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Tailandia se encuentra en el centro de una creciente tormenta política y diplomática. Lo que comenzó como un mortal enfrentamiento fronterizo a finales de mayo — con la muerte de un soldado camboyano en la disputada región de Chong Bok — se ha convertido rápidamente en una crisis nacional a gran escala, que culminó con la solicitud del Tribunal Constitucional tailandés para que la primera ministra Paetongtarn Shinawatra renuncie el 1 de julio. El enfrentamiento reavivó profundas tensiones sobre reclamaciones territoriales no resueltas y rivalidades históricas, pero fue una llamada telefónica filtrada la que encendió la mecha. El 18 de junio, el presidente del Senado camboyano y exprimer ministro Hun Sen publicó en redes sociales una llamada telefónica de 17 minutos y 6 segundos con la primera ministra tailandesa Paetongtarn, sin filtros y de alto impacto. La grabación, confirmada como auténtica por Paetongtarn tras una disculpa pública, incluía comentarios que parecían críticos hacia el liderazgo militar tailandés y se refería a su homólogo camboyano como "tío" [forma respetuosa de dirigirse a alguien mayor en edad o jerarquía, culturalmente común en el sureste asiático], lo que desató indignación y sacudió los cimientos de su ya frágil coalición. Las consecuencias políticas fueron inmediatas: el Partido Bhum Jai Thai, un aliado clave de la coalición con 69 escaños, se retiró ese mismo día, provocando una crisis de gobierno. Surgieron llamados a nuevas elecciones, las protestas se expandieron por todo el país y se presentaron numerosas denuncias éticas. El presidente del Senado, Mongkol Surasajja, respondió presentando una petición ante el Tribunal Constitucional, cuestionando la aptitud de la primera ministra para gobernar y solicitando su destitución por presunta mala conducta ética y violaciones constitucionales. Aun así, Paetongtarn se ha negado a dar un paso al costado. Paetongtarn hizo un llamado a la unidad nacional y a la defensa de la soberanía, y se mantuvo desafiante. Paetongtarn calificó la filtración por parte de su homólogo camboyano como una violación al protocolo diplomático y a la confianza, lo que llevó al Ministerio de Relaciones Exteriores de Tailandia a entregar una carta de protesta al embajador de Camboya. En una medida más firme, el 24 de junio, Tailandia cerró todos los cruces fronterizos terrestres con Camboya, permitiendo únicamente el paso de estudiantes, casos médicos y viajes humanitarios urgentes. Todos los demás movimientos — turismo, comercio y tránsito casual — han sido suspendidos indefinidamente. La crisis se agravó aún más el 1 de julio, cuando el Tribunal Constitucional de Tailandia ordenó a Paetongtarn dejar el cargo por un periodo de hasta 15 días mientras se examinan las crecientes acusaciones en su contra. El viceprimer ministro Suriya Jungrungruangkit fue designado para ocupar el cargo de manera interina durante dicho periodo. Con las tensiones aumentando en el ámbito interno y la diplomacia deteriorándose en el exterior, entender las dinámicas cambiantes entre Tailandia y Camboya y sus implicaciones resulta crucial en este momento.

Antecedentes históricos de las tensiones fronterizas

Históricamente, Tailandia y Camboya han mantenido una disputa territorial sobre una pequeña sección de los 817 km de frontera terrestre que comparten, particularmente en torno al área del Templo de Preah Vihear, conocido en Tailandia como Phra Viharn. El origen del conflicto se remonta al siglo XX, durante la época del dominio colonial francés, cuando Tailandia (entonces Siam) firmó un tratado fronterizo que delineaba los límites del norte entre ambos territorios. En los años previos a 1953, cuando Camboya obtuvo su independencia de Francia, la región cambió de control en varias ocasiones. Tras la independencia, tropas tailandesas ocuparon la zona en 1954, lo que llevó a Camboya a presentar el caso ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). En 1962, la CIJ falló a favor de Camboya. Sin embargo, Tailandia no aceptó plenamente ese fallo, cuestionando la validez del mapa de 1907 presentado como prueba. Tailandia argumentó que nunca había reconocido oficialmente dicho mapa, a pesar de su uso prolongado, y sostuvo que el fallo se aplicaba únicamente al área inmediata del templo, no a toda la región fronteriza en disputa. En 2013, a solicitud del gobierno camboyano, la CIJ reafirmó su sentencia de 1962, reconociendo la soberanía de Camboya sobre todo el complejo del templo y solicitando a Tailandia retirar sus tropas del área. La cuestión fronteriza ha resurgido repetidamente en distintos momentos, provocando rupturas diplomáticas frecuentes entre ambos países. Por ejemplo, en 2008 y 2011, Camboya y Tailandia se enfrentaron abiertamente por el tema fronterizo. La disputa recobró notoriedad cuando Camboya intentó registrar el templo de Preah Vihear como Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2008, y nuevamente en 2011, cuando aproximadamente 40 personas murieron tras un intercambio de fuego entre tropas de ambos lados.

Consideraciones actuales

Aunque la llamada telefónica ha sido el punto de ignición de la crisis, generando dudas sobre la gobernabilidad en Tailandia, la primera ministra Paetongtarn la presentó como una estrategia de negociación impulsada por un deseo genuino de alcanzar la paz. Sin embargo, al omitir los canales diplomáticos oficiales, quedó expuesta a una fuerte reacción política y su imagen quedó dañada. A diferencia de las visitas de Estado o reuniones oficiales, las conversaciones privadas carecen de protección diplomática, no dejan registros formales y no ofrecen mecanismos para gestionar las consecuencias. Una vez reveladas, pueden convertirse rápidamente en herramientas de ataque político. Eso fue exactamente lo que ocurrió. Ante las crecientes críticas, Paetongtarn pasó de un enfoque conciliador a tomar medidas más enérgicas. Los casinos en Phnom Penh y en otras ciudades fronterizas de Camboya — que representan una parte importante del turismo del país y atraen visitantes tailandeses — están ahora bajo escrutinio. El 23 de junio, Tailandia anunció, citando preocupaciones de seguridad nacional, la prohibición del tránsito de vehículos, turistas y comerciantes a través de los pasos fronterizos terrestres en siete provincias limítrofes con Camboya. Paetongtarn también anunció la intención de su gobierno de colaborar con socios internacionales y organismos regionales para combatir las redes de ciberdelito en el sureste asiático. A comienzos de este año, Tailandia ya había tomado medidas contra centros de estafa en línea ubicados en la frontera con Myanmar, cortando el suministro de electricidad, internet y gas a esas zonas. Ahora, se está aplicando un enfoque similar hacia Camboya, bloqueando suministros esenciales hacia los sospechosos centros de operación de dichas estafas. Para estabilizar la frágil coalición, el gobierno ha iniciado una reorganización del gabinete para redistribuir cargos clave y restaurar el equilibrio político. A esta turbulencia se suman manifestaciones de opositores al gobierno y sectores monárquicos que exigen la renuncia de la primera ministra. La crisis, por tanto, ha superado el ámbito de una simple disputa bilateral. Se ha convertido en una prueba para la estabilidad de la coalición en Tailandia, la credibilidad de la primera ministra y el equilibrio entre el poder civil y militar. Aunque los canales diplomáticos siguen abiertos, la capacidad de Tailandia para manejar esta crisis seguirá limitada por su fragilidad política interna. Por otro lado, Camboya ha respondido con diversas medidas, incluyendo acciones legales, decisiones políticas recíprocas y una postura militar firme. Camboya ha vuelto a acudir a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), reclamando su soberanía sobre las zonas territoriales del templo, a pesar de la solicitud de Tailandia de resolver el asunto bilateralmente. Al respecto, Hun Sen declaró: “nuestra posición de acudir a la CIJ no ha cambiado”, y expresó su intención de resolver la disputa sobre los templos Ta Moan Thom, Ta Moan Tauch, Ta Krabei y el área del triángulo esmeralda a través del tribunal internacional. Esto representa un intento de Camboya por destacar la dimensión legal del conflicto, subrayando la negativa de Tailandia a aceptar los fallos de la CIJ y su presunta violación del derecho internacional. Además, durante una visita a la línea fronteriza, el primer ministro camboyano Hun Manet (hijo de Hun Sen) inspeccionó la situación y pidió “resolver pacíficamente las disputas fronterizas”. No obstante, Hun Sen adoptó una postura más firme, instruyendo al ejército a cavar trincheras y prepararse para operaciones tanto defensivas como ofensivas. También ha llevado el enfrentamiento al terreno político, presuntamente amenazando con “exponer” al exprimer ministro tailandés Thaksin Shinawatra, dando a entender su capacidad para desestabilizar la política interna tailandesa. Adicionalmente, Camboya ha suspendido la importación de petróleo, gas, frutas y verduras provenientes de Tailandia, y ha dejado de utilizar servicios de internet tailandeses. El Ministro de Relaciones Exteriores de Camboya también ha aconsejado a los ciudadanos evitar viajar a Tailandia. Este episodio fronterizo le ofrece al primer ministro camboyano Hun Manet una oportunidad para consolidar su apoyo político interno. La decisión de llevar la disputa ante la CIJ se alinea con esta estrategia política, al igual que las tácticas más asertivas de Hun Sen.

Implicaciones de las tensiones fronterizas

El resurgimiento de las tensiones fronterizas entre Tailandia y Camboya tiene implicaciones significativas tanto a nivel bilateral como regional. En el plano bilateral, la crisis ha tensado las relaciones diplomáticas y ha interrumpido el comercio transfronterizo esencial, afectando a comunidades vulnerables en la frontera. Para Tailandia, esto ocurre en medio de una inestabilidad política, donde la dinámica interna de la coalición y las tensiones entre actores civiles y militares influyen en la política exterior. La controversia podría erosionar la confianza regional en la postura diplomática de Tailandia, especialmente en su capacidad para manejar relaciones vecinales de manera constructiva dentro de la ASEAN. Para Camboya, aunque su gobierno ha mostrado moderación diplomática y disposición para dialogar a través de la Comisión Conjunta de Frontera, también ha respondido con firmeza al suspender las importaciones tailandesas y reafirmar su soberanía. La intención de internacionalizar el conflicto a través de la CIJ podría poner a prueba aún más las normas de no intervención de la ASEAN. A nivel regional, las tensiones desafían la capacidad de la ASEAN para resolver conflictos y gestionar disputas fronterizas, especialmente porque su papel central suele verse debilitado por su inacción basada en el consenso y su enfoque de no intervención. La crisis pone en evidencia las limitaciones del bloque para desescalar disputas internas entre sus miembros. Aunque se espera que este tema sea abordado en la próxima reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la ASEAN en julio, las perspectivas de una intervención diplomática efectiva siguen siendo inciertas. Sin una mediación formal de la ASEAN, las disputas históricas no resueltas continúan obstaculizando la cooperación transfronteriza en el sureste asiático. A medida que la conectividad de infraestructura y la integración regional se profundizan, este tipo de tensiones revela la fragilidad de los vínculos cuando convergen el nacionalismo, los errores estratégicos y las dinámicas políticas internas. La posibilidad de que Tailandia y Camboya eviten que este nuevo conflicto se convierta en una fase prolongada de enfrentamiento dependerá de la solidez de sus mecanismos diplomáticos y de su voluntad política de priorizar el diálogo sobre las posturas confrontativas.