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Ucrania está perdiendo la guerra y Occidente se enfrenta a una dura disyuntiva: ayudar ahora o enfrentarse a una Rusia renaciente y agresiva
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First Published in: Apr.17,2024
May.20, 2024
Ucrania está experimentado un nivel de amenaza existencial únicamente comprable con la situación inmediata posterior a la invasión rusa a gran escala de febrero de 2022. Pero a diferencia de entonces, es poco probable que se produzcan mejoras, al menos no pronto. Según el comandante en jefe ucraniano, Oleksandr Syrskyi, no sólo han empeorado significativamente las condiciones a lo largo de la línea del frente, sino que la posibilidad misma de una derrota ucraniana ahora es discutida públicamente por personas como el excomandante del Comando de Fuerzas Conjuntas del Reino Unido, el general Sir Richard Barrons. Barrons declaró a la BBC el 13 de abril que Ucrania podría perder la guerra en 2024 “porque Ucrania puede llegar a sentir que no puede ganar... Y cuando llegue a ese punto, ¿por qué querrá la gente seguir luchando y muriendo, sólo para defender lo indefendible?” Puede que sea su forma de intentar presionar a Occidente para que proporcione más ayuda militar a Ucrania con mayor rapidez. Sin embargo, el hecho de que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, acepte públicamente que para poner fin a la guerra Ucrania tendrá que negociar con Rusia y decidir “qué tipo de compromisos están dispuestos a hacer” es un claro indicio de que las cosas no van bien para Ucrania. Hay varias razones para lo que parece ser una narrativa cada vez más derrotista. La primera es el empeoramiento de la situación en el frente, donde Ucrania carece tanto de poder humano como de equipo y municiones para mantener la línea contra Rusia. Esto no cambiará pronto. La nueva ley de movilización ucraniana acaba de ser aprobada. Llevará tiempo entrenar, desplegar e integrar a las nuevas tropas en el frente. Al mismo tiempo, la economía rusa ha sido resiliente a las sanciones occidentales y ha experimentado un crecimiento impulsado por la guerra. Además de los suministros de Irán y Corea del Norte, China ha suministrado tecnología de doble uso, incluidos componentes eléctricos y herramientas para la fabricación de armas. Moscú también ha conseguido producir gran parte de su propio equipo y munición. Gran parte se fabrica en instalaciones fuera del alcance de las armas ucranianas. Esto no quiere decir que toda vaya bien con los reabastecimientos rusos, pero son superiores a lo que Ucrania puede gestionar por sí sola en ausencia de apoyo occidental.
Este cambiante balance de capacidades para mantener el esfuerzo bélico, que ahora favorece cada vez más a Rusia, ha permitido al Kremlin adoptar una estrategia de desgaste de las defensas ucranianas en largos tramos del frente, especialmente en Dombás, en el este, donde la presión rusa se ha hecho sentir en los últimos meses.
También hay una gran concentración de tropas rusas al otro lado de la frontera de Járkov en estos momentos. La segunda ciudad más grande de Ucrania ha sufrido un aumento de los ataques rusos en las últimas semanas, lo que ha provocado evacuaciones obligatorias de tres distritos de la región. Los aproximadamente 100 mil a 120 mil soldados rusos no serían suficientes para otra ofensiva transfronteriza rusa con éxito, pero son suficientes para inmovilizar a un gran número de fuerzas ucranianas que, por lo tanto, no pueden ser utilizadas en otras zonas potencialmente más vulnerables de la línea del frente. A menos que se produzca un colapso repentino de una parte significativa de las líneas de defensa ucranianas, es poco probable que se produzca un avance ruso masivo en un futuro próximo. Pero parte de lo que Rusia está intentando hacer en este momento con su amplia ofensiva contra las defensas ucranianas es buscar puntos débiles para explotar en una ofensiva de mayor envergadura más adelante en primavera o a principios de verano. En este contexto, es importante recordar los objetivos generales proclamados por Rusia, especialmente las reivindicaciones territoriales del Kremlin sobre las cuatro regiones que Moscú se anexionó en septiembre de 2022. No hay indicios de que estos objetivos hayan cambiado, y las actuales operaciones de Rusia en el campo de batalla son coherentes con ello. Capturar el resto de la región de Donetsk sería el primer paso y sentaría las bases para posteriores avances en la región de Zaporiyia, en el sur de Ucrania, y en la región de Jersón, en el centro, especialmente retomando la ciudad de Jersón, que Ucrania liberó a finales de otoño de 2022. Una retirada ucraniana hacia posiciones mejor defendibles lejos de la actual línea del frente en Dombás haría que el primer objetivo – capturar todo Dombás – fuera más alcanzable para Rusia, pero le negaría al Kremlin el éxito en Zaporiyia Jersón. También frustraría cualquier esperanza rusa de capturar el resto de la costa ucraniana del Mar Negro hasta Odesa. Sin embargo, el éxito de esta estrategia ucraniana dependerá en gran medida del tipo de apoyo occidental que reciba y de la rapidez con que lo haga.
El resultado más optimista es que los aliados occidentales de Kiev aumenten rápidamente el apoyo militar a Ucrania. Este debe incluir munición, sistemas de defensa aérea, vehículos blindados y drones. Al mismo tiempo, la base industrial de defensa occidental, especialmente en Europa, debe pasar a una situación bélica similar a la de Rusia. Basándose en lo anterior, la situación a lo largo de las líneas del frente podría estabilizarse y cualquier movimiento ofensivo que Rusia tenga planeado, ahora no ganaría mucho terreno nuevo. Este resultado más optimista constituiría una situación ligeramente mejorada para Ucrania, aunque algo más que eso es poco probable en la actualidad. En el peor de los casos, el colapso de partes de la línea del frente permitiría a Rusia seguir avanzando. Aunque no es necesariamente probable tal y como están las cosas ahora mismo, si ocurriera también sería un grave problema para la moral en Ucrania. Esto empoderaría a los escépticos de Occidente para presionar a Ucrania a negociar en un momento en el que estaría débil, incluso si casi tres cuartas partes de los ucranianos están abiertos a la idea de negociar. Por lo tanto, el peor resultado no es que Moscú tome Kiev, sino una derrota militar de Ucrania en todo menos en el nombre. Una gran defensiva rusa en verano, si tiene éxito, forzaría a Kiev a un mal compromiso. Más allá de la derrota para Ucrania, también significaría la humillación de Occidente y una probable fractura completa del frente de apoyo a Kiev, hasta ahora relativamente unido, lo que daría más poder al Kremlin. En tal escenario, cualquier compromiso impuesto por Rusia a Ucrania como resultado de las victorias del Kremlin en el campo de batalla probablemente serían simples escalones en la interminable búsqueda de Putin por restaurar el imperio ruso de sus sueños soviéticos.
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Profesor de Seguridad Internacional, Universidad de Birmingham. Autor y editor de veinticuatro libros y casi cien artículos de revistas y capítulos de libros, Stefan Wolff es profesor de Seguridad Internacional en la Universidad de Birmingham, Inglaterra, Reino Unido. Politólogo de formación, se especializa en la gestión de los desafíos de seguridad contemporáneos, especialmente en la prevención y solución de conflictos étnicos y guerras civiles, y en la reconstrucción posconflicto, la consolidación de la paz y la construcción del Estado en países profundamente divididos y devastados por la guerra. Su experiencia también incluye geopolítica y, en particular, rivalidades entre grandes potencias en Eurasia. Tiene una amplia experiencia en Irlanda del Norte, los Balcanes, Europa central y oriental y la ex Unión Soviética, y también ha trabajado en una amplia gama de otros conflictos en otros lugares, incluidos Oriente Medio, África y Asia central, meridional y suroriental.
Tetyana Malyarenko es profesora de Seguridad Internacional y profesora Jean Monnet de Seguridad Europea en la Universidad Nacional "Academia de Derecho de Odesa", Ucrania. Es fundadora y directora del Instituto Ucraniano para la Gestión de Crisis y Resolución de Conflictos, y ha ocupado cargos de visitante en la Universidad Johns Hopkins, el Centro Wilson para Académicos Internacionales, la Universidad de California, Berkeley, la Universidad de Granada, la Universidad de Tromso y la Universidad de Gotemburgo. Experta en transiciones postconflicto y postautoritarias, es autora de numerosos libros, capítulos de libros y artículos de revistas en ucraniano, inglés y ruso. Malyarenko obtuvo sus títulos de Maestría, Candidata en Ciencias y Doctorado en Ciencias de la Universidad Estatal de Administración de Donetsk. Sus principales áreas de investigación de interés incluyen aspectos sociales y económicos de la seguridad en los estados en transición, seguridad humana y buena gobernanza, conflictos sociales y guerras civiles. Las publicaciones de la Dr. Malyarenko hasta la fecha incluyen cinco libros y más de cincuenta artículos de revistas y capítulos de libros, incluidas investigaciones sobre movimientos de autodeterminación en competencia en Crimea y la paz y seguridad en los estados postsoviéticos.
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