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De los escombros del terremoto de magnitud 7.3 que golpeó la capital de Vanuatu, Port Vila, el 17 de diciembre, y de las elecciones anticipadas programadas para el 16 de enero, surge la necesidad de un nuevo liderazgo que reinicie la trayectoria de desarrollo del país. La persistente agitación política ha obstaculizado la capacidad de la nación del Pacífico para enfrentar una serie de impactos sociales y económicos que se han ido acumulando en los últimos años, causados por desastres naturales relacionados con el clima y otros desastres naturales. Se estima que el reciente terremoto causó, con cifras conservadoras, $244 millones de dólares [29 mil millones de vatu (VUV)] en daños, y la capacidad del Gobierno de Vanuatu para financiar la respuesta ante desastres, las elecciones y reanudar la prestación de servicios públicos requerirá un liderazgo fuerte, comprometido y estable. Antes del devastador terremoto y la dramática disolución del parlamento el 18 de noviembre, el economista Peter Judge, de la consultora Pacific Consulting con sede en Vanuatu, advirtió sobre una emergencia económica en desarrollo. La economía de Vanuatu, de 1,000 millones de dólares, enfrentaba una preocupante caída en los ingresos del gobierno provenientes del impuesto al valor agregado, que disminuyó un 25% en comparación con el año anterior. Este fue un efecto colateral de la disminución de la actividad económica tras el colapso de la aerolínea nacional Air Vanuatu el pasado mayo, así como la caída de los ingresos del problemático Programa de Ciudadanía por Inversión. Ambos fueron afectados por la falta de supervisión por parte de los parlamentarios. Se espera que en 2024, Vanuatu registre un crecimiento económico de alrededor del 1%, mientras lucha por salir del déficit y regresar a los niveles anteriores a la pandemia. Por otro lado, Vanuatu tiene un perfil democrático mucho más positivo, aunque algo contradictorio. Según la Iniciativa Global del Estado de la Democracia, Vanuatu es uno de los estados más democráticos en la región de las Islas del Pacífico, y actualmente ocupa el puesto 45 a nivel mundial. Pero este rendimiento tiene un precio significativo. El cambio de liderazgo es frecuente, con 28 mandatos ministeriales en solo 44 años de existencia del estado, 20 de ellos durante los últimos 25 años, la frecuencia más alta de cambio en la región melanesia. Los impactos de la interrupción del liderazgo y la inestabilidad política son muy visibles. La toma de decisiones gubernamentales y la prestación de servicios son extremadamente lentas. En el Parlamento de Vanuatu, el proceso legislativo se pospone con frecuencia debido a mociones regulares de desconfianza, con varios proyectos de ley críticos aún esperando la atención de los miembros del parlamento. El pasado octubre, por ejemplo, el Gobierno de Vanuatu propuso un presupuesto para 2025 un 10% menor que el de 2024, debido a la reducción de la actividad económica y la disminución de los ingresos del gobierno. El Parlamento no pudo aprobar el presupuesto de este año debido a su disolución repentina el 18 de noviembre, solo dos años y medio dentro de un mandato político de cuatro años. Esta es la segunda disolución consecutiva del parlamento bajo la presidencia, siendo la anterior en 2022, que también ocurrió apenas dos años y medio después de haber comenzado su mandato. El proyecto de ley para la asignación del presupuesto de 2025 ahora espera la formación de la próxima legislatura para su aprobación. Mientras tanto, los costos de la recuperación del terremoto y la gestión de las elecciones se acumulan bajo un gobierno interino. Con la creciente dificultad económica y las industrias enfrentando un lento crecimiento económico en varios sectores, los votantes buscan un liderazgo que pueda estabilizar la acumulación de presiones sobre el costo de vida. El nuevo gobierno deberá abordar con urgencia los problemas pendientes y los no resueltos relacionados con el transporte interinsular confiable y la conectividad aérea, los salarios atrasados de los maestros y mayores oportunidades para la inquieta juventud de la nación. La tasa de desempleo juvenil está en 10.7% y sigue aumentando. La democracia con estabilidad política es el santo grial para Vanuatu. Pero alcanzar este premio legendario y supuestamente milagroso tiene costos asociados. En respuesta al activismo cívico y juvenil a finales de 2023, que pedía estabilidad política y transparencia, el último parlamento aprobó un referéndum nacional para hacer que la afiliación política sea más responsable y terminar con el ‘party hopping’ (cambio frecuente de partido). Las nuevas reglas entrarán en vigor por primera vez en el próximo periodo parlamentario. El referéndum pasó con éxito el 29 de mayo de 2024, pero costó 2.9 millones de dólares. Las elecciones anticipadas de 2022 costaron 1.4 millones de dólares y se espera que las elecciones de 2025 requieran otros 1.6 millones de dólares. Aunque los ingresos por tarifas de candidatura de 250,000 dólares cubren parte de estos costos, cada transición legislativa también afecta las arcas públicas. Los 52 parlamentarios salientes actuales recibieron 1.62 millones de dólares en gratificaciones y beneficios, aproximadamente 31,000 dólares por cada diputado, aunque la mayoría no completó su mandato completo. El ingreso promedio anual por hogar en Vanuatu en 2020 fue de 9,000 dólares. Cualquiera sea el resultado de las elecciones anticipadas de 2025, el gobierno entrante deberá reorientar la atención hacia la estabilización de la trayectoria económica y de desarrollo de Vanuatu. La próxima legislatura – la 14ª – deberá comprometerse con la estabilidad en beneficio del pueblo de Vanuatu y del desarrollo de la nación. Las prioridades más inmediatas para un nuevo gobierno deberían ser la aprobación del presupuesto nacional de 2025 y la implementación de un plan de recuperación y reconstrucción tras el terremoto. En los 45 años desde que se liberaron del yugo colonial británico y francés, los ciudadanos han cumplido con entusiasmo su deber en las elecciones, con la expectativa de un liderazgo nacional que lleve a Vanuatu hacia adelante. Ahora, su fe parece estar disminuyendo, después de que las elecciones de 2022 mostraron una caída en la participación electoral, un indicador clave de la salud de una democracia, que bajó por primera vez por debajo del 50% desde su independencia. Por lo tanto, esta elección debe generar un retorno sobre la considerable inversión realizada en los procesos democráticos de Vanuatu, tanto en términos del costo financiero para los gobiernos sucesivos y los donantes, como, más importante aún, un dividendo político para los votantes.