una perspectiva comparada.

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